El Real Zaragoza visitará a un rival en desbandada, el más caro de la categoría

Alrededor de 10 millones de euros en traspasos se gastó el Barça en su filial para nada. Su presupuesto, difuminado en el del primer equipo, es algo etéreo.

Grippo, con varios rivales del Barcelona B, en el partido de la primera vuelta jugado por el Real Zaragoza ante el filial culé en la noche de Reyes (1-1) en La Romareda.
Grippo, con varios rivales del Barcelona B, en el partido de la primera vuelta jugado por el Real Zaragoza ante el filial culé en la noche de Reyes (1-1) en La Romareda.
Aránzazu Navarro

El Barcelona B, rival del Real Zaragoza en la última jornada, es un equipo en desmembración forzosa, en el inicio de una desbandada de infinidad de sus componentes que no se sabe bien todavía cómo concluirá dentro de varias semanas, cuando el verano entre de lleno en la pretemporada del año próximo. El filial barcelonista es, con seguridad, el gran fracaso deportivo y de negocio de la temporada en Segunda División. Una ruina de gestión que ha concluido con la plantilla más cara, tanto en su composición como en salarios, hundida en el descenso a Segunda B. Todo lo contrario de lo que los dirigentes culés pretendían hace un año, cuando retornaron a Segunda tras un breve paso fuera del fútbol profesional.

Todo porque, para no volver a repetir el descenso del filial que tuvo lugar hace 3 temporadas, los ejecutivos del área deportiva del Barça decidieron componer un equipo B a base de futbolistas experimentados, con currículum en Segunda e, incluso en Primera, que tuvieran vocación de subir al primer equipo si Ernesto Valverde así lo consideraba oportuno durante la temporada. Los mezclaron con los más prometedores productos de su cantera, La Masía, cada vez más escasos y de perfil más bajo, y pensaron que eso era garantía para vivir con calma en la división de plata.

Para desarrollar este plan, ficharon a jugadores del tipo Ruiz de Galarreta (exzaragocista) del Athletic de Bilbao; José Arnáiz, del Valladolid; Choco Lozano, hondureño del Tenerife; después a McGuane, del Arsenal inglés. Todos a golpe de talonario, pagando alrededor de 10 millones de euros en concepto de traspasos, algo fuera de mercado en Segunda hace mucho tiempo. El amparo del macropresupuesto del FC Barcelona, su club matriz, hizo posible esta discutible figura que la Liga de Fútbol Profesional (LFP) consintió, seguramente chocando en términos éticos con el tratamiento a los otros clubes y SAD que no tienen la condición de filial de un grande.

Por Ruiz de Galarreta abonaron 850.000 euros. Se superaron con el Choco Lozano, 1, 5 millones. Y subieron la cuota con el pucelano José Arnáiz, 4,5 millones en términos globales. En enero, trajeron de Inglaterra a McGuane por una cantidad no especificada, jugador que apenas ha jugado. A esto, hay que sumar las curiosas cesiones de jugadores de primer nivel, casos de Concha (Real Sociedad), David Costas (Celta), Vitinho (Palmeiras de Brasil) o, en el mercado invernal, el llamativo Nahuel (Villarreal) -que interesó en su día al Real Zaragoza)-, Rivera (Eibar) o Hongla (Granada), por citar solo los más mediáticos, porque hay unos cuantos más.

Esta Torre de Babel está en colapso tras el descenso traumático. Los cedidos se irán sin duda a sus lugares de procedencia. Otro problema será para el Barça colocar a los que son de su propiedad y costaron una pasta que ahora no van a recuperar ni en sueños (solo Lozano, colocado en el Girona de Primera en enero, dejó de ser un problema en este sentido). Tras certificar el pasado fin de semana su descenso matemático en Albacete, la semana viene cargada de percusión en la sede barcelonista, en su ventanilla del filial. Son horas de malos rollos, de desmantelamiento en ciernes.

A falta de solo 6 jornadas para el final de la liga, a la desesperada, cambiaron de entrenador. Despidieron a Gerard López, el patrono del proyecto, para relevarlo por García Pimienta, que no ha logrado salvar al equipo de la quema anunciada hace semanas. Jose Mari Bakero, metido en faenas ejecutivas junto a un largo elenco de responsables en los despachos (otro exinternacional como Guillermo Amor entre ellos), acapara los golpes más directos tras el enorme fracaso.

Es la increíble historia de un Barcelona B que dirá adiós de nuevo al fútbol profesional este sábado ante el Real Zaragoza, habrá que ver esta vez por cuanto tiempo. Este golpe, por su magnitud económica, además de la natural de índole deportiva, amenaza con tener secuelas de larga curación en el seno del transatlántico FC Barcelona.

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