Zaragoza, un talismán personal e íntimo para Cristian Álvarez

El portero describe cómo ha conseguido reconducir en pocos meses su carrera profesional en el Real Zaragoza, algo que ha calado hondo en su concepto vital.

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Aránzazu Navarro

“He estado bien en otras etapas de mi carrera pero, por la plenitud mental que siento aquí, creo que este es el mejor momento. Físicamente me encuentro muy bien. He ido semana a semana, sin plantearme nada más que mejorar, que es lo que necesitaba. Después, los resultados se han ido dando muy bien y hace tiempo que solo pienso en poder seguir estando a la altura que requiere el equipo”, afirma con rotundidad Cristian Álvarez, el portero del Real Zaragoza, cuando su primera temporada en el equipo blanquillo inicia el último mes de la competición con su nombre en lo más alto de la popularidad entre el zaragocismo y, también, en los mentideros del fútbol español.

“Mi estado actual es una suma de cosas. Viene de una madurez mental. El fútbol en general exige mucho en el ámbito emocional y el puesto de portero, en el que trabajo yo, tiene un plus extra en ese sentido. Creo que he ganado tranquilidad porque te la da la experiencia. El año que estuve fuera, sin jugar, me sirvió mucho para pensar, para interiorizar lo que había vivido y plantearme objetivos sobre lo que quería vivir”, continuó este viernes expresando el guardameta argentino en su comparecencia ante la prensa en la Ciudad Deportiva, donde fue el portavoz del equipo a pocas horas de viajar a Cádiz para jugar un partido crucial en la pelea por el ascenso.

Cristian Álvarez ha grabado a fuego en su cabeza, en sus vivencias, este paso por Zaragoza y por el Real Zaragoza. Llegó de improviso a finales de agosto, cuando al club aragonés se le agotaba el tiempo para fichar un portero de nivel alto con el que completar la plantilla remodelada en un 90 por ciento por Lalo Arantegui, el director deportivo que dibujó su primer proyecto deportivo en los meses estivales. Lo hizo tras un año sabático por motivos personales, familiares. Su punto de partida no era el mejor, ni personal ni popularmente, a causa de esa pausa voluntaria que le generaba el inevitable estigma ante los ojos de los demás. Pero, paso a paso, el argentino ha logrado derivar esta experiencia en algo muy positivo para él, para el equipo y para todo el entorno que lo rodea. Por eso, según cuenta con sentimiento, Zaragoza es ya una parte decisiva de su persona, de su vida. “Al final, el entorno nos acaba definiendo. Y Zaragoza está teniendo mucho que ver en mi rendimiento. Yo estoy convencido de que por algo me tocó venir aquí… que por algo fue en esta ciudad… en este club. Creo que todo pasa por algo. Todo ha sumado para que este momento mío y del club sea bueno, como lo es”, subrayó.

Como ocurre con todos los protagonistas de la película contemporánea del Real Zaragoza, a Cristian Álvarez le encantaría que este idilio de los últimos meses pudiera concluir felizmente, con la satisfacción plena del ascenso a Primera División. Un sueño complicado de plasmar, pero no imposible. Algo que remataría un año idílico para el cancerbero sudamericano en La Romareda. “El cariño de la afición lo asumo con mucho agradecimiento. Y también con la ilusión de poder seguir ofreciendo este nivel, que es lo más difícil. Cada fin de semana la gente se está ilusionando más, no solo conmigo, sino con todo el equipo. La energía es mucho más positiva y eso lo estamos sintiendo todos. Ayuda mucho a ver las cosas mejor cada día”, añadió.

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