Paco Herrera y Whalley, enganches del Sporting con el Real Zaragoza reciente

El entrenador y el portero suplente de los gijoneses forman parte del último tramo histórico del zaragocismo, el que tiene atascado al equipo en Segunda desde 2013.

Óscar Whalley y Paco Herrera, ahora en el Sporting de Gijón.
Óscar Whalley y Paco Herrera, ahora en el Sporting de Gijón.
Sporting de Gijón web

Están pasando tantos entrenadores y, sobre todo, jugadores por el Real Zaragoza de la última década que es raro el rival en la actual Segunda División que no tenga uno o varios ex en sus filas. El caso del Sporting de Gijón, el rival de turno este domingo el El Molinón en la jornada 17ª, no es ajeno a esta circunstancia, por más que el club rojiblanco venga de descender de Primera el pasado mes de junio. Allí, dos temporadas después de la última visita zaragocista al campo astur, el enganche con el pasado reciente lo componen el entrenador Paco Herrera y el portero suplente Óscar Whalley.

Paco Herrera fue el primer técnico zaragocista tras el último descenso, el que aún se está purgando. Tras marcharse Manolo Jiménez sin haber podido evitar el desastre final, en junio de 2013 Agapito Iglesias y Luis Carlos Cuartero pensaron en Herrera como perfil ideal para volver a subir a la élite en un solo año, como siempre había hecho el Real Zaragoza en los tres anteriores episodios de descenso desde los años 70 del siglo pasado. No iba mal encaminado el catalán-extremeño (nació y se crio en Barcelona pero reside hace media vida en Badajoz) en su objetivo hasta febrero. Pero mucho antes había llegado un elemento tóxico para la SAD zaragocista, el director general Jesús García Pitarch, a modo de comisario externo, cuyo fin principal era ser la cuña infalible para que Agapito desapareciera del fútbol español, con el visto bueno de la Liga de Fútbol Profesional y, obviamente, el beneplácito inicial de todo el entorno blanquillo.

Pitarch llegó después de que Paco Herrera ya estuviera fichado, por lo que su plan deportivo se vio obligado a girar alrededor del veterano preparador sin poder colocar en el Zaragoza a un entrenador de su confianza (Ferrando, Bordalás, por citar algunos). Esa secuencia temporal nunca le fue a favor a Herrera, que siempre fue un flanco débil para Pitarch, que ya buscó su destitución tras una primera mala dinámica de resultados que acabó con una dolorosa derrota por 3-0 en Jaén a mitad de noviembre. En el rifirrafe constante con Agapito, el ejecutivo valenciano se topó con la negativa del máximo accionista a aceptar el despido de Herrera en esas fechas. Incluso, en la discusión, Pitarch fue instado a que, si echaba a Paco Herrera, la única posible sustitución era Emilio Larraz, entonces técnico del filial en su primera época. El duelo dialéctico lo ganó Agapito y Herrera siguió un trimestre más. Pero, entre tanto, Pitarch había dado muchos pasos adelante en sus planes para con el Real Zaragoza.

Visto en enroque espartano de Agapito a su cargo y condición al frente del Real Zaragoza, el valenciano pensó que una salida contundente era comprar el Real Zaragoza sin más rodeos. Es decir, adquirir el paquete accionarial mayoritario de Agapito y pasar a ser el nuevo dueño de la empresa. Para que el precio fuese el más bajo posible, a la baja, era condición sine quanon que el Zaragoza no estuviera arriba, que no pelease por ascender, que permaneciera en Segunda. Y Pitarch inició un proceso de demolición interna tiempo antes que acabó con Herrera en la calle a falta de tres meses para acabar la liga, justo 25 días después de que, tras ganar el Real Zaragoza 0-1 en Miranda con un gol de Roger, el equipo acabase 3º esa jornada del 25 de enero (la 23ª) a un solo punto del segundo y a tres del líder. Fue algo inaudito lo que vivió Paco Herrera en sus nueve meses como zaragocista. 

Su propio director general lo tuvo siempre bajo sospecha. Le reventó el vestuario al despedir unilateralmente a dos capitanes, Paredes y Movilla, y a otro futbolista importante en el grupo, José Mari. Tuvo que lidiar una temporada convulsa entre la afición con serios problemas internos en la SAD, con impagos, retrasos en las nóminas, aplicaciones de un ERE en todos los ámbitos laborales...

Este es Paco Herrera. "Creo que llegué a Zaragoza en el momento más inoportuno e inadecuado de la historia. Lo que hablé con Charly Cuartero cuando fiché ya no valía 20 días después", dijo hace ya largo tiempo a HERALDO el ahora preparador del Sporting. Una excelente persona. Un señor de los banquillos. Un tipo reconocido en todo el mundillo del balompié español que este domingo será rival del Real Zaragoza en el banquillo gijonés. Como lo fue el año pasado con el Valladolid o, con anterioridad, al frente de Las Palmas,  justo el año en el que le quitaron el ascenso a los zaragocistas en la final de la promoción con aquel fatídico gol de Araújo a falta de solo 7 minutos en el estadio insular.

El otro elemento que vincula al Sporting con el Real Zaragoza reciente es Óscar Whalley. El joven guardameta, de padre inglés y madre mexicana pero que nació y creció en Zaragoza, acabó desembocando en Gijón hace año y medio cuando, tras debutar en el primer equipo zaragocista después de haber crecido en la Ciudad Deportiva desde niño, su progresión no fue la adecuada en la entidad lo dejó marchar y desvincularse por completo, una vez transcurrida una cesión previa al Huesca. Whalley jugó entre 2014 y 2015 un total de 22 partidos en Segunda como blanquillo. Lo hizo debutar el sustituto de Paco Herrera, el zaragozano Víctor Muñoz, al final de la liga que había iniciado Herrera, la 13-14.

El joven portero se estrenó, precisamente, en La Romareda frente al Sporting de Gijón, encajando un doloroso gol, el 1-1 definitivo, in extremis, cuando un cabezazo del astur Bernardo se le escurrió de las manos por debajo de la barriga y entró en la red. También jugó en la despedida del curso en Alcorcón, con derrota por 1-0. El año siguiente, tanto con Muñoz como, después, con Ranko Popovic, Whalley fue portero blanquillo en 20 partidos más. El último, la ida de la semifinal de la promoción de ascenso en La Romareda ante el Girona, con derrota por 0-3 que aglutinó las críticas para el emergente guardameta canterano tras un gol que regaló a Mata en una mala salida fuera del área (el 0-1).

No tuvo nunca suerte Whalley en los momentos culminantes. De enorme planta, con unas condiciones que siempre llamaron la atención desde muy chico, Óscar fue penalizado por el destino en días clave. Ese año también fue llamado por la selección española sub-21 y llegó a debutar ante Bélgica en La Coruña. En su línea de mal fario, ese día, inusualmente, España cayó 1-4 ante los belgas. Después, en Huesca tampoco le fue excesivamente bien y acabó siendo suplente del veteranísimo -y también exzaragocista- Leo Franco.

El año pasado, sus asesores de representación lo llevaron al Sporting de Gijón, en Primera División, aun a sabiendas de que no iba a tener ningún resquicio para jugar salvo catástrofe de los dos porteros que tenía por delante: Cuéllar y Mariño. Al término de la concentración zaragocista en Boltaña, el entonces entrenador blanquillo, Luis Milla, le comunicó la intención de cederlo a un club de Segunda B para que jugase todos los fines de semana y prosiguiera su crecimiento. Whalley no vio bien esa solución y se puso en manos de sus agentes.

Como estaba previsto, en Gijón pasó el año en blanco y no disputó ni un solo minuto. Un año más tarde, el pasado mes de julio, después del descenso de los gijoneses y la salida de Cuéllar, Whalley se quedó en el plantel junto a Mariño. Y Paco Herrera sí le dio salida al césped un par de veces, la primera en el típico partido de Copa trufado de suplentes (victoria 0-1 en Reus) y después en liga en Soria, ante el Numancia. No cambió la fortuna de Whalley ese día. Un par de errores por alto generaron dos goles de los castellanos y el Gijón cayó por un estrepitoso 3-0 en Los Pajaritos. El portero zaragozano ya no ha vuelto a jugar desde ese momento, el 16 de septiembre.

Paco Herrera y Óscar Whalley, dos piezas del tiempo pretérito cercano del Real Zaragoza en su quinquenio negro en Segunda que aún está activo, estarán este domingo en el bando contrario: el Sporting de Gijón.

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