¿Por qué son importantes Febas y Eguaras?

La ausencia de ambos futbolistas en Huesca reveló su valor táctico. Eguaras es el futbolista de la liga que más pases filtra a zona de tres cuartos y el segundo que más pases totales da. Mientras, Febas es el segundo jugador del torneo que más regates y situaciones de uno contra uno produce

Íñigo Eguaras, pelea la pelota con un rival en el Real Zaragoza-Eibar del pasado sábado en La Romareda.
Íñigo Eguaras, pelea la pelota con un rival en el Real Zaragoza-Eibar del pasado verano.
Toni Galán

La derrota del Real Zaragoza contra el Huesca vino introducida por la decisión de Natxo González de prescindir de Iñigo Eguaras y de Aleix Febas. Al primero lo arrojó a la grada, fuera de la convocatoria, y al segundo, lo guardó en el banquillo hasta que el partido apenas le permitía ya remedios de cualquier tipo. Ambas ausencias desnaturalizaron al Zaragoza y le despojaron de dos piezas elementales en su identidad futbolística. Las mejores versiones del equipo a lo largo de la temporada, las de juego más ordenado, dinámico, fluido y profundo, tuvieron a Eguaras y Febas como inspiradores principales.

Por eso, extrañaron sus ausencias en El Alcoraz. Dos significativas privaciones por parte de Natxo González que se revelaron catastróficas: el Zaragoza fue un equipo romo, de juego horizontal, estático y denso, incapaz de carburar juego, sacarlo de atrás y hacerlo progresar. En ningún momento, pudo imponer su personalidad habitual, digiriendo las posesiones y circulando la pelota. Apenas consiguió en todo el partido asentarse en el terreno del Huesca. En consecuencia, fue mucho más previsible y fácil de contrarrestar que nunca.

Que faltaran Eguaras y Febas tuvo mucho que ver. Natxo González había conseguido que el Zaragoza fuera un conjunto reconocible, con una guía de juego clara. Peor o mejor desarrollado su estilo siempre dejaba la huella de que había una idea bien asumida y un trabajo de aplicación bien dirigido. Ganara, empatara o perdiera se sabía a qué jugaba el Zaragoza. Ese modelo lo había construido Natxo González desde una piedra angular: el pase. Por eso, el equipo aragonés era junto a Cultural y Rayo Vallecano el conjunto con mejores números en esa faceta. El pase era el núcleo del fútbol de Natxo: pausa, control, distribución… Una arteria fundamental dentro del organismo táctico del entrenador vitoriano, el juego de posición, tantas veces propugnado por el entrenador desde su llegada. Este estilo o idea está enfocado fundamentalmente hacia superar las líneas de presión y defensa del rival, generando superioridades y ventajas en las espaldas enemigas a través de triángulos posicionales y futbolistas escalonados (de ahí el rombo ofensivo de Natxo) que hacen progresar el juego. Para ello, hay dos herramientas básicas: el pase y la conducción. Es decir, Eguaras y Febas.

Eguaras, aun con su defectos y su irregularidad, es un faro necesario. Garantía de circulación, ordenación y gestión de la pelota. No solo tiene pase, sino que su pase suele verticalizar el juego, es decir, rompe líneas y rasga espaldas rivales. Hace que el equipo gane metros desde la pelota. Las estadísticas de la temporada le señalan como el segundo futbolista de la liga que más pases da por 90 minutos: 66,04 por los 68,39 de Trashorras (Rayo Vallecano). En los 11 partidos que ha jugado, no todos como titular, se ha bastado para ser el quinto pasador global, solo mejorado por Yeray, Señé y Mario (Cultural Leonesa) y Seoane (Lugo). Pero lejos de ser un pasador intermedio o un iniciador del juego en la salida de la pelota, los números de Eguaras destacan la faceta en la que realmente es útil para el Zaragoza: los pases que mete en zona de tres cuartos. Nadie fabrica tantos pases hacia el último tercio. La brújula de Eguaras siempre señala el norte. Es el futbolista de toda Segunda que más envíos filtra a ese sector clave, la antepuerta del peligro: 14,96 pases por 90 minutos. En este caso, también es el mejor pasador global (138), muy por delante de cualquier otro jugador (Yeray, Rubén Alcaraz, Iñigo Pérez…) y de los centrocampistas con mayor índice de precisión en el pase (80,43 %).

La estadística no solo descubre el valor real de Eguaras dentro del juego del Zaragoza. Por eso, sorprende que Natxo no termine aún de consolidarlo en la alineación, más allá de la irregularidad o inconsistencia defensiva que pueda sufrir el mediocentro en ciertos partidos, defectos que debe pulir. Algo similar sucede con Febas. El joven centrocampista, aun con todos sus puntos de mejora (asistencias, últimos pases, determinación en los metros finales…) es un recurso que suma notablemente en la construcción del juego a través de sus conducciones. Si Eguaras hace daño, supera líneas, con el pase, Febas lo consigue con su regate, su uno contra uno y su verticalidad: un modo de atraer rivales y permitir la aparición de ‘hombres libres’, compañeros despejados de marca y vigilancia. Otra de las líneas maestras del juego de posición. Febas es el segundo futbolista de toda la liga que más situaciones de uno contra uno y regate produce (4,81 por cada 90 minutos), solo mejorado por Vadillo (Huesca/5,56).

Eguaras y Febas, por su características tan concretas, son dos jugadores únicos en la plantilla del Zaragoza. Las dos piezas desde las que Natxo González mejor puede desarrollar el fútbol que propone y preconiza desde su llegada. Son dos futbolistas contextuales. Quizá no los mejores, pero sí los más influyentes en el estilo de juego, aquellos que alimentan el sentido de la idea hasta ahora exhibida por el Zaragoza. Hacen que el equipo, sus compañeros, la pelota y las posiciones progresen. De ahí su valor: si el Zaragoza quiere avanzar con la pelota, necesita la fiabilidad y el veneno del pase de Eguaras o la endiablada capacidad de conducción de Febas. Si falta una cosa, al menos queda la otra. Pero si faltan las dos, nos queda el Real Zaragoza atascado, confundido y desfigurado de Huesca.

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