Una hemorragia que no se detiene

El Real Zaragoza es el segundo equipo que más goles encaja a domicilio y ha recibido ocho en los últimos tres encuentros

 

Múltiples son las carencias que minan al Real Zaragoza en el presente ejercicio. Su delicada situación -se halla a tres puntos del descenso transcurridas 15 jornadas- no puede atribuirse a un aspecto, a un nombre o a una línea determinada. Pero lo que seguramente resulta más alarmante y sorprendente es la extrema fragilidad defensiva que está dinamitando las opciones del equipo. Solo cuatro escuadras han encajado más goles, una peligrosa dinámica que se ha disparado en las últimas tres jornadas, en las que Cristian Álvarez ha recogido en ocho ocasiones el balón de su red.

La contratación de Natxo González hacía presagiar una notable mejoría en esta faceta. El técnico desembarcó en La Romareda con la fama bien ganada de construir bloques monolíticos e impenetrables. Una cualidad que elevó hasta la máxima expresión el pasado ejercicio al frente del Reus, que se erigió con 29 goles en 42 fechas en el conjunto menos goleado de la categoría. Unos números sublimes ya que mantuvo su portería imbatida en 17 encuentros de los 42 de la temporada. Y si la portería no se quedaba a cero, en contadísimas ocasiones sufría más de un gol. De hecho, jamás recibió más de dos (algo que recientemente se ha producido dos veces en el Real Zaragoza, en Huesca y Almería).

Sólo Córdoba (28), Real Valladolid (24), Cultural Leonesa (22) y Real Oviedo (21) empeoran los 20 tantos que se acumulan en la portería blanquilla. Una lacra que se intensifica a domicilio. Lejos de casa, únicamente el colista Córdoba (17) acredita peores números que el Real Zaragoza (14). Firmar un cero en el marcador del contrincante se ha convertido casi en una quimera: el 3-0 al Numancia, el 0-2 en Lorca y el 0-0 en La Romareda frente a la Cultural Leonesa son el exiguo botín en este apartado.

El análisis más superficial de estos 15 encuentros delata una problemática muy pronunciada en las jugadas a balón parado, que están suponiendo una sangría costosa e imposible de taponar. El 1-0 frente al Almería -con un zapatazo del exzaragocista Fran- incrementó a siete las dianas encajadas de esta forma, una tercera parte de las totales.

El propio Natxo González es consciente de la gravedad de la situación y de la urgencia por revertirla. En el estadio de los Juegos del Mediterráneo de Almería verbalizó este decaimiento en las prestaciones del colectivo. “Encajar tres goles es un resultado contundente, que duele. Todo está fraguado en que nos estamos habituando a no competir bien en los partidos. El primer gol -el de Fran desde la frontal del área- es la prueba. Hemos entrado bien al partido pero, poco a poco, se nos han ido imponiendo. Estamos perdiendo competitividad y cuando perdemos eso somos vulnerables”, reconoció.

El próximo sábado, contra su bien conocido Reus, Natxo y sus jugadores se examinarán en una Romareda cada vez más desencantada y ansiosa por recuperar la ilusión por un equipo que prendió la mecha del optimismo con su fútbol combinativo en el arranque liguero. Un arduo camino en el que se adivina fundamental sellar esta vía de agua.

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