Oportunidad de oro para encadenar dos triunfos, como hace un mes

Almería se presenta para el Real Zaragoza como un nuevo trampolín hacia la parte alta de la tabla, tras el desaprovechado hace un mes después de ganar a Numancia y Lorca.

Los jugadores del Real Zaragoza celebran uno de los tres goles logrados el sábado pasado ante el Rayo Vallecano.
Los jugadores del Real Zaragoza celebran uno de los tres goles logrados el sábado pasado ante el Rayo Vallecano.
Oliver Duch

En solo seis fechas, lo que va del 11 al 17 de noviembre, el Real Zaragoza está en disposición de reengancharse al rabino pagando la sanción por su despiste mayúsculo en los partidos frente al Osasuna, el Sevilla Atlético, la Leonesa y el Huesca, un mes de secano donde solo sumó por goteo 3 de los 12 puntos dirimidos. Un bagaje paupérrimo, trufado además con ratos de fútbol entre caótico, ineficaz e inconsistente, que se llevó como una riada el efecto ilusionante que habían generado las dos victorias consecutivas, en apenas 72 horas en plenos Pilares, frente al Numancia (3-0) y en Lorca (0-2). Ese es el enorme valor que presenta la siguiente cita, la del inminente viernes, en el campo del histérico Almería, el peor equipo del torneo desde finales de septiembre.

Porque, en efecto, los zaragocistas disponen de una segunda oportunidad en esta liga para repetir ese acelerón que supone siempre, en momentos de dudas, concatenar dos triunfos y sumar 6 de 6 en una tacada limpia. Ganar en Almería sería el perfecto aderezo a la afortunada y celebrada victoria por 3-2 ante el potente Rayo Vallecano el pasado sábado. Y, por derivación del estado de la clasificación, impulsaría al Real Zaragoza, con mayor fidelidad en la visión de la tabla a la conclusión de la jornada 15ª, la próxima, a las cercanías de los puestos de promoción, que ahora distan todavía a 5 puntos.

Salir del atasco que sufre el Zaragoza en la tabla -por culpa de su escasa rentabilidad en puntos durante el primer tercio de la temporada- pasa inexorablemente por introducirse en una dinámica donde predominen los partidos ganados sobre el resto de marcadores. Después de los múltiples patinazos ya consumados, los empates no son buenos aliados para los blanquillos porque su acumulación no cunde lo suficiente para alcanzar velocidad. Y, por supuesto, es obligado escapar de más derrotas: 4 de 14, actual registro, supone una media orientativa que pide frenar en seco este apartado durante un buen tiempo.

Y ahí asoma tras la esquina del viernes el duelo de Almería. Ante el antepenúltimo clasificado, el 20º en el escalafón de la Segunda División. Un equipo tratado ya con ansiolíticos a estas alturas de curso, que acaba de despedir a su entrenador, Ramis, y que prepara de súbito el importante choque ante los zaragocistas con el técnico del filial, en calidad de interino, Fran Fernández. Es un reto para el Real Zaragoza este envite en el estadio de los Juegos Mediterráneos en tales circunstancias. Lo que, de inicio, parecen ventajas y condiciones favorables para asaltar ese feudo tan propicio hasta hoy, tiene siempre el doble filo traicionero del exceso de confianza y del efecto revulsivo que puede sentir el herido adversario al cambiar de jefe del banquillo.

Es un partido para saber jugarlo. Que requiere de buenas dosis de eso que se denomina 'el otro fútbol' en el argot de este deporte. Inteligencia, olfato de veteranía (en quien tenga este don, que en el Zaragoza solo son algunos por mero currículum individual). Mentalización desde el cuadro de mandos. Unas gotas de picardía, de poso como equipo. Y, en definitiva, tino y lucidez en los momentos clave, que los habrá, para ir cimentando el triunfo ante un contrincante en estado de máxima necesidad y, por ello, proclive al vértigo, la histeria y la tembladera si la trama del juego se les tuerce.

La misión de Natxo González y los futbolistas del Real Zaragoza es realmente bonita en Almería. Ganar en campo andaluz volvería a voltear la tortilla del estado de ánimo de la mayor parte del zaragocismo hacia el lado de la expectación positiva, tras un mes, el último, que llenó de desazón y zozobra a un entorno que viene perdiendo aire en el colchón de la paciencia hasta empezar a sentir los muelles del somier.

El duelo del viernes en Almería, bien resuelto, es un nuevo comodín para ligar jugada en el tapete del Real Zaragoza, cuando la liga entrará de lleno en lo que es ya el inicio del tramo culminante de la primera vuelta. Objetivo sugerente: enlazar, por segunda vez en la campaña, dos victorias seguidas. Siempre un síntoma de inequívoca mejoría cuando se parte de un bache indiscutible, el padecido entre el 15 de octubre y el 6 de noviembre y que la mayor parte del zaragocismo ha sentido como cuando uno se sienta en un sillón de faquir.

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