¿Ganó alguna vez la SD Huesca en La Romareda al Real Zaragoza?

Sí, por 0-1. Fue en un extraño Trofeo Ciudad de Zaragoza-Memorial Carlos Lapetra, en octubre de 2010. Un triangular con el Teruel, con tres partidos de 45 minutos entre la terna de rivales.

El equipo del Huesca que ganó 0-1 al Real Zaragoza en el 3x1 del Trofeo Ciudad de Zaragoza-Memorial Lapetra de 2010. Titular de la crónica de HERALDO DE ARAGÓN y fichas de los tres 'mini partidos' entre Zaragoza, Huesca y Teruel.
El equipo del Huesca que ganó 0-1 al Real Zaragoza en el 3x1 del Trofeo Ciudad de Zaragoza-Memorial Lapetra de 2010. Titular de la crónica de HERALDO DE ARAGÓN y fichas de los tres 'mini partidos' entre Zaragoza, Huesca y Teruel.
Toni Galán/Heraldo Documentación

Tres partidos de liga en Segunda en los últimos años, un par de eliminatorias de Copa entre el final de los setenta y la mitad de los ochenta... la historia de los enfrentamientos oficiales entre el Real Zaragoza y la SD Huesca en el estadio de La Romareda, inagurado en 1957, es más bien escueta. En ellos, los oscenses nunca lograron una victoria en terreno zaragocista. Entonces, ¿se puede encontrar algún evento en el que la SD Huesca saliera vencedor del campo zaragocista?

La respuesta es sí. El Huesca ganó 0-1 en un extraño Trofeo Ciudad de Zaragoza-Memorial Carlos Lapetra, en octubre de 2010. Era la XL (40ª) edición de esta tradicional cita, normalmente veraniega y de presentación del equipo blanquillo que, en los años negros del agapitismo, se celebró en los días de las fiestas del Pilar, fuera de sitio, y con formatos y adversarios muy singulares. En ese año, entre Agapito Iglesias (accionista mayoritario de la SAD blanquilla), el Gobierno de Aragón y el apoyo del Ayuntamiento de la ciudad, se inventaron un triangular entre zaragocistas, oscenses y el CD Teruel, los tres equipos representativos de las tres capitales aragonesas. Se jugaría bajo el método conocido como 3x1, es decir, todo seguido, en una misma tarde-noche, con tres partidos de 45 minutos entre la terna de rivales.

El Real Zaragoza, entrenado por José Aurelio Gay, militaba en Primera División. El Huesca, bajo la batuta de Onésimo Sánchez, estaba en Segunda. Y el Teruel competía ese curso en Segunda B, dirigido por Ramón María Calderé. En una Romareda vacía -apenas 2.000 espectadores acudieron al raro acontecimiento-, primero empataron 0-0 los altoaragoneses con los turolenses. A continuación, el Real Zaragoza superó al Teruel por 2-0, con tantos de Braulio y Boutahar. Por lo tanto, en el tercer tramo de tres cuartos de hora, entre los blanquillos y el Huesca, se decidía el vencedor de ese año del clásico trofeo zaragocista. A los de Gay les servía el empate.

El Huesca dio la sorpresa, para regocijo de sus contados aficionados en la grada y, sobre todo, de sus dirigentes, que vivieron una jornada histórica desde primeras horas de la mañana en Zaragoza (al igual que muchos de los presentes en el protocolo de ese atípico evento con tintes aragoneses gestado en las entrañas de la DGA), con una comida oficial y una sobremesa repleta de anécdotas y momentos tirantes, por estrambóticos, con directivos, ejecutivos y políticos como principales actores de la jornada. Los de Onésimo marcaron un gol a falta de 10 minutos para el final, obra del capitán Luis Helguera -a la sazón, exzaragocista- y pasaron a engrosar el palmarés del Ciudad de Zaragoza-Memorial Lapetra para siempre.

Se trató de un torneo amistoso, sabido es. De una iniciativa única que jamás tuvo ni tendrá continuidad. De un cartel que se consideró como una inaceptable devaluación del espíritu que siempre tuvo el Ciudad de Zaragoza, nacido en 1971 con equipos invitados siempre de primer orden internacional. Pero fue. Y existió. Y tuvo ese final tan inesperado en Zaragoza y tan celebrado en Huesca. Y ahí está para los restos. Indeleble en la historia de unos y otros.

Aquel Zaragoza llegó a aquella primera semana de octubre penúltimo clasificado (19º), sin conocer la victoria en Primera, con 3 empates y 3 derrotas, apenas 3 puntos. Al Huesca, en Segunda, no le iba mejor. Era antepenúltimo (20º), también sin saborear todavía el triunfo, con 2 empates y 4 derrotas y, por ende, solo 2 puntos en la clasificación. A Onésimo, el entrenador azulgrana, aquel anecdótico éxito en la vacía Romareda le dio aire y le vino de maravilla para recuperar el ánimo de los suyos. Por el contrario, a Gay le sentó como un tiro en el pie el bochorno de la derrota final ante los oscenses. De hecho, duraría muy pocos días al frente del Zaragoza y, tres semanas después, daría paso a Javier Aguirre en el banquillo de aquel inestable y loco Zaragoza del agapitismo.

El Huesca, en amarga denuncia posterior de su consejero delegado (actual presidente) Agustín Lasaosa, puso en evidencia que el Real Zaragoza no les facilitó ningún tipo de tentempié, bocadillo o similar cuando, al concluir el evento, cerca de la media noche, la expedición del Huesca partió en autobús rumbo a la capital altoaragonesa. Y eso que Agapito Iglesias, en esas fechas, era ya el socio 4.000 de la SD Huesca por mor de la iniciativa del Gobierno de Aragón y del hecho de que su empresa, Codesport, fuera la encargada de llevar a cabo la remodelación del estadio de El Alcoraz. Fue aquel 10 de octubre de 2010 un día de grandes fotos, de curiosas presencias en la comida oficial, de conversaciones calientes a los postres, ya tras los cafés. Con sujetos protagonistas que, en algunos casos, siguen en vanguardia directiva en sus tareas. El presente de 2018 ya se podía olisquear en aquel octubre convulso de 2010. Sobre todo, vía Huesca.

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