O Borja o nada

Los dos meses de esterilidad goleadora del ariete desvelan la ausencia de alternativas ofensivas en el Real Zaragoza

Borja Iglesias, en una acción en el encuentro del pasado martes en Valladolid.
Borja Iglesias, en una acción en el encuentro del pasado martes en Valladolid.
Fernando Blanco

Borja Iglesias sufrió una rotura en el aductor largo de su pierna izquierda en la jugada en que acarició el tercer gol en Pucela el pasado martes. Toquero había puesto en el área un balón al que no llegó el ariete gallego pese al esfuerzo extremo que se reflejó en la radiografía que desveló su lesión en la mañana del miércoles. Antes de la rotura muscular, antes del que pudo haber sido el tanto del empate (3-2), Borja firmó dos goles en Valladolid, acabando con una sequía goleadora particular que parecía una condena: dos meses menos un día estuvo sin ver puerta. Desde luego, dentro de una noche de gélidas sensaciones, el olfato recuperado por Borja constituyó la única constatación agradable para el Zaragoza en el nuevo José Zorrilla.

La trayectoria del Real Zaragoza va unida a la fertilidad goleadora de Borja. Decisivo por acción, también lo es por omisión. Desde el 21 de octubre, con el par de goles anotados en Sevilla, no marcaba el delantero centro. Ocho partidos sin ver puerta Borja acercaron al conjunto aragonés a las puertas del peligro. En cierta forma, el desplome clasificatorio del Zaragoza se explica con nitidez sin los goles de Borja.

O Borja o nada. O casi nada. Aunque la segunda mitad ante Osasuna (1-1) ya  había sido preocupante, el empate ante los navarros supo mejor que el empate en Sevilla, donde comenzó a desvanecerse el Zaragoza. Ante el filial sevillista había marcado Borja sus dos últimos goles antes del regreso goleador del martes. En el Viejo Nervión, los goles de delantero puro de Borja junto a la confirmación de Delmás fueron lo mejor de un empate triste ante el colista. Lo que ha venido después ha sido peor, con la constatación de las deficiencias que lastran al Real Zaragoza.

Visitó después La Romareda la Leonesa, que completó una lección magistral de mediocridad lógicamente resuelta por un empate sin goles (0-0). El ataque de entrenador de Natxo González allanó el camino al triunfo del Huesca en El Alcoraz (3-1). El gol en Huesca llegó a balón parado por medio de Zapater. Después visitó Zaragoza el Rayo, en un partido en el que los vallecanos movieron la pelota y el Zaragoza la supo meter entre los tres palos. Un cabezazo de Grippo, el mejor disparo de Febas en el curso y una buena taba de Pombo sellaron el triunfo. Al esperpento de Almería (3-0) le siguió el currado empate en casa con el Reus (0-0). El gol volvió en Gijón, en un córner rematado por Delmás ante la incompetencia de la defensa del Sporting (0-1). Última alegría de 2017. Una doble ración de impotencia ante el Cádiz (0-2), un helador vacío en Albacete (0-0) y la decepción final de Valladolid (3-2) clausuraron el año natural.

Recapitulemos. En el paréntesis goleador de Borja, en estos dos largos últimos meses, el Zaragoza ha marcado mediante una falta por toda la escuadra de Zapater, en un cabezazo de Grippo, una vez que a Febas le dio por disparar en vez de seguir regateando como siempre, otra vez que Pombo miró a la portería en vez de mirarse a sí mismo y en un remate del espabilado Delmás. Desde el 21 de octubre hasta que Borja Iglesias volvió a cantar gol el pasado martes, así se han facturado los goles del Real Zaragoza... Sí, salvo en el partido loco ante el Rayo, el último gol elaborado en una jugada correctamente hilada fue en el Viejo Nervión. La jugada referida data de octubre... Dos meses sin tejer, sin hilvanar, sin apenas nada. Dos meses sin marcar Borja. Esa es la trascendencia de Borja en el Real Zaragoza.

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