Tres puntos de aire puro para el Real Zaragoza ante un histérico Sporting de Gijón

En un partido deslucido, los de Natxo lograron un triunfo balsámico a través de un gol de Delmás y la parada de un penalti postrero de Cristian Álvarez.

Eguaras y Zapater se abrazan en El Molinón.
Eguaras y Zapater se abrazan en El Molinón.
Arnaldo García

Ganar es lo que cuenta en esto del fútbol. Bien lo sabe, por inanición en el primer trimestre de liga, el feliz Real Zaragoza que en la noche dominical salió triunfante de un campo complicado como es el de Gijón. En un partido con muchos más yerros que atinos por ambos bandos, los aragoneses derrotaron 0-1 al Sporting gracias a un gol a balón parado, en un error de marca tras un córner, y a la parada decisiva de Cristian Álvarez a falta de 5 minutos en el disparo de un penalti que marró Michael Santos. Son tres puntos que llegan al haber blanquillo en el momento preciso, cuando la clasificación más apretaba y las dudas más envolvían al grupo y al entorno. Un bagaje que alivia la respiración de la entidad y permite reparar las máculas con la calma que da un éxito de este calibre.

El partido nació en una burbuja de nervios intensos por parte del Sporting, pitado por su público desde los primeros instantes por sus malos antecedentes y la falta de destreza que mostraban sus hombres con el balón el los pies. El Real Zaragoza aprovechó ese escenario para dominar y merodear el área de Mariño sin demasiado esfuerzo, pues surgía todo por naturaleza lógica. Los locales no daban dos pases y facilitaban las circulaciones blanquillas. Pero enseguida se vio que los de Natxo González no tenían la inspiración suficiente para ligar una sola acción que terminase cercana al gol. Este guion estuvo vigente durante los primeros 20 minutos.

Ahí cupo reseñar tres llegadas con cierto rigor de los aragoneses. En el minuto 11, Borja Iglesias chutó raso desde la frontal del área y paró bien el portero local. En el 16, Zapater gozó de una falta directa a 25 metros del marco, pero su rosca la pudo rechazar bien Mariño hacia un lado y no pasó gran susto. Y el 18, una penetración vertical de Papunashvili, con dos regates en carrera, acabó con un remate del georgiano que detuvo nuevamente el guardameta rojiblanco. Ese fue el escaso polvorín que mostró el Real Zaragoza en su fase más vistosa. Entremedias, los locales sufrían para subir pelotas potables hacia Michael Santos, su punta referencial. Solo un disparo inerte de Rubén García, en el 13, que se marchó muy lejos del portal zaragocista, propuso algo de peligro ante un inédito Cristian Álvarez.

Del minuto 20 al 30 el partido fue un correcalles. Una oda al despropósito. Una cadena inacabable de malos pases de unos y otros. Un concurso de malos. Y la desembocadura de este deficiente primer periodo fue el despertar del histérico Sporting, todo gracias a la complacencia de un Zaragoza poco enchufado, sin ritmo, sin énfasis en ninguna jugada atacante ni en la creación, sus grandes males de cara a las porterías rivales durante todo el año. Carmona abrió la espita de la esperanza asturiana con un córner directo en el 27 que apuró a Cristian Álvarez sobre la raya y que despejó a dos puños con riesgo.

De ahí al descanso, solo existió el cuadro local. Los aragoneses no volvieron a pisar el área gijonesa. En tres minutos concatenados, Calavera, Michael Santos (al alimón con Juan Rodríguez) y Rubén García anduvieron cerca de estrenar el marcador. El primero se quedó solo ante el cancerbero zaragocista tras un pase al hueco y Cristian Álvarez se tiró bien a sus pies para evitar el mal sacando el balón a córner. De su botadura, en una defensa estática y lamentable de los de Natxo, Santos remató al aire y Juan estuvo a punto de empujar a gol en el área pequeña. Y, finalmente, Rubén García, instantes después, culminó a bocajarro otro centro cerrado pero el arquero del Zaragoza rechazó con acierto.

De repente, el Real Zaragoza se quedó sin corriente. Le saltaron los fusibles. Sus defensores se comieron hasta dos faltas lejanas sacadas rápidamente por los astures sin pedir barrera, todo por falta de intensidad. En una de ellas, el lateral Isma López llegó al área solo y, tras quebrar hacia fuera al desesperado Delmás, remató con intención y de nuevo Cristian Álvarez salvó el 1-0. Pedía hacía mucho rato el descanso el bloque de Natxo.

La gasolina del sistema ofensivo que preparó el técnico vitoriano solo duró, pues, 20 minutos. Por momentos, con Vinícius volcado a la izquierda y Papunashvili entrando por la derecha, el dibujo se asemejaba a un 4-3-3, con Borja Iglesias, peleón pero torpe, por el centro. Febas, Eguaras y Zapater, la tripleta medular, no lograron filtrar balones interesantes casi nunca. Y los laterales, otrora claves en los despliegues, estuvieron obturados, tanto Delmás como Ángel Martínez. Menos mal que atrás la exigencia del Sporting no fue demasiado fuerte. El 0-0 del ecuador del choque definía con exactitud la mala calidad del juego desplegado por unos y otros en la fría noche cantábrica.

El segundo tiempo arrancó con las mismas urgencias para el Sporting devaluado de Paco Herrera y para el insuficiente Zaragoza de Natxo. El empate no los iba a sacar de pobres de consumarse finalmente. Tocaba despertar, mutar de cabo a rabo la mayor parte de las ideas enseñadas públicamente hasta ese punto del duelo, que no eran muchas ni plausibles. Había demasiados hombres ocultos entre los 22 protagonistas. Muchos incógnitos corriendo por el césped. En el Real Zaragoza, muchos más de los deseables para optar al triunfo. Febas y Borja Iglesias, en el inicio de la temporada las joyas del equipo, pasaron minutos y minutos sin contactar con la pelota. Un síntoma tan peligroso como descriptivo.

La primera opción de gol fue gijonesa. Michael Santos se fue de Verdasca en el lateral del área (lo sentó) y su centro cerrado dio en Zapater y casi provocó un autogol en el minuto 49. El propio capitán ejeano dio la réplica en el área contraria cinco minutos más tarde, en la mejor ocasión hasta ese momento, pero remató alto, a placer, un centro excelente de Papunashvili. Fue una pena esa acción, pues pudo modificar el devenir de este partido tan abierto a cualquier desenlace. De nuevo Zapater, hiperactivo en el inicio del segundo tiempo, repitió lanzamiento de golpe franco directo en el 56, esta vez más lejano, y Mariño detuvo sin problemas arriba del todo. Lo pitos en la grada se acrecentaron en contra de los locales. Mejor escenario no podía tener el Zaragoza para incendiar El Molinón con un gol. Grippo, en un córner, estuvo próximo a encender ese fuego en su cabezazo, pero no encontró puerta.

Un fallo de Delmás en un despeje revitalizó al Sporting en el 59, pues Rubén García recogió la donación y remató desde cerca para que la pelota rozase el larguero tras dar en un central zaragocista. Los errores eran la clave. Más que los aciertos. Estaba claro por dónde podía venir el triunfo. Paco Herrera aprovechó la lesión del pivote Bergantiños para meter otro delantero, Castro, y adelantar a un central, Álex Pérez, como centrocampista, deshaciendo la defensa de cinco. En la última media hora, los asturianos dieron pasos adelante. Moi Gómez fue otro refuerzo atacante de inmediato. Mientras, Natxo aguardaba acontecimientos y Febas obligaba a Mariño a echar a córner un centro cerrado raso.

Y el primer error con premio para el otro lo cometió, felizmente para los aragoneses, la zaga del Sporting a la salida de un córner de Eguaras. Era el minuto 67 cuando Delmás voleó de primeras, totalmente libre de marca en el punto de penalti, y colocó el balón pegado al palo izquierdo dentro de la red. El 0-1 llegaba a falta de 23 minutos y el Real Zaragoza sacaba petróleo a balón parado, esta vez mecanismo aliado y no pernicioso para él. En la celebración, Natxo relevó al lateral zurdo, Ángel Martínez, por Benito.

Papunashvili, en plena depresión local, estuvo cerca del 0-2, pero su zurdazo en el 70 se marchó a centímetros de la escuadra. Un minuto después, a punto estuvo de llegar el empate pues Castro se marchó mano a mano hacia la portería en un balón a la espalda de la zaga blanquilla. Grippo, en una gran carrera de retroceso, llegó a tiempo de taponar su remate y evitó el disgusto. Y se llegó a la recta final del envite con El Molinón en llamas porque Paco Herrera retiró a Rachid, probablemente el menos ciego de sus centrocampistas, provocando la bronca monumental. El Real Zaragoza lo tenía todo a favor. Natxo apuntaló el cierre con Guti en vez del apagado Febas. Era cuestión de actuar con inteligencia y pausa.

No la tuvo el Zaragoza, que jugó con fuego pero no se quemó. Verdasca saltó con el codo apoyado en un rival en un centro al área y López Toca vio penalti en la acción. Demasiado riguroso. Era el minuto 85 y podía volar tan preciado triunfo. Por fortuna, Cristian Álvarez adivinó el disparo raso de Michael Santos al palo izquierdo y abortó la pena máxima. Los hados estaban con los aragoneses en la noche de Gijón. Y ya era hora de que algo así sucediera. Era necesario. Era el día. Ya no pasó nada más, porque los rojiblancos se volvieron locos en el tiempo de aumento y no hilvanaron una sola jugada que pudiera amenazar la conquista de los de Natxo.

Acabó el partido con todos los blanquillos abrazando a Cristian Álvarez. El argentino era el héroe de una noche que debería ejercer de punto de inflexión. Así el el fútbol. La gloria. La alegría. Estar atinados en el momento oportuno. Ya llueve menos. Ya son 5 victorias en 17 jornadas. Ésta, la de El Molinón, que sirve para huir tres pasos más de la zona de peligro, que se había quedado a solo 2 puntos tras el triunfo previo del Almería. El equipo se subió al autobús en Gijón con un alivio tremendo, como nunca había sentido en lo que va de tortuosa temporada.

Ficha Técnica

Sporting de Gijón: Mariño; Calavera, Juan Rodríguez, Álex Pérez, Barba, Isma López; Bergantiños (Castro, 62), Rachid (Pablo Pérez, 75); Carmona (Moi Gómez, 66), Rubén García; y Michael Santos.

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Delmás, Grippo, Verdasca, Ángel Martínez (Benito, 68); Zapater, Eguaras; Papunashvili, Febas (Raúl Guti, 78); Vinícius (Jesús Valentín, 88) y Borja Iglesias.

Árbitro: López Toca (Comité Cántabro). Amonestó a Rachid (27), Verdasca (85) y Eguaras (93).

Goles: 0-1, min. 67: Delmás.

Incidencias: Noche fría, con 9 grados al inicio del partido. El césped de El Molinón presentó unas excelentes condiciones. En las gradas del estadio hubo alrededor de 14.000 espectadores, muchos menos de los habituales en horarios más decentes, pues la asistencia suele superar los 20.000.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión