El paso corto, pero firme representa la filosofía de vida que ha ayudado al Real Zaragoza a su actual estado de entusiasmo futbolístico. Tenacidad, paciencia, serenidad, prudencia… ingredientes lógicos que vienen marcando su camino y explican las razones esenciales de su crecimiento. El Zaragoza se ha tomado su progresión como una conquista de pequeños retos, sin alargar los horizontes temporales ni embaucarse en pronósticos, cábalas y otras ilusiones tramposas. De este modo, ha ido ensanchando su anatomía competitiva conforme ha ido agregando logros menudos: fortalecerse en casa, agrandar su dinámica sumando y ganando fuera, marcando goles en todos los partidos, reduciendo sus concesiones defensivas e imponiendo el cero habitualmente en su portería, venciendo a equipos de la zona baja y también de la alta, como el Oviedo… Ahora, el Zaragoza se enfrenta a otro desafío a corto plazo: vencer fuera de casa a un rival de la zona noble y con credenciales poderosas en su estadio.

Así se define el rival de esta tarde, el Numancia, un adversario y una cita que conforman un más difícil todavía su la evolución como equipo. Un triunfo en Los Pajaritos contra un aspirante a la promoción –actualmente sexto, con cuatro puntos más– no solo le empujaría definitivamente a la batalla más deseada, sino que elevaría aún más el grado de madurez, consistencia, fiabilidad y musculatura competitiva de su recuperación. Sería ya un candidato con todas las letras, con el aval de una inercia sobresaliente. Un equipo de altura.

Al Zaragoza no le faltarán apoyos en la grada soriana, con casi 2.000 almas suyas, en un partido de tradiciones comunes, con aroma de derbi sobrevenido. Un componente anímico más para un equipo que ha mejorado su fútbol, pero sobre todo su estado emocional. Algo clave de cara a la fase decisiva de la temporada. El Zaragoza juega tan convencido de lo que es y de lo que quiere que todo se le hace más sencillo. Su oportunidad, en Soria, es ideal. De ganar, se quedaría a uno o tres puntos –en función de otros resultados–, de la zona de promoción. Esta semana trae varios duelos directos por arriba, por lo que el triunfo catapultaría al Zaragoza directamente a la pelea del ascenso, sin más esperas. Estará ya ahí.

Por eso, la trascendencia de un partido frente a un rival complicado en su estadio, una plaza, además, espinosa y gris para el conjunto aragonés. El Numancia ha ganado Los Pajaritos diez de sus trece partidos, suma cinco encuentros seguidos sin encajar en casa, solo le han marcado seis goles y en solo tres choques… Sus buenos números como local explican su notable temporada, lanzan una advertencia al Zaragoza y le añaden un punto de exigencia más a la cita.

Natxo González mantendrá la línea del equipo. Su rombo en el centro del campo, la variedad de registros de los últimos partidos –ataques posicionales, ataques más directos hacia Borja, ataques en transición…– y casi todos los nombres habituales. La excepción será Buff, renacido y más estimulado que nunca, que ocupará la plaza de Febas ante su previsible baja tras una semana renqueante. Son baja Javi Ros y Toquero, y el técnico descartó a Verdasca, Alfaro y Ángel Martínez. Ante la ausencia de centrocampistas, acude Pep Biel, del Deportivo Aragón.

En el Numancia, son baja Luis Valcarce, Julio Álvarez y es duda Diamanka. Jagoba Arrasate ha armado un conjunto disciplinado, ordenado y eficiente, sin grandes nombres pero con el aval de la continuidad de la pasada campaña. Ha crecido desde la idea de proyecto. Será un rival duro para el Zaragoza, con su ex, Marc Mateu, en un gran estado, y con Íñigo Pérez como guía.

Ante ellos, en Los Pajaritos, el Zaragoza deberá demostrar si se está convirtiendo verdaderamente en un halcón.