Zapater: la leyenda del indomable sigue viva

Un nuevo partido redondo del capitán del Real Zaragoza, frente al Huesca, mantiene al ejeano firme en su papel indispensable en el medio campo, sea cual sea la misión a cumplir.

El capitán Zapater, en la piña de jugadores zaragocistas durante la celebración del gol de Javi Ros al Huesca el pasado sábado, con el rostro pletórico, poseído por la emoción del momento.
El capitán Zapater, en la piña de jugadores zaragocistas durante la celebración del gol de Javi Ros al Huesca el pasado sábado, con el rostro pletórico, poseído por la emoción del momento.
Oliver Duch

Alberto Zapater, en su año II después de su resurrección como futbolista tras el calvario de Moscú y el milagro de Ubieto y los demás recuperadores del Real Zaragoza, sigue desafiando a todos los males del mundo, del continente, del país, de la región y de la ciudad, que de todos hay flotando junto al polen en el aire, para mostrarse como pieza indispensable en el actual equipo de la temporada 2017-18. Su partido ante el Huesca el pasado sábado fue una prueba más de que su leyenda, la del indomable, sigue viva, vigente hasta nueva orden del destino. Omnipresente en todos los metros cuadrados del campo entre área y área, más rápido que nadie para salir al corte en balones comprometidos, lúcido para mover la pelota a la primera cuando de desahogar espacios se trató, Zapater se erigió en una bisagra clave para sostener el equilibrio táctico del sistema de Natxo González

La tozudez del cincovillés, similar a la del personaje de Paul Newman en la mítica película de 1967 (Luke, un reo que vuelve loco al alcaide, a toda la tropa de guardias y a la jauría de perros matones que salen a buscarlo cada semana por el bosque en cada una de sus múltiples fugas y que se acaba convirtiendo en el ídolo y héroe del presidio por puro liderazgo), no tiene ni tendrá jamás parangón en el Real Zaragoza para sobreponerse a todo tipo de contratiempos, trampas, cepos o zancadillas que la vida, el día a día, le pueda poner por delante. Es todo trabajo, todo aplicación, todo intensidad en su labor, todo cariño a lo que hace vestido de blanco y azul. Y, con esas premisas fijas cada vez que sale al campo con el '21' a la espalda, el día en el que las cosas salen bien, tanto en el ámbito individual como en el colectivo porque el equipo funciona al unísono, Zapater siempre acaba con el sobresaliente en el expediente. Es pura lógica.

Si se trata de ganar un concurso de ver quién es capaz de comerse más huevos duros en una sentada, 'Luke' Zapater ganará a todos. Nadie lo dude. Si la cosa consiste en despistar y agotar a tres docenas de dobermans que buscan su yugular o su femoral, 'Luke' el de Ejea se meterá en el río bajo el agua y respirará por la caña de un junco 20 minutos si es preciso hasta que los canes carnívoros queden en evidencia y vuelvan a casa reventados y sin éxito. Lo de Zapater es el 'remake' del siglo XXI de aquella obra magistral que es 'La Leyenda del Indomable'. Un tipo persistente, con personalidad de acero, con carisma en el grupo. Sin ser un 10 en nada, es bueno en todo. Muy bueno en los días muy buenos. Y, sobre todo, fiel y leal a lo suyo. A los suyos. De los que jamás dejarán en la estacada porque, entre otras cuestiones mayores, va tan de cara que se le ve venir desde lejos, desde muy lejos.

Observar el rostro del ejeano cuando Javi Ros anotó el gol victorioso el sábado pasado es un análisis de ADN completo hecho en un simple plano corto de cámara. El cerebro zaragocista de Zapater ya le provocó el año pasado algo similar cuando Casado le marcó al Huesca el 1-0 definitivo en los últimos segundos de aquel derbi de La Romareda que ya terminaba. Este año, se repitió en él la reacción corporal, gestual, de tonalidad de piel, de plétora, de pulsaciones, de tensión cardiaca. Lo celebró cercano al llanto, quebrando las cuerdas vocales en un grito solo audible a menos de 40 centímetros a consecuencia de la fiesta en el estadio.

En Zapater, como se vio el sábado por enésima vez (habrá más), hay infinidad de valores añadidos a los de un futbolista fuera de categoría en Segunda División que está aportando mucho más de lo que todo el mundo podía esperar hace solo dos años porque la confluencia astral quiso que así sucediese el actual presente. Un Zaragoza de plata, sin medios económicos de cierto nivel, jamás habría podido contar con un Zapater en plena forma y sin haber caído casi abatido por un carrusel de lesiones severas que le indicaron en su momento el camino de la retirada. Y, a la inversa, ese Zapater próximo a la invalidez como profesional del fútbol de élite, en ningún momento hubiera regresado al Real Zaragoza de no concurrir el depauperado panorama que se dio el año pasado cuando se consumó su retorno. Todo está perfecto, por lo tanto. El puzle de la vida ha querido que esto sea así. Una señal celestial, quizá.

Y una vez reactivado el futbolista, una vez puestos los medios en el equipo para intentar aspirar al necesario regreso a Primera (el sueño perenne de Zapater antes de su adiós definitivo, por edad, a esto del pelotón), a este 'Luke' indomable no hay alcaide, guardias o perros que lo paren. Es el capitán entre las cuatro paredes del barracón. Y lo demuestra cada día y, lo más importante, en cada partido. Sabe cómo hacer un túnel con una cucharilla, medir la distancia para asomar como un topo al otro lado de la verja. Sabe que ahí dentro solo se puede tener credibilidad a base de compañerismo, de honradez, de fomentar la cercanía y la solidaridad en el grupo que lo tiene como referencia natural, sin postizos. Ante cualquier otro afán de liderazgo, siempre ganará Zapater, como 'Luke' el indomable. Y si la amenaza de 'la nevera' se hace realidad, no hay problema. Una vez salga de ella, volverá a ser el mejor en lo que toque. De pivote, de volante, por la derecha, por la izquierda, con vocación defensiva, teniendo la obligación de llegar arriba, lanzando faltas, cabeceando córners, dando asistencias de gol... da igual.

Es lo que hay. Solo es cuestión de no ver el fútbol con las gafas de madera. Evidentemente, lo de Zapater en esta segunda etapa en el Real Zaragoza es un peliculón. Como aquel al que tanto se parece: 'La Leyenda del Indomable'.

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