Entre la necesidad y la ilusión, el Real Zaragoza encara el tramo de liga en el que todo cobra sentido y en el que se comienza a recoger lo sembrado. Camino de las 42 jornadas, cada cual está donde su fútbol le ha puesto. Y el Zaragoza está arriba, por encima de la realidad de su proyecto (límite salarial número 14, en la zona media-baja de la categoría) y mucho antes de lo que los tiempos de maduración y crecimiento de una plantilla reformada de punta a punta, joven e inexperta, darían de suponer. Pero la progresión del equipo tras su primera vuelta pobre, experimental y grisácea se ha disparado en la segunda rueda con unos números imponentes que le han dejado, hoy mismo, a las puertas de la promoción. Si gana esta tarde al Albacete como obligan su situación y sus aspiraciones, la escuadra de Natxo González dará un paso de gigante hacia el objetivo. Quedan tres jornadas y el fútbol adentra a los equipos en un terrenos resbaladizo, donde cualquier fallo puede resultar decisivo, donde el pulso debe permanecer frío y donde la personalidad de los colectivos debe imponerse a tan delicadas circunstancias emocionales: presión, obligación, temores… Los equipos que quieren subir deben exhibir ahora esa ambición. El Zaragoza está entre ellos. Ha llegado a este punto del campeonato gracias a un proceso de construcción paciente, pero eficaz, con un estilo de juego reconocible y el cultivo de un modelo sólido y bien asimilado. Su situación privilegiada no responde a veleidades del fútbol ni circunstancias fortuitas: si a tres jornadas del final, el Zaragoza está en condiciones de asaltar una de las posiciones de promoción es porque se ha ganado ese derecho.

Frente al Albacete, se le presenta una oportunidad para consolidarse en ese terreno. Una victoria le permitiría abrir de nuevo distancias con algunos rivales e incluso le permitiría aproximarse a la tercera plaza, ahora en manos de un Sporting depresivo. Todo ello en la antesala de otra cita crucial, contra el Valladolid. El Zaragoza defenderá su sitio en promoción, además, en La Romareda (se podrá ver por LaLiga 1 2 3 TV), donde su segunda vuelta solo tiene la mancha inesperada de la derrota contra el Sevilla Atlético. En casa, el Zaragoza se siente portentoso, eleva las prestaciones y gana garantías competitivas.

El rival, en todo caso, no es sencillo. Responde al perfil de equipo adusto, compacto, agresivo y aguerrido que tanto se le ha atragantado al Zaragoza a lo largo del año. El Albacete y sus cinco defensas son la viva representación de su entrenador, Enrique Martín Monreal, en cuyos equipos el esfuerzo ni se negocia ni se ahorra. Duro adversario para los de Natxo, que pierde a Delmás por sanción, y tiene tocados a Grippo, Alfaro y Oyarzun.

Alberto Benito, en su prueba de este sábado, ofreció fiabilidad física, completó el entrenamiento y respondió en sentido positivo. Todo apunta a que, salvo molestias de última hora, jugará de inicio. En la mediapunta, regresaría Papunashvili, aunque Buff tiene opciones también de entrar. El resto, será lo habitual, con la previsible entrada de Guti por Javi Ros, quien sería la alternativa en el lateral derecho si Benito no puede ser alineado o sufre un contratiempo.

El Albacete suma ocho jornadas sin ganar, y ha perdido fuelle en los dos últimos meses, pero su resistencia será alta. Tiene las bajas de Saveljich, por lesión, y Delgado por acumulación de cartulinas amarillas. Enrique Martín Moreal nunca pone las cosas fáciles y hacia ese obstáculo va el Zaragoza. Si lo supera con tres puntos, el premio final se tocará ya con la yema de los dedos: es la antepenúltima puerta.