La derrota de Verdasca

La autoexpulsión del portugués condenó a un Real Zaragoza que terminó con nueve. El defensa central se lo puso en bandeja a un Cádiz experto y a un árbitro sibilino.

Real Zaragoza - Cádiz
Real Zaragoza - Cádiz
Toni Galán

Se lo puso muy fácil Verdasca al árbitro que engaña con su apellido. Adrián Cordero se llamaba el colegiado que firmó el enésimo revés como local del Real Zaragoza en 2017. Menos más que fue el último partido en La Romareda del año en el que solo ganamos cuatro partidos en casa. Derrota dura en fondo y forma. La autoexpulsión de Diogo Verdasca, sin duda, constituyó el principal factor determinante y desencadenante.

Internacional en las categorías inferiores con Portugal, prometedor defensa del filial del Oporto, Verdasca llegó a Zaragoza el pasado verano. Estas vitolas constituyeron los principales asideros en una temporada en la que no está confirmando las expectativas que le trajeron a La Romareda. Cierto es que su rendimiento disminuye sin el amparo de Míkel González, cuando comparece con Grippo. Pero ayer no procede apuntar al helvético para hallar la razón de la derrota. Ayer, por este orden, primero se perdió Verdasca y luego perdió el Zaragoza.

Los hechos acaecieron en el minuto 27. En una acción intrascendente, Verdasca fue amonestado. Zapater le dijo que se retirara. Verdasca no escuchó al capitán ni a la razón y le dijo al árbitro: "Eres muy malo". Cordero, que de cordero no tiene nada pese a su apellido, y al que le gusta el protagonismo más que comer con los dedos, sacó inmediatamente la roja. Con más de una hora por jugar, Verdasca le había puesto en bandeja el partido al experto Cádiz.

No se rindió el Zaragoza. El primer tanto no llegó hasta el segundo tiempo. Después vino la segunda expulsión. La acción cometida por el guardameta Cristian Álvarez nada tiene que ver con la perpetrada por Verdasca. Fue una acción en juego, al cortar el balón con la mano fuera del área. Con nueve, paradójicamente, se vio ayer al mejor Zaragoza. Destiló orgullo, garra. Cifuentes, portero del Cádiz, sufrió las jugadas de más apuro de la noche cuando el conjunto aragonés jugaba en doble inferioridad. La afición agradeció el inmenso esfuerzo energético.

Sólidos atrás y supersónicos por las bandas, los andaluces no pudieron sentenciar hasta el último suspiro. Se lo impidió un Zaragoza bravo alimentado por una grada que no está dispuesta a abandonarlo jamás. Tardó en matar el partido el Cádiz. Y eso que el central del Zaragoza se había pegado un tiro hacía más de una hora. A Cordero Vega no le gusta pasar desapercibido, y ayer lo logró. Pero, no nos engañemos, la derrota de anoche lleva el nombre de Verdasca. La sinceridad abrumadora de Zapater reconoció la justicia de la expulsión. Se puede mirar al árbitro, pero también conviene mirarse a uno mismo. El arbitraje no lo pueden entrenar los equipos. A los jugadores, sí. Igual que pueden y deben erradicarse errores como el de ayer del portugués, origen de la derrota ante el Cádiz.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión