Figueroa Vázquez, árbitro en Vallecas... ¿no había otro para un día así?

El Comité Técnico de Árbitros ha designado al andaluz para la 'final' del Real Zaragoza ante el Rayo. Sus antecedentes con el equipo aragonés obligan, inevitablemente, al estado de alerta.

Figueroa Vázquez, su designación para el partido de Vallecas y varias imágenes de sus graves polémicas con el Real Zaragoza en los últimos partidos dirigidos al club aragonés.
Figueroa Vázquez, su designación para el partido de Vallecas y varias imágenes de sus graves polémicas con el Real Zaragoza en los últimos partidos dirigidos al club aragonés.
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Jorge Figueroa Vázquez, veterano de 41 años, es, una vez retirado su paisano andaluz López Amaya, el árbitro con mayor aura de polémica en torno a sus actuaciones con el Real Zaragoza en los últimos cinco años, los que lleva el cuadro aragonés en la división de plata. Lo dicen los antecedentes y, sobre todo, los datos estadísticos. Por supuesto, también las secuelas personales y societarias que han generado, por reiteración y gravedad de lo acontecido, las múltiples ocasiones en las que este juez deportivo ha tenido que hacer su faena con el Real Zaragoza como uno de los protagonistas de los partidos de turno.

Pues bien, para un partido de la envergadura del Rayo Vallecano-Real Zaragoza del próximo domingo en Madrid (18.00, estadio de Vallecas), el Comité Técnico de Árbitros ha decidido que sea precisamente Figueroa el que arbitre el duelo, con calibre de 'final' por el ascenso para ambos equipos, mucho más para los zaragocistas, que llegan al galope remontando desde atrás durante toda la segunda vuelta del torneo liguero.

Desde el último escándalo de este árbitro con el Zaragoza de por medio, en septiembre cuando el Nástic de Tarragona visitó La Romareda y decidió la expulsión de Borja Iglesias antes del descanso en una acción de 'agresión' al portero visitante que no pudo ver porque, simplemente, no existió (ese lance marcó el devenir del partido, que ganaba 1-0 el equipo blanquillo y acabó empatando 1-1), los miembros de designación habían alejado a Figueroa de la vida zaragocista por el bien de todos. Una medida lógica, de sentido común, pues era evidente que con este colegiado sevillano viene lloviendo sobre mojado hace mucho tiempo. Y, por ello, resulta enormemente sorprendente que, justo ahora, en el partido de mayor relevancia que puede restarle al Real Zaragoza en lo que queda de temporada, el de Vallecas, vuelva a asomar la figura de Figueroa Vázquez para dirigirlo silbato en boca.

¿No había otro? Seguro que sí. No parece una postura muy acertada la de cargar de bombo y percusión, desde el prisma arbitral, un partido tan trascendente pudiendo decidir que el juez del choque fuese cualquier otro de los emergentes árbitros de Segunda División que trabajan por los campos de la Liga 123 a lo largo del curso que ya termina. Y no lo es porque, suceda lo que suceda, se añade a este partido un elemento de fricción indeleble, una pieza molesta que apunta a repercutir en todos los sentidos, también en su propia persona. Es como rizar el rizo demasiado. Como buscar un ejercicio de puridad a martillazos, como queriendo demostrar un no sé qué respecto de la figura independiente, pulcra e íntegra de un árbitro que, sin embargo, no deja de ser persona, humano y, por ende, no es ajeno a su pasado, a su presente, al medio ambiente que lo rodea, a las circunstancias que concurren cada día en su puesto de trabajo, a los inputs que le llegan en los 360 grados de su alrededor.

Queja oficial ante Sánchez Arminio

Porque con Figueroa Vázquez, el Real Zaragoza se vio obligado en septiembre a acometer un hecho sin precedentes en su historia reciente: emitir una queja formal al Comité que preside Victoriano Sánchez Arminio, firmado por el presidente Christian Lapetra, en el que trasladó su hondo malestar por lo sucedido en La Romareda aquel día del Nástic, con agravios que se denunciaron en tal escrito. El club zaragozano denunció la incorrecta actitud y la conducta de Figueroa durante y después del encuentro, el trato de este colegiado a los futbolistas de la escuadra aragonesa. Al margen de cuestiones o errores de índole técnico, el Real Zaragoza hace hincapié en el talante inapropiado de Figueroa Vázquez a la hora de adoptar su decisiones disciplinarias.

Ese día trascendieron varias conversaciones de dentro del terreno de juego en las que el árbitro andaluz manifestó un comportamiento desafiante con los jugadores locales. También cruzó palabras de tono imperativo con el delegado de campo Alberto Belsué y con varios de los miembros del banquillo del Real Zaragoza. Con un intimidatorio “os conozco, os conozco”, el árbitro sevillano interpretó que los futbolistas del conjunto aragonés simulaban las zancadillas, los empujones, los derribos, los agarrones. Así fue minando el ánimo de los hombres de Natxo González durante el primer tramo del partido, hasta que, mediada la primera parte, comenzó el carrusel de tarjetas amarillas -discriminado si se coteja el criterio con uno y otro equipo- que concluiría con la injustificada expulsión de Borja Iglesias por una agresión que no fue tal sobre el portero macedonio Dimitrievski. También a Febas le sancionó con una amarilla desproporcionada, después de sufrir varias faltas de los jugadores rivales. El jugador ilerdense bajó la cabeza y el colegiado lo entendió como desaire, en plena bronca de La Romareda, amonestándole.

Figueroa Vázquez no terminó su trabajo en el césped. Después, en la zona de vestuarios, redactó el acta como es habitual en cada partido y, en el apartado de otras incidencias, reflejó un episodio con Luis Carlos Cuartero, director general del Real Zaragoza, ocurrido según su testimonio en el túnel de vestuarios: "Una vez finalizado el encuentro y mientras nos dirigíamos a nuestro vestuario, en el túnel de acceso al mismo, una persona identificada por las fuerzas de orden publico como D. Luis Carlos Cuartero Laforga, Director General del Real Zaragoza se dirigió a nosotros en los siguientes términos: ¡No le ha dado, te lo has inventado! todo ello en repetidas ocasiones mientras nos seguía hasta nuestro vestuario. Increpándonos constantemente durante el trayecto de forma reiterada teniendo que ser finalmente apartado por las fuerzas de orden publico puesto que no remitía en su actitud". Figueroa Vázquez solicitó a la policía que identificara a Cuartero, aunque fue el dirigente aragonés, voluntariamente, quien le comunicó su nombre, apellidos y cargo al colegiado.

La roja a Ratón en Oviedo, el gol anulado a Eldin en Lugo

El año anterior, en Oviedo, cuando el Real Zaragoza se jugaba la vida (literal) pues el descenso a Segunda B era una amenaza real, Figueroa se la lío al equipo en la recta final del partido que, milagrosamente, acabó empatando 0-0. El héroe de aquella noche asturiana fue el portero Ratón, que lo paró todo y desesperó a los atacantes ovetenses en un partido sobresaliente. Pues bien, el árbitro sevillano hizo lo que ningún otro ha hecho jamás en el fútbol profesional español: expulsó al guardameta zaragocista en los últimos minutos al mostrarle dos tarjetas amarillas casi consecutivas "por perder tiempo". En la primera amonestación, Ratón estaba siendo atendido por el doctor Honorio Martínez tras haber recibido una patada (no sancionada) de Linares en una parada. Y, en la segunda de ellas, la decisiva para la tarjeta roja, le era imposible sacar de puerta al estar tirado en el suelo, lesionado, Edu García, que requirió también asistencia médica.

Un año antes, en el Anxo Carro de Lugo, Figueroa anuló un gol a Eldin Hadzic, delantero zaragocista, al señalar fuera de juego cuando el jugador había recibido el balón en una cesión voluntaria (y errada garrafalmente) de un jugador lucense hacia su portero. Una barbaridad respecto del reglamento. Una pifia monumental. Nadie daba crédito a tamaña decisión, ni siquiera entre los jugadores del Lugo, que comentaban entre risas con los zaragocistas el flagrante yerro del árbitro. El Real Zaragoza, con ese tanto, se hubiese ido al descanso ganando 1-3. Ese error, en una tarde donde hubo otros más (no expulsó al central gallego que hizo el penalti a Borja Bastón en el 0-1, cuando era un derribo en clara ocasión de gol) permitiría la reacción posterior de los locales y el partido acabó 3-3, volando una victoria aragonesa que dejó un amargo paladar por la injusticia sufrida en el arbitraje.

Solo una victoria en 11 partidos con Figueroa

Sin entrar en más detalles, para no hacer una novela de esta reseña, los números estadísticos de Figueroa avalan la evidente querencia al lío de este árbitro sevillano con el Real Zaragoza en el campo. Los aragoneses solo han podido ganar uno de los 11 partidos en los que el sevillano ha ejercido de juez en el último lustro, cuando sus caminos han coincidido en esta época en Segunda División.

Con él, en la temporada 13-14, el Zaragoza perdió 1-2 con el Numancia en La Romareda y, en la segunda vuelta, en Los Pajaritos, se dio un empate a 2 goles.

En la 14-15, el equipo zaragocista empató 1-1 con el Sabadell en casa, 2-2 en Albacete, 0-0 ante el Lugo de nuevo en La Romareda y, finalmente, en el estadio municipal, perdió 0-2 ante Las Palmas. Proseguía el 'gafe' blanquillo con Figueroa al frente.

En la 15-16 surgió la rara avis del triunfo aragonés, aquel 1-3 en Albacete con Popovic en el banquillo, un duelo que decantó el Zaragoza enseguida, con un 0-2 en 10 minutos y el 0-3 antes de la media hora. No hubo lugar ese día para horadar semejante despliegue anotador zaragocista.

En la 16-17, se dio el citado 3-3 de Lugo, con serios perjuicios al Zaragoza. También la derrota por 1-2 ante el Nástic en La Romareda, en otra tarde confusa de Figueroa. Y el referido 0-0 de Oviedo, con la estrambótica roja a Ratón.

Y este año, en los albores de la 17-18, surgió el episodio más estruendoso. El contado del 1-1 ante el Nástic de Tarragona, la roja a Borja Iglesias, los amedrentamientos a los jugadores zaragocistas ("os conozco, os conozco", les decía cuando el 95 por ciento de la plantilla era nueva) y la denuncia de acoso por parte de Luis Carlos Cuartero que, en unos días, quedó desactivada por parte del Comité de Competición por falta de sustento, lo que dejó a Figueroa a la altura del betún en su narración en el acta.

Vistos estos antecedentes... ¿de verdad que no había otro árbitro para designar la dirección del Rayo Vallecano-Real Zaragoza de este próximo domingo en Madrid? Alguien, en un exceso de celo, ha podido gestar un problema donde no debería haberlo. Ante estas circunstancias, ojalá todo salga bien, no fluyan cuestiones polémicas durante el partido y nadie (ni el Rayo ni el Zaragoza) tenga que acabar acudiendo a citar esta jurisprudencia de Figueroa con el equipo zaragocista en juego. No se lo han puesto fácil a nadie con esta decisión. Ni al Real Zaragoza, ni al Rayo... ni a Figueroa Vázquez. Con lo fácil que era adjudicar este vital partido a otro...

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