La batalla del ascenso

Una victoria contra Osasuna empujaría al Zaragoza hacia la zona de promoción por primera vez en la temporada. El técnico Natxo González recupera a Pombo y Simone Grippo

La plantilla del Real Zaragoza, durante la sesión de entrenamiento de ayer en la Ciudad Deportiva.
La plantilla del Real Zaragoza, durante la sesión de entrenamiento de ayer en la Ciudad Deportiva.
Toni Galán

Rozándola con los dedos, como si este momento nunca fuera a llegar, el Zaragoza toca la tierra prometida, la zona de promoción, el lugar mágico tan duramente alejado durante semanas y semanas en una temporada que ha girado su destino. El equipo aragonés ya está ahí. Todo pasa ahora por su fútbol. Ha conquistado el reto más complicado: reconocerse como un equipo con problemas, solucionarlos, levantarse y devolverse la condición de aspirante después de media liga sin un rumbo claro. Esto ha cambiado, y el Zaragoza, propulsado por el queroseno de la ilusión, pero también del fútbol bien ejecutado, visita hoy El Sadar de Pamplona (16.00/Gol TV) con la dulce oportunidad de poner el pie entre la nobleza de la liga por primera vez en mucho tiempo a estas alturas de una temporada. El partido supone un eslabón de dificultad más en la escalada del equipo aragonés. Sus cinco victorias consecutivas se adentran en El Sadar en una cita de indudable dificultad.

El Real Zaragoza viene ganando partidos y cuajando un fútbol de notas altas, pero hoy aún deberá dar un punto más. La exigencia es notable, principalmente por el rival y el contexto que recubre este enfrentamiento de máxima rivalidad. Posiblemente, al Zaragoza no le sea suficiente en Pamplona con jugar bien, clavar su plan y exhibir autoridad. Este tipo de duelos demandan eso y mucho más. El equipo tiene, en cierto modo, una prueba de personalidad, muy necesaria para extraer victorias de terrenos hostiles y frente a rivales directos.

El Zaragoza se enfrenta a Osasuna y todo lo que eso conlleva. Es un recién descendido, con una capacidad financiera -la ayuda de la Liga- que le ha permitido invertir en una de las tres mejores plantillas de la categoría. Juega además en El Sadar, frente a un equipo de buena defensa y duro de roer. El ambiente esperado no necesita presentación. La batalla aún contiene más elementos. El futbolista de Osasuna, su gente, se crece delante del Zaragoza: Oier, Unai García, Roberto Torres, Kike Barja… chicos a los que se les inflaman las venas en este tipo de encuentros. Todo este catálogo de dificultades deberá superar el Zaragoza.

De hacerlo con una victoria, el efecto inmediato será su acceso a la zona de promoción. Osasuna tiene un punto más, pero incluso en función de otros resultados en la jornada el equipo aragonés podría subir a la cuarta plaza. Pero un triunfo en Pamplona revestiría al Zaragoza de algo más. Tendría razones, por su fuerza competitiva, de plantearse cualquier cosa, cualquier objetivo, pues a tiempo está, siempre siguiendo el orden lógico que le ha conducido a este punto actual: ambición e ilusión maridadas con cautela y serenidad.

Para el partido, Natxo González configurará el equipo habitual en su reacción. Regresan Grippo y Pombo al once cumplidas su sanción. El resto, lo habitual, con la columna vertebral al completo, desde Cristian Álvarez a Borja Iglesias, pasando por Eguaras y Febas. Es baja de última hora Papunashvili. El georgiano sufre un golpe en la pierna derecha y tras conversar con Natxo se optó por no forzarlo, principalmente, ante la amplitud de recursos en el fondo del armario.

En Osasuna, Diego Martínez cuenta con toda la plantilla a su disposición. Falta ver si ordenará a su equipo con un 4-1-4-1 o con una formación con carrileros, en 5-3-2, versión usada en determinados partidos. Osasuna, por nombres, merece una posición de privilegio, pero acusa cierta falta de gol. Solo ha marcado dos goles en las últimas cinco jornadas. Sin embargo, compite gracias a su aspereza defensiva. Es un rival incómodo, sellado. Todo un reto para este Zaragoza al que nada parece poder frenar. Hoy, podremos certificar si es así o no.

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