Aquella depresión de fin de año que es necesario dar la vuelta como un calcetín

El Zaragoza se juega la temporada en la fase del calendario que, en diciembre y Reyes, lo abocó a su peor solvencia. El momento exige ahora sumar el doble de puntos que entonces.

Imagen del partido Real Zaragoza-Barcelona B, con el balón y los jugadores atascados en el agua y el barro en la lluviosa noche de enero... en la que el equipo aragonés también se obturó peligrosamente.
Aquella depresión de fin de año que es necesario dar la vuelta como un calcetín
José Miguel Marco

¿Se acuerdan de esta fase de la temporada, de esta secuencia de partidos? Sporting de Gijón-Real Zaragoza (0-1). Real Zaragoza-Cádiz (0-2). Albacete-Real Zaragoza (0-0). Valladolid-Real Zaragoza (3-2). Y Real Zaragoza-Barcelona B (1-1). 

Corresponde a los 5 últimos choques de la primera vuelta de la actual liga 2017-18. Un tramo que iniciaron los de Natxo González con una victoria de gran valor en El Molinón de Gijón, con un gol de Delmás, en lo que supuso un espejismo para la vista del zaragocismo, una mentira perceptiva puntual que escondía un mes largo de malos resultados, peor juego, malas vibraciones alrededor del vestuario, crisis de identidad en el parón navideño, dudas en la sala de mandos del club sobre la conveniencia o no de que Natxo siguiera al frente del proyecto, la salida al paso de Lalo y Barba -el área deportiva- para salvar de la destitución a su entrenador franquicia, reuniones con los jugadores, días de máxima tensión y responsabilidad en todos los rincones de la entidad a la espera de una imperiosa reacción...

Ganó el Real Zaragoza 0-1 en Gijón en una tarde que ya venía apurada, pues llegaba el equipo blanquillo a Asturias con solo 3 puntos de distancia sobre el Lorca FC, que marcaba el descenso a Segunda B entonces, en la 17ª jornada. Se dio un impulso moral importante ese día, en el que se cogió al Sporting en sus horas más bajas, con el exzaragocista Paco Herrera a punto de ser despedido del banquillo gijonés dentro de un galimatías de enormes dimensiones que agravó el penalti que le paró Cristian Álvarez a Michael Santos en el minuto 90 para evitar el empate postrero de los rojiblancos. Era el 3 de diciembre, recién empezado el último mes del año natural.

Pero ya no ganó más el cuadro zaragozano en la recta final de la primera vuelta. En los siguientes 4 partidos, hasta el giro del calendario, la cosecha fue de dos derrotas y dos empates. El varapalo en la Romareda ante el Cádiz, el desastre de Valladolid... el feo empate sin goles en Albacete y el chasco bajo el aguacero ante el Barcelona B en el estadio municipal en el primer choque de 2018, con la cabalgata bajo paraguas.

El Real Zaragoza concluyó, tras aquella depresión prenavideña que necesitó de ansiolíticos, en el puesto 16º, a solo 3 puntos del descenso que marcaba precisamente el Barça B. Su balance, 24 puntos, era el peor de la historia a esas alturas en todas las campañas vividas en Segunda por la entidad blanquilla. Y marcaba un promedio alarmante de cara a la segunda mitad del torneo, que auguraba severos problemas de estabilidad de no mediar una reacción firme y rápida, como acabaría felizmente ocurriendo con el paso de varias semanas.

Ahora, una vez alcanzado de nuevo el mismo trecho del programa liguero, justo cuando la liga va a decir adiós y va a entregar premios y castigos a los 22 componentes de la Segunda División, el Real Zaragoza, enormemente mejorado respecto de aquellos días de dudas, resquemores y miedos generalizados, se juega la nota final de su curso precisamente en el mismo periodo en el que estuvo a punto de despeñarse por el abismo y de entrar en barrena en una dinámica crítica que recordaba mucho lo sucedido en tiempos pretéritos aún cercanos y presentes en los cerebros de todo el zaragocismo.

Sporting de Gijón, Cádiz, Albacete, Valladolid y Barcelona B serán los 5 últimos test que darán forma a los logros y calificaciones del Real Zaragoza en los días de mayo y las primeras horas de junio. Y, por descontado, los muchachos de Natxo González están obligados a darle la vuelta como un calcetín a aquellos réditos obtenidos frente a los mismos rivales hace 5 meses, en campos invertidos obviamente.

De aquellos 15 últimos puntos de la primera vuelta, el Zaragoza solo fue capaz de sumar 5. Hoy en día, si quiere conservar, como mínimo, el puesto en la zona de promoción de ascenso que ostenta tras la 37ª jornada, necesita doblar ese nivel de solvencia. Si repitiera los réditos del primer paso por meta, es prácticamente seguro que no jugaría la fase de 'play off' en pos de un pasaporte hacia Primera División.

De lo hecho en la primera vuelta ante este repóquer de adversarios, solo sirve el triunfo ante el Sporting de Gijón, que esta vez deberá llegar en La Romareda. No se contempla como suceso digerible una doble derrota en los otros cuatro partidos restantes, cosa que sí sucedió entonces frente a Cádiz y Valladolid, ahora ambos metidos de lleno en la misma pugna que el Zaragoza en el rol de rivales directos. Y, mucho menos, si esto se diera, que pueda venir acompañada por dos simples empates frente al Albacete y el Barça B, como tuvo lugar hace 5 meses.

La reverberación que provoca en la memoria zaragocista el recuerdo de aquel preocupante camino vivido en el pedazo de calendario con el que, ahora, va a concluir el torneo liguero, produce un doble efecto en el ánimo general. Primero, poner en alerta a todo el mundo de que por esta senda ya se pasó en su día, sufriendo grandes problemas de identidad y solvencia. Y, segundo, que si alguna fase de la liga llama a una revancha, a una restitución del amor propio, es precisamente esta que ahora será decisiva. Ahí está el reto. Con un gran premio como corolario si se hace correctamente.

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