Tebas ya "no organiza el campeonato" de liga, sino "una industria de entretenimiento"

El abogado oscense, presidente de la Liga de Fútbol Profesional, reconoce y subraya la radical mutación del objeto social del ente que tutela el fútbol de élite en España.

Javier Tebas, presidente de la Liga de fútbol profesional
Javier Tebas, el pasado día 4 en Huesca, durante una charla.
Rafael Gobantes

Javier Tebas, abogado oscense y presidente de la Liga de Fútbol Profesional (LFP) desde 2012, no deja de sorprender cada vez que ofrece declaraciones públicas en los medios de comunicación. Leo con atención e interés la entrevista concedida este martes al diario AS de Madrid y concluyo con la confirmación de lo que viene tomando forma en mi criterio hace largo tiempo sobre la metamorfosis global y absoluta a la que se está sometiendo al fútbol español en el último lustro.

Tebas hace ya un par de años que no se esconde al denominar abiertamente al fútbol profesional como "industria del fútbol" o "negocio del fútbol". La matriz de deporte, el valor de elemento aglutinador de gentes de cada lugar, ese amor por los colores y el escudo en cada ciudad, en cada pueblo, se han convertido en valores enormemente devaluados por la modernidad instaurada a través de la LFP en el modus operandi del día a día del balompié español (lo de balompié es probable que también chirríe con miles de decibelios en los oídos de Tebas, por motivos obvios).

En esta nueva entrevista, además de admitir que su nuevo sueldo como máximo responsable del ente es de 2,2 millones de euros brutos (aprobado por los propios clubes), Javier Tebas da un paso más allá en el proceso imparable de mutación de este ámbito de la vida, el fútbol de élite, que a tanta gente interesa y de la que tanta gente vive directa o indirectamente. El ejecutivo aragonés, que vuelve a presumir de que bajo su mandato "hemos cambiado el fútbol profesional" (aserto que siempre es su bandera, especialmente cuando describe la reducción enorme de la deuda y ruina que llegó a envolver a los clubes hace una década), emite una nueva autodenominación del objeto social de la LFP, que lo aleja a mucha distancia de la sustancia madre que siempre tuvo la liga de fútbol, el deporte del pelotón de toda la vida.

"De organizador del campeonato hemos pasado a ser una industria del entretenimiento", sostiene con énfasis. Impresionante. Contundente. Cristalino. Lo dice Tebas. Lo dice la LFP.

Ya no hay subtefugios para esconder lo que viene siendo una realidad hace muchos días. Quien no quiera verlo es porque no tiene voluntad de hacerlo. Es palmario. El fútbol profesional no es lo que fue ni lo será, seguramente, una vez lanzado a toda velocidad por los terrenos del 'bussines show', del negocio del espectáculo puro y duro, del multimillonario beneficio de un nuevo elemento de masas a ofrecer a través de la televisión y las incontrolables redes sociales e Internet. Lo de menos es ahora el fútbol, el campeonato, la esencia del deporte. Lo de más, es el dinero, los millones de euros a ganar y a repercutir en formato de ganancias entre todos los actores (corales) que entran en danza en esta, cada vez más, macro industria especializada.

Tebas lo redunda en varios pasajes más de esta entrevista en AS. Le pregunta el periodista, Alfredo Matilla, "¿qué hará cuándo deje la patronal?", o sea, la LFP. Y Javier responde: "Puedo cambiar bastante. Me gusta la industria del fútbol. Puedo aportar mucho. Me gustaría ser parte de la reconstrucción audiovisual que hay en marcha". En la siguiente cuestión, se le sugiere que "hay quien deja caer que su futuro está en la Federación". Y Tebas niega: "No. No es el modelo de industria que defiendo. No tiene las competencias adecuadas". No aparece la palabra fútbol por ningún sitio. Ni el sustantivo deporte. Las nuevas claves con "industria", "audiovisual", "reconstrucción", "competencias"...

Y, el estrambote final llega cuando Tebas cuenta los planes de la LFP a corto y medio plazo. "El objetivo es convertirnos en una industria de entretenimiento referente en el mundo. Competimos con las grandes ligas y con Netflix, Amazon Premium, HBO... Debemos estar preparados, el 70 por ciento de los ingresos viene por la tele", señala. Es decir, incluye a la liga española de fútbol en el mismo vagón de ofertas de televisión servida en plataformas temáticas.

Y uno, a bote pronto, se pregunta en voz alta: "Entonces, en este nuevo statu quo, ¿qué es, por ejemplo, el Real Zaragoza?". Evidentemente algo alejado del viejo club de 1932, el de nuestros padres y nuestros abuelos, el de Torrero, el del cambio a La Romareda, el de los Alifantes, los Magníficos, los Zaraguayos, el equipo de Beenhakker, el de la Recopa... Es algo que se va alejando a años luz de su núcleo, de su sustancia gris llena de resortes de cariño a los colores blanco y azul, a la herencia del Zaragoza tomate y el Iberia avispa, del sentir de grupo y pueblo que aún rige en los más veteranos, en los peñistas que no van más allá de esos valores básicos del ancestral balompié que mamamos en las calles y las eras desde niños, en los campos de tierra de la regional y en los vestuarios con duchas de tubos de plomo taladrados para que el agua cayera en fila y quitase el barro de varios futbolistas a la vez en casetas de adoba.

El Real Zaragoza, si Tebas lo coteja con Netflix, Amazon Premium o HBO es, digamos, un canal temático de la nueva "industria del entretenimiento" en la que esta gente ha convertido el campeonato de liga en España. Uno de 42 canales que tiene esta plataforma que se ha adueñado del motor del viejo fútbol para construir otra cosa bien distinta y distante. Es decir, uno siente que está cubriendo la información de la Paramount Pictures, de Discovery Channel, del canal de Música Clásica o del Canal Cocina. La asistencia a las gradas de La Romareda no es lo prevalente. Cuenta mil veces más para el "negocio" el 'share' de audiencia por televisión o a través del 'streaming' en Internet de la señal televisiva que se ofrece en exclusiva desde el estadio. A los periodistas ya no los acredita, en buena parte (enseguida será en toda), el club. Los controla la LFP, los ubica, los autoriza, los desautoriza en su caso. El viejo formato está totalmente desnaturalizado en todos los sentidos y direcciones. Ya no es, ni será nunca. 

Esto, en sí, mirado con intenciones objetivas, no es ni bueno ni malo. Simplemente, convierte el asunto en diferente. Mata y tritura las estructuras y conceptos del viejo fútbol y pone en vigor un neomercado de enorme poder lucrativo que necesita de otras coordenadas de comportamientos bien diferentes a las que rigieron durante décadas y décadas en y alrededor del balompié en España.

Esta moderna órbita de funcionamiento de las cosas, es fundamental que se tenga en cuenta por todo el mundo para saber lo que es hoy en día el fútbol, lo que es el Real Zaragoza dentro de esa trama que ha armado la LFP con Tebas a la cabeza, lo que somos cada actor del día a día en la vida de un club de siempre. Porque la moneda de curso legal ha cambiado. Ya no es la misma ni tiene el mismo valor en mano. O se tiene claro esto, o será imposible entender muchas cosas que suceden y sucederán en lo que viene por delante.

Bienvenidos, por lo tanto, a la industria del entretenimiento de la que el Real Zaragoza es una pieza más. Al negocio del fútbol. A la reconstrucción multimillonaria del espectro audiviovisual en España y, por extensión, en su expansión global por el mundo. Y, para los más viejos del lugar o para los más tendentes al romanticismo, vayan poco a poco olvidándose de los detalles que enraízan los sentimientos zaragocistas con la herencia de vivencias de décadas atrás, de la importancia de los colores, del escudo... Eso es ahora, se ha convertido por fuerza, en cuestión de culto personal, en 'petit comité', de acciones introspectivas. Lo que rige oficialmente, y más que va a regir, es otra cosa. Que utilizando como base el viejo fútbol y sus estructuras, ha ido modelando sus entrañas y, finalmente, su fachada, su cara vista, hasta convertirlo en un monstruoso eje comercial que, dinero mediante, arrasa con la costumbre y la tradición. Como concluían muchas historias en los también viejos e incunables tebeos... (CONTINUARÁ).

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