La agenda del Real Zaragoza... pendiente de Natxo González

El club aragonés espera el pago de la cláusula de rescisión del contrato del entrenador del curso pasado para poder arrancar en firme el nuevo proyecto.

Natxo González, despidiéndose del personal de la Ciudad Deportiva, el pasado domingo, día 10.
Natxo González, despidiéndose del personal de la Ciudad Deportiva, el pasado domingo, día 10.
José Miguel Marco

Natxo González, que de facto se sabe que no rige de cara al futuro en el Real Zaragoza como entrenador desde que el 31 de mayo se conoció su compromiso firme con el Deportivo de La Coruña (a falta de un partido de liga y de la promoción), sigue influyendo negativamente en el día a día de la SAD 18 días más tarde de aquel desagradable acontecimiento informativo. Porque el técnico vitoriano, al que el club gallego ya presentó oficialmente en su página web al anunciar su fichaje la pasada semana, continúa sin pagar en la cuenta corriente del Zaragoza la cláusula de rescisión a la que le obliga su contrato en vigor si, como sucede, desea irse a otro sitio de manera unilateral.

Natxo está importunando el discurrir de las cosas en el seno del Real Zaragoza. Su adiós a la entidad blanquilla, cada minuto que pasa, se emborrona más, se ensucia progresivamente. El error de González es continuado y su mancha será indeleble para los restos. Parece algo obvio desde su intempestiva negociación con el Dépor a espaldas del Real Zaragoza que a alguien se le filtró desde Galicia cuando no procedía.

Mientras Natxo no pague y haga efectivo el corte de su cordón umbilical-contractual con el club de La Romareda, lo demás está ralentizado, casi parado. No puede llevarse a cabo la puesta de largo de su relevo, que ya está definido hace días (Imanol Idiakez), ni se puede conectar la velocidad de crucero en el trabajo cotidiano dentro del área deportiva, ahora encriptada, trabajando en segundo plano, en caché.

El departamento financiero del Real Zaragoza mira 'on line' sus cuentas bancarias y, por ahora, Natxo no suelta el parné, 105.000 euros por su corte y 25.000 más por el de su segundo y ayudante, Bernardo Tapia. Legalmente, el preparador de Vitoria, por lo tanto, sigue siendo miembro de la plantilla de trabajadores del Zaragoza, por más que en La Coruña ya esté en marcha hace días (incluso cuando el cuadro aragonés estaba inmerso en la promoción de ascenso ante el Numancia).

Es posible que Natxo siga considerando que "no tolera que nadie dude de su honestidad", como dijo en rueda de prensa en Zaragoza el día 1, apenas unas horas de que se conociese su deslealtad consumada con el octogenario club aragonés. Y que aún piense que todo el mundo se creyó entonces que "no tenía ningún contrato firmado con nadie". Que todavía pueda llegar a insistir en cuestiones relativas a su "profesionalidad, honestidad y compromiso con el Real Zaragoza", como subrayó en aquellas explicaciones vagas del día después de su terremoto. O que redunde aún en que tiene "unos valores, que son los que le han hecho llegar hasta aquí". Pero a 18 de junio, aún no ha pagado lo que debe para partir peras con el Real Zaragoza y marcharse a La Coruña por voluntad propia. Y los hechos, tozudos y transparentes, parecen andar reñidos con sus palabras cada segundo que el reloj corre.

Mientras tanto, en la sede de La Romareda se aguarda un ingreso en dinero líquido que cambie las cosas. Da igual en efectivo, que por transferencia. Pero un ingreso. El pago de una obligación que, por cierto, su nuevo club, el Dépor, dijo en voz de su presidente, Tino Fernández, que no tenía la más mínima intención de abonar.

Si en su día Natxo dijo que su paso por el Zaragoza, este proyecto, iba a acabar "fantásticamente"... si con anterioridad, el técnico vasco le dijo a Lalo Arantegui, el director deportivo, "Lalo, lo vamos a petar"... también es posible que González nunca pensase entonces que el sentido de fantástico y de petarla iba a ser este. El peor de todos.

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