Equipo con banquillo, equipo ganador

Como frente al Lugo, la entrada en juego de Buff en los últimos 25 minutos resultó clave para solucionar los problemas de ataque del Real Zaragoza ante el Oviedo.

Oliver Buff pugna con el ovetense Saúl Berjón en el partido de este domingo en La Romareda.
Oliver Buff pugna con el ovetense Saúl Berjón en el partido de este domingo en La Romareda.
Oliver Duch

Decía Natxo González en su rueda de prensa posterior al excelente triunfo de ayer que los cambios, durante un partido, se hacen para mejorar cosas, para reforzar aspectos del juego, para adecuar el ritmo del partido a lo que interesa en cada momento determinado. Hasta tres opciones de mutación, de maquillaje, de reconstrucción, de parcheo, tienen a mano los entrenadores desde hace 23 años (antes, desde que las sustituciones se instaurasen en el reglamento del fútbol en 1969, eran dos). Y para que ese fin positivo sea posible hace falta siempre la conjunción de diversos aspectos.

Primero, que la plantilla en cuestión tenga piezas útiles más allá del once inicial, que el banquillo no sea sinónimo de bajonazo de calidad, de pérdida de potencial respecto de los titulares.

Segundo, que el entrenador de turno tenga ese olfato, ese manejo del género, esa perspicacia, ese saber hacer en el trato del resquemor y el descontento natural de quienes no suelen jugar desde el inicio. Algo que derive cada día de partido en el acierto en los tiempos y en las posiciones a modificar a través de las permutas de jugadores a partido corrido.

Y, tercero, y aquí está el meollo de la cuestión –el factor que más ayuda a que este mecanismo sea útil de veras para un equipo– es obligado que los suplentes sepan que los minutos de los que van a disponer, que nunca serán todos, más bien al contrario, se tratará de minutos muy selectivos. Siempre será así, salvo que el cambio no sea por iniciativa táctica y venga promovido por una obligación a causa de una lesión u otra incidencia mayor (expulsión de un futbolista clave que necesita reparación urgente, caso de un portero, por ejemplo). Y, por ello, han de tener muy claro estos suplentes puntuales que su inclusión en la trama del partido requiere una inmediata sintonía con el juego, la aportación de todo lo que puedan dar cuanto antes y el acierto de ofrecer al grupo las carencias que manifiesta y para las que el entrenador busca soluciones a través de ellos.

Esta es la teoría. Luego, del dicho al hecho, en muchos casos, el trecho suele hacerse kilométrico. Bien por que falla una de las tres patas del método, bien porque el error es en dos de ellas, o bien, y el año pasado fue el Real Zaragoza un claro ejemplo durante días muy obtusos, porque ninguna de las tres da la talla debida: ni la plantilla en general, ni el entrenador, ni los suplentes de cada jornada. Y, en este año, ha habido de todo a lo largo de estos meses.

Ayer, ante el Oviedo, el manejo del banquillo volvió a ser clave para bien, como lo fue 15 días antes frente al Lugo, también en La Romareda. Y, en ese sentido, además del sentido de la oportunidad del técnico, tuvo mucho que ver la figura de Oliver Buff. El suizo, que ya había brindado al equipo 25 minutos sobresalientes ante los lucenses, golazo de falta incluido, volvió a ser el revitalizador del ataque blanquillo frente al Oviedo. Con mucha más relevancia incluso que en el choque contra los gallegos pues aquel día el Zaragoza ya ganaba 1-0 cuando él entró en danza y marcó el segundo. Frente a los ovetenses, Buff asomó al césped de La Romareda en el minuto 65 con el 0-0 todavía en el tanteador. Febas estaba con su clásico alboroto en la terminación de las jugadas, algo más atolondrado que en las dos brillantes actuaciones previas, tal vez menoscabado por su mano dañada.

Buff salió y revolucionó la fórmula del ataque, que andaba un tanto obturada en los pases últimos toda la tarde. Taconeó el pase vertical de Eguaras para asistir a Borja Iglesias en el bello y crucial 1-0. Abrió espacios, generó desequilibrios, decantó ataques por acción y apoyo logístico. Un cambio útil en toda la regla. Otro día para ejemplificar. El banquillo y su manejo, asunto capital.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión