Diciembre sin comodines

Eliminado de la Copa, asomado a la zona del descenso a Segunda B, el Real Zaragoza inicia en pocas horas en Gijón su imperiosa huida de los problemas sin margen de error.

Natxo González, el entrenador del Real Zaragoza, en un gesto pensativo durante la rueda de prensa de este viernes, previa al viaje a Gijón.
Natxo González, el entrenador del Real Zaragoza, en un gesto pensativo durante la rueda de prensa de este viernes, previa al viaje a Gijón.
Toni Galán

Ya es diciembre. Ya cuenta hacia atrás el reloj del año natural, 2017, que viene a marcar con su conclusión el ecuador de la liga. Y el Real Zaragoza ha gastado todos los comodines que llevaba de mano en el primer trimestre del curso futbolístico. Gijón, Cádiz, Albacete y Valladolid son sus compañeros de partida en este mes crucial para el diseño del segundo tramo de la campaña en vigor. Los de Natxo se juegan 12 puntos que van a enfocar con alta fidelidad hacia dónde irá lo que reste de proyecto. El equipo aragonés cerró en Valencia en la medianoche del jueves su paso por la Copa del Rey con la nada sorprendente goleada recibida en Valencia (4-1) ante un rival fuera de su alcance a todas luces. Ahora los cinco sentidos van hacia la liga. Y ahí, asomados al precipicio de los puestos del descenso a Segunda B (quedan a solo 3 puntos, un partido, de distancia), los zaragocistas afrontan a pecho descubierto sus compromisos sucesivos.

Gijón, este domingo a las 20.30, es la primera intentona para abandonar la mala dinámica que vive el vestuario blanquillo desde hace mes y medio en términos globales. No solo faltan puntos. También se han extraviado las sensaciones aquellas con las que se sustentó mecánicamente el titubeante inicio de temporada. A Natxo González el equipo se le está estropeando. Individualidades esperadas se han ido de onda peligrosamente. Otras, simplemente no han engranado nunca con los mínimos que se les suponían. Desde el prisma colectivo, el equipo no funciona bien en defensa y tiene serias dificultades en ataque (palabras públicas del propio técnico tras la debacle de Almería, reiteradas en Valencia hace un rato haciendo referencia a otros futbolistas de su plantilla, cada vez más reducida en piezas solventes).

La tendencia en la clasificación y la rentabilidad del bloque es, números en la mano, descendente desde mitad de octubre. Se esperan los goles de Borja Iglesias (inédito en La Romareda, sorprendentemente, en tantos derivados de jugada combinada), también los de Toquero, que se apagó ante las porterías el 8 de octubre para no volver, de momento. Buff ha descarrilado de forma alarmante y no emite síntomas que lo acerquen al prometedor mediapunta que pareció ser hasta el día de Lugo, cuando marcó su único tanto zaragocista (era septiembre). Vinícius juega poco y no ve puerta. A Papunashvili, internacional georgiano que se confiaba que fuese enraizando en el equipo tras un descontado periodo de aclimatación, todavía no se le ha hallado un hueco concreto por parte de Natxo en sus planes poliédricos.

Atrás, los centrales siguen dando tanto miedo en diciembre como avisaban en julio y agosto. Nada han avanzado al respecto los Jesús Valentín, Grippo y, pese a las singulares ponderaciones sobre el joven Verdasca, también el luso camina por la línea de la falta de definición como defensor indiscutible y curtido (en su caso, por su perfil de edad y procedencia, es algo imposible salvo caso de figura en ciernes, que no parece ser el suyo a día de hoy). Mikel González, el veterano con galones y currículum visado por el fútbol -no por los tribunales aleatorios-, ha tenido la mala fortuna de caer lesionado para casi un mes, lo que lo aparta del equipo hasta enero. Con el lateral Benito, llamado a ser piedra angular de la pizarra de Natxo, también en la enfermería tras un inicio de curso lleno de infortunio en el apartado físico, la defensa ideal de Natxo jamás ha aparecido en este tiempo. La morfología mantequillosa de la zaga del Real Zaragoza lo denuncia, pues este equipo se suponía que iba a ser como aquel Reus del técnico vitoriano al que costaba un mundo hacer un gol. Eso, indiscutiblemente, en el cuadro zaragozano se le ha escapado al preparador vasco de las manos.

El medio campo no genera fútbol con consistencia y efectividad. Las llegadas al área rival suelen ser inertes las más de las veces. Como denunció el propio Natxo en Valencia, a las diferentes individualidades y grupos de líneas de mediapuntas, lo mismo que a los pivotes centrales, les falta profundidad, intención, veneno. El batallón de los Buff, Febas, Eguaras, Zapater, Ros, Papunashvili, Oyarzun, Toquero, Pombo, Raúl Guti... tienen un punto de estrabismo que, pasado más de un trimestre de competición, se diagnostica como nocivo para el equipo. Demasiados pases horizontales, excesivos apoyos atrás... escasas ideas para saltar líneas y filtrar pases de peligro en punta.

Total, que al Real Zaragoza no le ha cundido lo bueno que ha logrado cuajar desde que la liga empezó en agosto y, ya metidos en diciembre, en vísperas de la pausa navideña, del mercado invernal y del paso del ecuador del torneo, hace semanas que se lo empiezan a comer las deudas de puntos en su balance. A Natxo y sus chicos, los números en la clasificación les salen rojos. Todos al debe. Es el fruto de haber ganado solo 4 de 16 partidos. De haber encajado 20 goles en ese tramo, uno más de los logrados en las porterías adversarias. En La Romareda, solo han llegado 2 victorias en 8 citas.

Diciembre es sinónimo de tiempo para redimirse de todos estos yerros y defectos de forma. Perdidas por el camino infinidad de rentas (19 puntos sumados de 48 jugados es un bagaje que no necesita de más explicaciones), el Real Zaragoza está obligado, perentoriamente y sin más subterfugios amigos, a presentar a todo su entorno hechos concretos y no actos de fe. La clasificación no le da más periodos laudatorios y, si llegase un nuevo traspié aparatoso, es posible que esa tabla denunciara problemas de mayor envergadura en pocos días. Lo dicho, se acabaron los comodines. No puede achacarse todo a los dos partidos de Huesca y Almería, como, a modo de mantra o cantinela mnemotécnica, se canta en letanía para eludir otros chascos y mermas inesperadas, casos de los duelos contra Sevilla Atlético, Leonesa o Reus. La dolencia tiene más fondo y más longitud en el tiempo.

Natxo lo admite y está serio, preocupado. Los futbolistas lo asumen y viven las jornadas con más responsabilidad a flor de piel de la sentida hasta hace poco. Y más arriba, en el área deportiva y la dirección general, también saben que, si no llega la urgente reparación de todo este desvío de objetivos sufrido en los últimos 45 días, la fiebre se filtrará también por sus capilares y sentirán el aumento de la temperatura corporal.

La partida de diciembre pide silencio, concentración, luz firme sobre el tapete y pocos jaleadores y comentarios en voz alta de los mirones que rodean a los jugadores de las cartas, los que tienen la responsabilidad en este plan 2017-18. Hablará el fútbol. Ante el Sporting, ya mismo. Y luego, en un abrir y cerrar de ojos, frente al Cádiz en La Romareda y en el doble viaje a Albacete y Valladolid. Natxo y sus chicos necesitan ligar jugada con las cartas de verdad. No tienen monos, se les acabaron los 'joker'. Es tiempo de jugar a pelo. Mejor sin faroles. Con cartas firmes, que sean mejores que las de los demás. Con inteligencia en los descartes, en los arrastres, contando bien los triunfos. 

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