A 7 horas de la primera puesta en escena, el Real Zaragoza almuerza en Soria

Toda la plantilla al completo viajó concentrada, como una piña, conscientes del momento de la verdad.

Llegada a Soria de la plantilla del Real Zaragoza
Llegada a Soria de la plantilla del Real Zaragoza
José Miguel Marco

El Real Zaragoza almuerza en el Parador Nacional Antonio Machado de Soria a 7 horas de la primera puesta en escena de la promoción de ascenso a Primera División. Es el momento soñado durante la larga y tortuosa temporada, un sueño inimaginable allá por febrero o marzo, cuando las brasas del primer tramo de la liga sugerían otra cosa radicalmente distinta a este sobresaliente final de curso. La plantilla y el cuerpo técnico saben que pueden rubricar un año para la historia zaragocista. La salida del pozo de la Segunda División tras un durísimo lustro de penitencia por los desmanes de la anterior propiedad, el agapitismo.

Es el primer capítulo de un total de cuatro que, si todo sale bien y como se desea, habrá que cumplimentar con éxito para dar el salto de nuevo a la élite. Un pasaje novedoso para todos, entrenador y jugadores. Una promoción de ascenso no es cualquier cosa en el sistema competitivo de la división de plata española. Son unos días intensos, incandescentes de vivencias y sentimientos. Soria aguarda expectante la visita del Real Zaragoza, que ha llegado de soslayo a la ciudad castellana vía Calatayud. En día laborable, sin apenas atención popular. Acudiendo a su breve concentración previa al partido nocturno, apenas unas horas en el Parador, en lo alto del monte, con vistas al Duero y al casco urbano, aislados de lo cotidiano que se cuece ahí abajo, en la pequeña y tranquila localidad soriana.

Es el primer entremés para abrir boca de lo que aguarda, si el equipo logra encauzar su ritmo bueno hacia la final de la promoción, de aquí al día 16, el sábado de la semana que viene. Unos preámbulos tensos pero mucho más calmados que si hubiese tocado en suertes viajar a Cádiz, a Pamplona, a Valladolid, a Granada, a Oviedo… que todo pudo haber sucedido. Soria permite tomar el tacto de lo que es la promoción con sosiego, progresivamente. Se han visto rostros de máxima introspección entre los jugadores, los técnicos, los auxiliares. Esto ya no es la liga. El viaje a Soria de esta mañana de miércoles abre un antes y un después de esta singular temporada que está en su recta final.

Luego, cuando empiecen a llegar por la tarde los seguidores zaragocistas y las calles y plazas sorianas se tiñan de blanco y azul, el ambiente pasará a otro grado de maduración. Los jugadores estará ajenos, arriba en la cima del monte, y solo lo palparán hora y media antes del choque (empieza a las 20.30), cuando el autobús oficial del club los baje a Los Pajaritos en apenas 5 minutos. Por ahora, todo en calma entre los expedicionarios blanquillos. Un buen almuerzo a solas y una siesta de meditación y mentalización. Como en las grandes citas. Una pequeña ‘final de Copa’, una pequeña ‘semifinal de Mundial o Eurocopa’ en pequeña escala para un grupo de futbolistas y técnicos que, hasta hoy, han estado acostumbrados a un nivel de presión muy inferior.

La liga de Segunda se juega en campos pequeños con poco público, en estadios grandes de Primera venidos a menos con aforos ínfimos. Con ambientes menores, fríos, escasos de toda tensión. La promoción, que para el Real Zaragoza ya ha comenzado hoy en las horas previas de su primer partido en Soria frente al Numancia, va a obligar a cambiar el chip a todos. Esto es otra cosa. La llegada de toda la expedición al Parador Antonio Machado ya ha demostrado a los protagonistas todo esto: cámaras de televisión, fotógrafos de prensa, varios medios desplazados con antelación a la ciudad castellana… La hora de la verdad exige una actitud diferente. Esto es el no va más.

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