La acusación más grave que salpica en todas direcciones: "No estamos compitiendo bien"

Natxo González retrata tras el palo de Almería a la actitud de los jugadores. Pero eso también le incumbe al cuerpo técnico y, por elevación, al área deportiva.

Natxo González, en el banquillo del estadio de Almería en la noche del viernes.
Natxo González, en el banquillo del estadio de Almería en la noche del viernes.
Carlos Barba

"Sí, es una dinámica peligrosa. No estamos compitiendo bien. Y por eso pasan estas cosas". Natxo González, tal vez el más realista -ahí dentro del club- desde hace muchas semanas, subrayó así la gravedad del problema que está derribando cualquier esperanza de disfrutar en el Real Zaragoza de un año feliz y positivo. Lo hizo en la sala de prensa del estadio de los Juegos Mediterráneos de Almería, apenas unos minutos después de caer por 3-0 ante el antepenúltimo clasificado, que venía de encadenar 8 partidos sin ganar (7 derrotas y un empate) y de no marcar nada más que un gol en ese largo tiempo.

Grave acusación la de Natxo la de retratar al equipo de no estar dando el nivel mínimo que exige la Segunda División. Un apunte del técnico vasco que no fue un patinazo verbal por su parte, ya que lo repitió dos veces en dos momentos dispares de su comparecencia. "El problema es el no competir. No competir como requiere la categoría. Lo estamos perdiendo y, cuando pierdes eso, eres vulnerable", redundó con hondura el vitoriano.

Si el equipo no compite bien, ¿es problema solo de los futbolistas? Obviamente, es algo que señala sobre todo a los jugadores. Pero también incumbe al propio cuerpo técnico. ¿Actúa Natxo con el acierto en la elección táctica y humana del equipo mejor que pueda hacerse con la plantilla que le han hecho o, por el contrario, está yendo por caminos equivocados? Y, por ende, el problema también salpica al área deportiva (Lalo Arantegui, director deportivo, y José Mari Barba, secretario técnico), pues ellos son los dueños del 'copyright', del 'made in', de las elecciones de perfil y personalidad futbolística en cada uno de los muchos nuevos fichajes que se hicieron en verano para revolucionar -una vez más- el deteriorado vestuario del año anterior, donde la Segunda B amenazó con la guadaña hasta el penúltimo día.

Lo que es ya una evidencia palmaria, irrebatible hasta por los más talibanes del statu quo del Real Zaragoza de nuestros días, es que el equipo y, con él, la SAD, se ha metido de nuevo en un barrizal cenagoso que amenaza con atascarlo de mala manera si no hay una reacción inminente que, entre tanto yerro general, cuesta creer que pueda existir.

El propio Natxo lo admitía en Almería: "Obviamente, las sensaciones ahora no son buenas". Lo dice el propio entrenador. No hace falta que salga nadie a decir lo contrario. Ya no cuela ninguna exageración en las ponderaciones. Cuando la realidad se pone borrica y es persistente, el abogado defensor lo tiene harto complicado por más que busque subterfugios.

Natxo, además, demostró en Almería que no quiere letrados que le aporten alegatos exculpativos: "En estos momentos, no somos ni estables defensivamente ni ofensivamente. Cuando flaqueas en defensa, es difícil que seas un buen equipo en ataque", asumió el de Vitoria. No hay más preguntas, señoría.

Ah, por cierto. El buenismo que ha reinado en este trimestre inicial del curso, primero con sentimiento sincero, después más a machamartillo que otra cosa (cuando la cosa empezó a torcerse en puntuación y rentabilidad, ya surgieron dudas razonables), se ha resquebrajado por puro efecto natural de las cosas. Y, dentro de la caseta, los ánimos ya no son lo que eran. En el mundo del fútbol todo está inventado y es conocido. Aquí y en cualquier otro lar. Las circunstancias suceden, no porque las diga o las anticipe nadie, sino por propio sentido común y de condición humana. Por eso, el mismo Natxo, dejó claro su temor a que el equipo note en sus propias carnes los primeros efectos serios de esta crisis de resultados y aplicación futbolística de sus muchachos: "Claro, esto puede afectar al grupo en lo anímico. Cuando pasan estas cosas, sucede", espetó con claridad y concreción.

Cuando un entrenador habla así de claro, conviene escuchar y, sobre todo, extraer con celeridad conclusiones atinadas. No son palabras rutinarias. Al contrario, tienen una buena dosis de gravedad. De hecho, no competir bien durante ya un largo tiempo cuando noviembre empieza a irse suele ser síntoma de enfermedad para cualquier equipo.

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