El balón parado, la herida que no cierra en el Real Zaragoza

Una temporada más, el Real Zaragoza sufre tremendos problemas para defender la estrategia. El 40% de los goles que encaja, son a pelota parada.


Pasan los entrenadores, los jugadores y los directores deportivos. Se modifican los rivales y los escenarios. Se cambia, incluso, de categoría. Sin embargo, hay algo que permanece inalterable en la última década: los tremendos problemas que sufre el Real Zaragoza para defender las jugadas de estrategia.

La defensa de la pelota parada se ha convertido en un mal endémico del equipo, algo así como una enfermedad incurable. Esta temporada, por supuesto, no está siendo una excepción. El Zaragoza ha recibido seis goles en jugadas de estrategia, lo que representa un 40% del total (ha encajado 15 en 13 jornadas).

A pesar de contar con Cristian Álvarez, un portero con buen juego aéreo y dominio de los tiempos en el área pequeña, y de futbolistas de envergadura capacitados para defender este tipo de acciones (Mikel González, Verdasca, Grippo, Zapater, Toquero, Borja Iglesias...), el Real Zaragoza vuelve a sufrir una temporada más para defender el balón parado.

"Si no están metiendo tantos goles de estrategia es porque algo no estamos haciendo bien. No sabría decir exactamente qué es lo que falla porque si no lo hubiésemos cambiado ya. Pero es cierto que es un dato que tenemos que corregir". La reflexión es de este miércoles, de Mikel González, uno de los principales encargados de cerrar la portería en este tipo de jugadas. El veterano central admite que algo falla, reconoce una evidencia que todo el mundo es capaz de apreciar. Sin embargo, al menos de puertas para fuera, no sabe decir cuál es el principal problema que él y sus compañeros deben corregir para mejorar su rendimiento cuando el equipo rival va a ejecutar el córner o la falta lateral de turno.

Las marcas y la contundencia

Repasando los goles que ha encajado el equipo de estrategia, tres han sido desde el córner (Tenerife, Lugo y Osasuna), dos de falta directa (Granada y Oviedo) y uno tras una falta lateral (Huesca). Dejando al margen los lanzamientos en golpes francos de Aaron (Oviedo) y Pedro (Granada), los otros cuatro tantos encajados en la estrategia siguen patrones comunes, siendo la falta de contundencia en las marcas y los fallos individuales los dos principales.

Un ejemplo claro es el último gol, el de Gonzalo Melero en El Alcoraz. La acción fue una falta lateral, cercana al banderín de córner. Ferreiro envió un centro al área pequeña, pasado el primer palo, donde confluyeron los dos factores mencionados. Mikel González perdió la marca de Melero y Cristian Álvarez falló en su salida, midiendo mal los tiempos. El Zaragoza encajó así el 1-0 en el derbi aragonés, una acción repetida hasta la saciedad por el Huesca, que tiene en Melero un especialista en el remate (suma ya siete goles siendo centrocampista). Pese a estar más que advertido, el Zaragoza encajó el prototipo de gol que marca el Huesca esta temporada.

En este análisis también hay que incluir la variable de Natxo González, que lleva desde pretemporada tratando de implementar un sistema defensivo de la estrategia que sí que cuajó con total éxito las dos últimas temporadas en el Reus. La clave de este mecanismo, complejo por su rareza, es la altura a la que se ubica la muralla defensiva, prácticamente dentro del área pequeña, lo que requiere una tremenda coordinación entre los cinco o seis defensores de esta línea principal y el portero. El resto, los cuatro restantes se ubican en diferentes puntos del área con la misión de buscar y despejar las segundas jugadas. Hasta la fecha, el método no está dando los resultados deseados por el técnico que, como sus predecesores, no está siendo capaz de cerrar una de las clásicas heridas del Real Zaragoza moderno.

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