Y el buscado punto de inflexión del Real Zaragoza, resulta que estaba en...

...Alcorcón, a 729 metros sobre el nivel del mar. Latitud: 40° 20? 44? N. Longitud: 3° 49? 29? O. Fue a las 19.50 del sábado 3 de febrero en la grada de Santo Domingo, zona zaragocista.

Vista de satélite de Alcorcón, con el estadio de Santo Domingo señalado en el círculo amarillo.
Y el buscado punto de inflexión del Real Zaragoza, resulta que estaba en...
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Se pasó el Real Zaragoza cuatro meses de su actual andadura liguera buscando su 'punto de inflexión'. Una vez que se acabó su interrupta reacción en la semana del Pilar, cuando ganó al Numancia (3-0), en Lorca (0-2) y empató en La Romareda con el Osasuna (1-1) y pareció haber encontrado el camino hacia la cabeza tras un inicio tan lleno de sensaciones sugerentes como de malos resultados en general, todo fue buscar semana a semana el asidero hacia una recuperación concreta. Algo que supusiera el lugar de impulso para llevar a cabo un repunte solvente, que lo sacase del vagón de la zona de incertidumbre próximó a la cola de la clasificación, donde vivió hasta los primeros días de febrero, hace solo un mes.

Y es que, desde mediados de octubre, atravesando todo noviembre, el obtuso diciembre y el tenso enero, la expresión 'punto de inflexión' no paró de salir de las bocas del entrenador, Natxo González; los futbolistas que acudieron a la sala de prensa; el director deportivo, Lalo Arantegui, cuando tuvo que salir al quite en medio de los brotes evidentes de crisis alrededor de la marcha del equipo; el presidente, Christian Lapetra, que también asomó brevemente en ese tramo temporal; los medios de comunicación en sus intentos de explicar lo que sucedía... Todo el mundo manejó el 'punto de inflexión' como moneda de curso legal, seguramente sin reparar en el fondo el significado y valor de tan manido punto.

Se convirtió en un tic. Un latiguillo reflejo. "A ver si el siguiente partido es nuestro punto de inflexión...". "Ojalá encontremos por fin nuestro punto de inflexión en La Romareda...". "Confío en una victoria que suponga por fin el punto de inflexión que necesitamos...". Fueron oraciones verbales comunes semana tras semana que, por repetidas hasta la saciedad, acabaron generando chanza. De algo serio y trascendente acabó haciéndose una letanía a modo de gag.

Pues bien, ahora que hace varias semanas que, por hastío, el punto de inflexión entró en fase de derogación en los discursos de unos y otros, es precisamente cuando se puede ubicar con concreción dónde halló el Real Zaragoza su tesoro buscado durante 120 días, con sus 120 noches, para obrar una reacción deportiva que lo sacara del peligroso pozo de la tabla y lo llevase cada vez más cerca de la pelea por el ascenso.

Y viene a resultar, observando la trayectoria del equipo, que el 'punto de inflexión' cabe ubicarlo en Alcorcón. Provincia de Madrid. A 729 metros sobre el nivel del mar. Latitud: 40° 20? 44? N. Longitud: 3° 49? 29? O. Fue a las 19.50 del sábado 3 de febrero en la grada de Santo Domingo, zona zaragocista. Allí, ese día frío de invierno, se reunieron unos 700 aficionados blanquillos que, al término del Alcorcón 1-Real Zaragoza 1, tras un partido repelente de fútbol áspero que, pese al punto obtenido, hizo rebosar la capacidad de aguante de los desplazados, gritaron por primera vez el "Natxo vete ya" que, a modo de sismógrafo, ejerce siempre en cualquier equipo (cambiando el nombre del entrenador de turno en la tonadilla) de detonador de crisis seria.

Por si faltaba algo a aquel episodio, que dejó caras muy largas en todos los ámbitos del club y la reacción más extemporánea de Natxo González en una rueda de prensa, cuando amenazó con levantarse y marcharse si se le seguía preguntando por los cánticos de la afición, al término de aquella jornada el Zaragoza acabó, con 31 puntos, a solo 2 del primer puesto de descenso a Segunda B, que ocupó la Cultural Leonesa con 29. Era la peor y más peligrosa situación en la tabla de los zaragocistas en lo que iba de curso.

El Real Zaragoza recibía la semana siguiente al Lugo en La Romareda. Los gallegos llegaban quintos, en puestos de promoción de ascenso. Fue una semana de alta temperatura interior en las tripas del club. Una derrota ante los lucenses, simplemente una 'no victoria', podía inflamar aún más los problemas. Especialmente si iba acompañada de un triunfo de la Leonesa y de la caída aún más abajo en la clasificación. Era una posibilidad. En esos momentos, la que más se aparecía en todas las pesadillas por pura inercia de meses sin atinar con la tecla.

Pues bien, el Zaragoza ganó 2-0 al Lugo y salvó semejante encrucijada de demonios y guadañas, de lío seguro por más que, a la vuelta de Navidad, se diera cuartelillo a Natxo, Lalo y Barba desde las alturas. Y, como se celebra hoy en día, en lo sucesivo, el equipo venció 0-2 en Tarragona, repitió 2-1 ante el Oviedo y, hace 72 horas, redundó en el éxito al derrotar 1-2 al Numancia en Soria.

Del 3 de febrero en Alcorcón al 3 de marzo en Los Pajaritos va, exactamente, un mes. Clavado. Y la trayectoria del Real Zaragoza que contienen esos 30 días naturales es la que dicta que el rebuscado 'punto de inflexión' durante los meses de octubre, noviembre, diciembre y enero se encontraba en el campo de Santo Domingo, al sur de la capital de España, en los albores de febrero. Se ha hecho de rogar. Pero los exploradores de gorro safari o salacot filipino que buscaban su 'punto de inflexión', ya lo tienen ubicado con todo detalle, cual epicentro de un final feliz para el zaragocismo allá por otro día 3, el de junio. Asunto solucionado.

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