Esas nerviosas penúltimas jornadas de los 4 años anteriores

El año pasado, el Real Zaragoza se salvó en Gerona con un 0-0 esperado. En las dos ligas anteriores, el éxito quedó abierto para el último día, con acierto una vez y fracaso en otra.

Zapater, en el partido de la penúltima jornada del año pasado en Gerona, donde el Real Zaragoza logró la salvación matemática de la categoría tras un pésimo curso, al empatar 0-0 ante los catalanes, que ascendieron con ese punto.
Zapater, en el partido de la penúltima jornada del año pasado en Gerona, donde el Real Zaragoza logró la salvación matemática de la categoría tras un pésimo curso, al empatar 0-0 ante los catalanes, que ascendieron con ese punto.
HA

El Real Zaragoza-Valladolid del próximo domingo, en la penúltima jornada de esta liga 2017-18 (la 41ª) que ya está próxima a su fin, llega envuelto en incertidumbre para los objetivos zaragocistas, aún por resolver. En caso de que los aragoneses venzan al rival castellano, conseguirán su mejor y más calmado colofón al torneo regular en los 5 años que acumulan ya en Segunda División, pues llegarán a la última fecha con la clasificación para la promoción de ascenso a Primera División ya consumada matemáticamente. De no ser así, todo quedará pendiente del partido postrero en el campo del Barcelona B, en la última jornada.

En las 4 campañas precedentes en la categoría de plata, los nervios y la tensión han sido moneda común en el zaragocismo llegados a este punto, en la penúltima estación liguera.

Solo el primer curso, recién descendidos de Primera, en la temporada 2013-14, se llegó a la jornada 41ª con todo hecho de manera virtual y sin nada sustancial en juego en los dos choques finales. El equipo de Víctor Muñoz (sustituto anómalo de Paco Herrera en aquel proceso de autodemolición que encabezó Jesús García Pitarch en aquel surrealista año) había empatado 1-1 en Murcia en la antepenúltima cita, punto que fue suficiente para lograr la permanencia en la categoría, fin único con el que arribó el técnico zaragozano con el vestuario reventado desde dentro totalmente aposta. Por eso, el partido del adiós en La Romareda ese año, un gris 1-1 ante el Sporting de Gijón (con gol de Roger) recordado por la pifia del joven portero Whalley el día de su debut que regaló el empate a los asturianos, no tuvo miga alguna. Como el posterior choque en Alcorcón, con derrota por 1-0 y la noticia en las gradas, en plena compraventa de las acciones de Agapito Iglesias y los empresarios aragoneses que ejercieron de puente con la actual propiedad como protagonistas de aquella tarde extraña al sur de Madrid.

Otra cosa bien distinta se ha vivido siempre en los penúltimos episodios ligueros a partir de ahí. En la liga 2014-15, la mejor hasta ahora, en la que se jugó la promoción de ascenso que se acabó perdiendo en la vuelta de la final en Las Palmas a falta de solo 6 minutos, el penúltimo partido fue en La Romareda precisamente ante los canarios. Y el Zaragoza de Ranko Popovic (sustituto meses antes de Víctor Muñoz) perdió 0-2 en un duelo del mismo tenor que el que aguarda el próximo domingo ante el Valladolid, lo que supuso que tuviera que jugarse la 6ª posición en la tabla el último día en Leganés. No había sabido remachar matemáticamente en casa tal logro y lo dejó pendiente de los últimos 90 minutos del campeonato. Tenía la mano en su pugna final con la Ponferradina, que jugaba en casa ante el Alcorcón. Ganando el Zaragoza en Leganés, se clasificaba. Si no era así, la Ponfe tenía que hacer lo mismo que hiciese el cuadro aragonés en Madrid: si empate, empate; si derrota, derrota. Y por esta vía última llegó la confirmación de la promoción, porque los zaragocistas no pasaron del 2-2 en Butarque, por lo que hubo que aguardar a que la Ponferradina no pasara del 1-1 ante los alcorconenses para celebrar el éxito, luego no consumado en los 'play off'.

Un año más tarde, en el esprint final de la liga 2015-16, la penúltima jornada trajo a La Romareda al Oviedo. El Zaragoza venía de empatar 1-1 en Huesca y ubicado en la 4ª posición, su máxima aspiración en aquel torneo según lo vivido en las semanas previas. El equipo de Lluís Carreras (sustituto de Popovic en la Navidad anterior) pareció consolidar sus opciones al ganar 1-0 (gol de Guitián) a los ovetenses en esa histérica cita del penúltimo paso, también similar a lo que se vivirá el domingo que viene ante el Valladolid, pues aquel Oviedo que entrenaba el exzaragocista David Generelo también aspiraba a meterse arriba. Y ya saben lo que acabó ocurriendo. La inesperada catástrofe vergonzosa de Palamós, ante el descendido Llagostera, que le endosó un escandaloso 6-2 al Real Zaragoza que acabó por despeñarlo a la 8ª posición y, por ende, a dejarlo sin promoción. Bastaba un punto en campo gerundense para que el Zaragoza fuera 6º. La victoria, por supuesto, lo afianzaba en la ventajosa 4ª plaza. Todo se fue al garete incomprensiblemente.

Y por fin, la historia de las penúltimas jornadas nos trae a lo más reciente, a lo del año pasado en Gerona. Esta vez, en su peor año en Segunda de esta tacada moderna, el Zaragoza de César Láinez (relevo de Agné dos meses antes y, éste, a su vez, sustiuto de Luis Milla en la primera fase de la liga) viajó al norte de Cataluña en busca de un punto, renta que le era necesaria para obrar la salvación de la categoría que, semanas antes, se temió perder fatalmente. La fortuna quiso que el Girona, su anfitrión, también necesitase exactamente un punto para consumar un histórico ascenso a Primera División, algo sin precedentes, que se vivió en la ciudad gerundense con una algarabía y emoción insólitas. La comunión de intereses desembocó en un 0-0 sospechado durante las horas previas, en un partido sin pólvora, inerte en ambos equipos, que así festejaron al final sus objetivos mayores. El Zaragoza, incluso, dio de lado al partido siguiente, el final, en La Romareda ante un Tenerife que jugaría la promoción y ganó 1-2 con solvencia a un cuadro blanquillo que terminó el curso el 16º.

Es el sino de las penúltimas jornadas para el Zaragoza. Cábalas, quinielas, hipertensiones, desvelos, sueños, anhelos, preocupaciones, ansiedades... Nada es diferente esta vez a la espera de la llegada del Valladolid a La Romareda. Eso sí, esta vez, como hace dos y tres años sucedió, las alteraciones nerviosas tienen que ver con lo bueno, con lo positivo, con la felicidad que produciría lograr el ascenso a Primera. Nada que ver con lo que pasó hace 4 años y, sobre todo, hace 12 meses.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión