Hora de despertar

Un Real Zaragoza amenazado de crisis necesita una victoria que le devuelva la normalidad y el buen fútbol. Natxo González pierde a Benito y estudia el regreso de Eguaras y Febas.

Alberto Zapater, capitán del Real Zaragoza, en un entrenamiento de esta semana en la Ciudad Deportiva.
Hora de despertar
ARANZAZU NAVARRO

La bofetada del Huesca aún le duele al Real Zaragoza en las mejillas. Un moratón concentrado en uno de los lados de su rostro, el entrenador, Natxo González, quien fue el primero en situarse en el epicentro de la derrota del pasado lunes en El Alcoraz con un honesto ejercicio de autocrítica. Un naufragio más preocupante por las formas que por el fondo que ha abierto en el casco de la nave zaragocista las primeras fisuras de juego, pero sobre todo de credibilidad.

Y, aunque el Zaragoza había ganado pocos partidos ligueros esta temporada, se había ganado el derecho legítimo a la credibilidad. El duelo de esta tarde contra el Rayo Vallecano en La Romareda (18.00/Movistar Partidazo) trae, en caso de tropiezo, el riesgo de una crisis evidente. Un primer zarandeo serio en la línea de navegación del nuevo proyecto.

Si Natxo González fue el primero en la asunción de las responsabilidades en El Alcoraz, también debe ser el primero en corregir ese rumbo del equipo, devolviéndole los valores, la propuesta y la identidad que le arrebató, misteriosamente, en Huesca. Un modo de renunciar a la fórmula sobre la que había ido creciendo el equipo que le pasó una elevada factura. Los nombres de Febas y Eguaras, borrados del mapa, guardianes de las principales señas de estilo del fútbol de Natxo en partidos previos, cobran valor hoy, en un Zaragoza necesitado de una victoria que frene su caída, alivie sus preocupaciones y tranquilice su clasificación. Las posiciones de descenso están peligrosamente cerca. Lo que hace solo unos días era una dinámica de siete jornadas invicto se transformó en Huesca en una depresión de cuatro partidos sin ganar: es el precio de transitar por fina senda del empate.

Natxo González pierde, con un esguince de tobillo, a Alberto Benito, cuya ausencia taponará Delmás en el lateral derecho. Se avecinan más cambios. Si ya de por sí el técnico del Real Zaragoza venía sometiendo las alineaciones a una agitación frecuente, sin que realmente el equipo lo reclamara y en zonas sensibles a la inestabilidad como el centro del campo, después de la derrota de Huesca las variaciones se apoyan en un argumentario. Febas y Eguaras son candidatos claros al once. También Grippo puede entrar en la zaga por Verdasca. E incluso Vinicius cuenta con opciones.

El Zaragoza precisa abortar la hemorragia de puntos de La Romareda, donde solo ha ganado un partido (Numancia) y donde principalmente está tambaleándose su regularidad. En casa, el equipo no terminar de cuajar ofensivamente, sufre para atacar y generar opciones de gol. Al encuentro aragonés, acude el Rayo Vallecano, instalado en la zona alta de clasificación y reconocido por su juego veloz y combinativo. Lo dirige Míchel Sánchez Muñoz, aquel mediapunta salido de Vallecas que aún conserva su cara de niño en el banquillo y que lideró la salvación del pasado curso.

Es de los equipos de la liga con mejor y mayor uso de la pelota. Álex Moreno, Trejo y Embarba aceleran un fútbol coronado por la calidad de Unai López y la explosividad de Raúl de Tomás, uno de los anhelos de verano del Zaragoza en las filas vallecanas. El otro, es el portero Alberto.

El Rayo le mide así al Zaragoza si los sucesos del El Alcoraz fueron o no cosas de un mal día o si sus efectos advierten de problemas más profundos. En cualquier cosa, para el Zaragoza, es la hora de despertar.

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