Borja, la sonrisa eficaz

Con muy poco, el ariete fabricó un gol que entró llorando. ¿Llorando o riendo? Ese tanto significó la felicidad de un Zaragoza victorioso ante un rival que tocó y tocó para no concretar nada

Borja Iglesias salta por encima de Isaac Carcelén.
Borja Iglesias salta por encima de Isaac Carcelén.
César Manso

La pelota entró llorando, pero en verdad era riendo. Ese gol que casi no penetra en la portería de la Cultural Leonesa introduce de nuevo al Real Zaragoza en la zona de la promoción de ascenso a Primera. Y todo riendo... O mejor dicho, sonriendo, que es más discreto y ayer el partido tampoco fue para tirar cohetes. Lo mejor, quizá lo único, fue el gol. El pase preciso de Javi Ros y la definición eficaz de Borja Iglesias en el hábitat en que mejor se expresa, cuerpeando, porfiando con el defensa y el portero, y golpeando la pelotita lo justito. Por cierto, ya está bien Isaac Carcelén (Iza) donde está, ya... Igual que Borja Iglesias, la sonrisa eficaz del Zaragoza.

Aunque conviene desconfiar de quien se ríe siempre tanto como de quien no se ríe nunca, mucho se ha escrito sobre las bondades de la sonrisa. Buena para la salud, dicen. Las últimas tesis lo argumentan desde su efecto activador de ciertos neurotransmisores relacionados con la satisfacción. Cuánta literatura para asegurar que es bueno sonreír... Pero si lo dicen los médicos, por algo será, digo yo. Puestos a estudiar, los galenos han contado uno a uno los músculos que intervienen en el dibujo del alegre gesto. Ojo al dato: de los 36 que determinan la expresión facial, solo una docena están íntimamente relacionados con la sonrisa. O sea, la sonrisa de Borja de ayer la articularon 12 músculos. Se quedaron cortos. Seguro: fueron muchos más. Tantos como corazones (el rey de los músculos) sienten a nuestro Real Zaragoza.

Poca broma con la sonrisa, por tanto. Mucho menos con las que se plasman numéricamente en el marcador. Hasta 16 sonrisas ha pintado Borja Iglesias en el rostro del Real Zaragoza en lo que llevamos de ejercicio liguero, que es mucho sonreír en una Segunda División en la que el gol se administra con cartilla de racionamiento. Solo Jaime Mata (Valladolid) y Sergi Guardiola (Córdoba) han generado más felicidad que el gigante compostelano. Y eso que el ariete zaragocista ha fallado tres penaltis: le pegó al palo ante el Tenerife, y detuvieron la pena máxima los guardametas del Córdoba y del Lugo, respectivamente. Después de desperdiciarlos, el valentón Borja Iglesias pedía lanzar el cuarto, si lo hubiere. Por supuesto, la petición la elevó acompañada de una sonrisa.

Eficaz desde todas las distancias (excepto desde los 11 metros, dicho queda), desde todas las artes, desde todas las posiciones, cualquier argumentación de las opciones de ascenso del Real Zaragoza pasa por la capacidad goleadora de Borja Iglesias. Ayer fue el único elemento diferencial favorable al equipo aragonés. Superando el 60 por ciento de la posesión, llevando el balón y el peso del partido, la Cultural Leonesa se encontró con un rival que aportó al resultado final todos los elementos que fue incapaz de exponer en su trascendental partido como local: un delantero capaz de anotar y un portero capaz de detener. Borja Iglesias supo resolver con el mismo acierto que Cristian Álvarez abortó la clarísima oportunidad de Martínez.

En todo lo demás, en todo lo que no se reflejó en el marcador, la Cultural probablemente fue superior. No con la intensidad y criterio que exhibió Osasuna hace un par de semanas, pero sí con relativa claridad. En el rostro, los músculos zaragocistas fruncieron el ceño en los errores reiterados de Verdasca, el principal factor de desestabilización del sistema defensivo, por encima incluso de la ofensiva leonesa. Fue expulsado Grippo, baja sensible para recibir al Huesca. Benito fue sustituido por Delmás al sufrir molestias en el abductor derecho. No parece grave. El músculo de Benito no iba a amargar la tarde en que sonrieron los 12 músculos faciales de Borja... Y los de los cientos de miles corazones zaragocistas.

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