Segundo día de reuniones, pasillos, pegamentos... el Real Zaragoza necesita bálsamo y acierto

Lalo, Barba, Natxo González, los jugadores, la prensa. La mañana del viernes fue un trajin. El fútbol debe intentar calmar cuanto sea posible el lío que el entrenador ha generado con el Dépor.

Lalo Arantegui, serio, camino de su despacho tras hablar con Natxo González antes del entrenamiento del viernes. A la derecha, vista de la zona de pasillos, donde hubo gran movimiento durante la mañana.
Lalo Arantegui, serio, camino de su despacho tras hablar con Natxo González antes del entrenamiento del viernes. A la derecha, vista de la zona de pasillos, donde hubo gran movimiento durante la mañana.
Raquel Labodía/José Vidal

Poco más de lo dicho durante toda la jornada del jueves, cuando saltó a la actualidad el acuerdo de Natxo González para dejar el banquillo del Real Zaragoza y marcharse al Deportivo de La Coruña el año que viene, cabe añadir de sustancial unas cuantas horas más tarde. Únicamente que, el trajín vivido en la Ciudad Deportiva en la larga mañana del viernes, la de después de la tormenta que sacudió al zaragocismo con este inesperado asunto, denota ese grado de marejada que se intenta calmar y atenuar a toda velocidad en busca de que hable el fútbol y no tan feo caso.

Lalo Arantegui, el director deportivo, fue el principal actor de la jornada en los campos de entrenamiento del primer equipo. También le acompañó por momentos José Mari Barba, el secretario técnico. Ambos volvieron a hablar con Natxo González, el entrenador y epicentro del seísmo. En su vestuario-despacho antes del entrenamiento (foto adjunta de la derecha, a la salida de todos de ese encuentro). Lalo retornó a su oficina, cruzando el césped serio, cariacontecido, con la mirada al suelo durante el trayecto, casi sin saludar, en una imagen bien diferente a la habitual, más alegre y afable.

Natxo, como reconoció después ante la prensa (una rueda de medios donde había más cámaras y expectación que de costumbre, otra señal de que algo extraordinario está ocurriendo), también se pasó al término del entrenamiento por la caseta de los jugadores. No había hablado con su plantilla del tema de su marcha del Real Zaragoza a partir del 1 de julio (según contaron los implicados el jueves) y, esta vez sí, el entrenador vitoriano dio sus explicaciones a los muchachos, tan descolocados de entrada cuando supieron la noticia como cualquier zaragocista de a pie, hasta el más insensible o con esqueleto de madera, que también los hay. "He hablado con los chavales y les he contado...", admitió Natxo en sus exposiciones dilatorias y excusatorias en su primera comparecencia tras el día de autos.

Como dio Lalo Arantegui en la tarde del jueves, en mitad del terremoto, solo debería hablarse en los próximos 15 días de las palabras 'play off' y 'ascenso'. Algo tan ideal, tan recomendable para la salud zaragocista, como difícil de ejecutar dada la trascendencia de lo ocurrido con Natxo, al que la historia no le guarda un lugar de privilegio en los anales blanquillos tras este movimiento, ocurra lo que ocurra en la promoción de ascenso a Primera División que, de ser lo positivo, lo soñado, lo ansiado por todos, dejaría al de Vitoria en la paradójica posición de ser entrenador de Segunda en La Coruña con el Real Zaragoza en la élite. Una fotografía definitoria en sí misma.

Son horas de pegamentos, de argamasas, de faenas de consolidación de valores morales y anímicos favorables (los que se han ido gestando en el último trimestre junto con la enorme afición zaragocista) en busca de que, en lo futbolístico, se pueda hallar un bálsamo. Una medicina que alivie (curar no se puede) el dolor y el asombro recibidos de golpe en días tan decisivos para el futuro del Real Zaragoza como entidad, pues el ascenso a Primera es su pasaporte hacia el reflotamiento como SAD tras una ruina técnica total sufrida hace un lustro.

Es decir, Lalo, Barba, Cuartero (el director general, eslabón entre el Consejo de Administración y la pirámide deportiva) miran el reloj sin cesar para que pase rápido el tiempo y llegue el fútbol. Barcelona, la ida de la semifinal de la promoción, después la vuelta... todo al galope. Sin tiempo para más devaneos accesorios. Con la pelota, los marcadores, los goles, ejerciendo de difuminador de lo otro. Y, si hay acierto en el primer cruce, con la emoción y la esperanza en el ascenso de jugar, también sin apenas pausa, el doble partido de la final contra el rival que toque. Por el caso Natxo, este tratamiento terapéutico es más necesario que nunca en las entrañas del Zaragoza. Bálsamo y acierto a cucharadas en la próxima quincena para que Natxo pueda irse en cierto orden y concierto, si esa es su voluntad, eso sí, siempre por la puerta de atrás. La de delante es posible que esté cerrada un tiempo, por reformas.

Así que, mientras se pueda, hablemos del Barcelona B, esperemos a la noche del sábado para saber de quién podemos hablar después (el rival que toque en la semifinal del 'play off'), y así sucesivamente hasta el ascenso final a Primera el 16 de este incipiente junio que ha nacido con mar rizada por un temporal fuera de tiempo que no preveían los meteorólogos del zaragocismo. ¡Viva el fútbol!, a pesar de lo que no es fútbol y lo rodea en infinitos círculos concéntricos.

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