El Huesca es colíder de Segunda tras superar claramente a un paupérrimo Real Zaragoza

Los oscenses ganaron el derbi por 3-1, con goles de Melero, Cucho Hernández (2) y Zapater. Natxo González no acertó ni con la alineación ni con los cambios.

El azulgrana Ferreiro durante el Huesca-Zaragoza de esta temporada.
El azulgrana Ferreiro durante el Huesca-Zaragoza de este lunes.
Rafael Gobantes

Un Huesca muy superior ganó el derbi aragonés al Real Zaragoza por un resultado claro, incluso corto si se miden las ocasiones generadas por unos y otros durante los 95 minutos de partido. Los locales terminan así la 13ª jornada en el 2º puesto de la clasificación, colíderes con 23 puntos junto al Granada y el Lugo, mientras que los visitantes se despeñan hasta el 15º lugar, a solo 3 puntos de la zona de descenso a Segunda B, con solo 15 puntos.

El primer tiempo arrancó con 13 minutos de espejismo zaragocista para acabar convirtiéndose en más de media hora de dominio absoluto, lleno de brillos, de la SD Huesca. En los albores del partido, en ese tanteo habitual de todo derbi, el Real Zaragoza pareció haber salido a El Alcoraz con intenciones de mando y profundidad. La aplicación de Toquero, por la derecha, ayudó a que pareciera que los blanquillos iban a tener un gran protagonismo en la trama del juego. Fue mentira. Además, Borja Iglesias marró dos disparos a puerta en el área, el segundo de ellos de gol cantado, que impidieron que los visitantes se adelantaran en el marcador e introdujeran así el guión por unos derroteros bien distintos a los que termino teniendo el choque.

El fallo clave del ariete zaragocista tuvo lugar pasado el minuto 13, tras un pase diagonal de Toquero que cruzó toda el área en busca del mano a mano del gallego. Pero su remate, a placer, lo echó fuera, demasiado cruzado, con Remiro ya batido. En apenas 90 segundos, minuto y medio después, el Huesca marcó el 1-0 y volteó las cosas de manera radical. Melero, su motor, su capitán, un futbolista que crece cada minuto que pasa, cabeceó a su estilo una falta lateral botada por Ferreiro, ante el error de cálculo en la salida de Cristian Álvarez, que se quedó con el molde con los dos puños hacia delante mientras la pelota entraba en la red. Fue ese mal endémico por el que el Zaragoza amagaba y el rival hacía diana a la primera.

Desde ahí, minuto 15, hasta el descanso, los azulgranas abatieron en intensidad, calidad y llegadas con peligro al área a un Zaragoza espeso, torpe con el balón y sin ideas ofensivas. Por momentos, sonaron los ‘olés’ desde la grada, donde el efervescente público de Huesca disfrutó de lo lindo. En el 18, con los blanquillos groguis, Cucho Hernández (una pesadilla para Verdasca) y Ávila fallaron a quemarropa, con Cristian Álvarez en el suelo, un tanto que todo el mundo creyó dentro. Enseguida, de nuevo el colombiano Cucho golpeó con potencia desde la corona del área y obligó al portero zaragocista -lesionado desde la anterior acción y casi sustituido- a sacar a dos manos un chut con márchamo de gol. El acoso al marco zaragozano era absoluto.

El Real Zaragoza no lograba tocar la pelota cuatro veces seguidas sin perderla. La acumulación de hombres que propuso Natxo en el centro del campo, con Zapater, Ros, Guti y Buff en un extraño cuadrado en su alineación, no funcionó jamás. Oyarzun, que partiendo desde el lateral tenía toda la banda izquierda para él, no se fue ni de su sombra. Toquero, por la diestra, bajó prestaciones porque los azulgranas estaban mucho más enchufados y siempre llegaban antes. Y el Huesca siguió percutiendo arriba. Melero cabeceó alto en el 27. La mejor noticia para el Zaragoza hasta el intermedio fue que no llegó el 2-0 y siguió con vida. El Huesca no se resintió en ningún momento de la tempranera lesión del extremo Vadillo, que tuvo que ser suplido en el minuto 7 por Ferreiro, que no desmereció con su actuación.

En los últimos minutos del primer periodo, los de Natxo parecieron estirarse un poco. En un centro de Oyarzun, Jair cabeceó hacia su portería y casi marcó un autogol, pues el balón salió a córner rozando el larguero. Curiosamente, fue la acción más peligrosa de los zaragocistas tras su fugaz inicio prometedor. La única. La falta de precisión de Buff, Ros, Guti y demás colegas de la zona ancha (laterales incluidos)  hizo imposible una reacción firme. Para que Natxo y sus muchachos se fueran al descanso con el rejón de la superioridad clara del Huesca en el primer tramo del encuentro, Ávila forzó de nuevo a Cristian Álvarez a parar un balón complicado ya en el minuto 45. Un recordatorio.

No hubo cambios en el inicio del segundo tiempo. Ni nominales, ni en el ritmo de juego. El Real Zaragoza, al que se esperaba espoleado y revitalizado, salió adormecido pese a ir abajo en el marcador. Sin capacidad para manejar la pelota, para combinar, para llegar cerca del área de un Remiro vacacional. La presión de los azulgranas desde lo más alto del campo se le atragantó de mala manera a los de Natxo.  Cucho Hernández se quedó soló ante Cristian Álvarez en el 51, pero un inoportuno resbalón al golpear el balón en el área chica evitó un gol hecho. El colombiano lanzó una falta directa en el 55 y el portero zaragocista rechazó con apuros, acción que se repetiría dos minutos después tras el golpeo, esta vez, de Brezancic. En pleno agobio oscense, Ávila se marchó de Benito hacia el área pero se entretuvo en la definición y remató fuera. De reactivación zaragocista, nada de nada. Todo lo contrario. El Huesca seguía siendo el mejor, dueño y señor del timón.

Y, claro, con este argumentario, no tardó en llegar el 2-0. Un balón en el que Akapo intentó el disparo a puerta acabó llegando con potencia al área pequeña, donde Cucho Hernández, ahora sí, empalmó a gol raso y junto al palo izquierdo. Era el minuto 63 y todo parecía ya decidido ante la inoperancia, casi incomparecencia, del Real Zaragoza. Natxo estaba intentando deshacer la madeja que había tejido con su alineación. Vinícius, en medio de una sonora pitada de su ex hinchada, había relevado a un nulo Buff. Tras el segundo tanto, el sorprendente suplente Febas entró por otro desangelado, Javi Ros. Tal vez, todo demasiado tarde.

De hecho, el tiempo pasó como una exhalación entre vítores merecidos de la afición altoaragonesa y sin que los zaragocistas ligasen ni unas dobles parejas en toda la timba. Nada de nada. Solo un balón colgado al área de Remiro, en el que Toquero cayó y se protestó penalti por parte blanquilla, alteró algo el ritmo cardiaco de los oscenses. Muy poca cosa para lo que era necesario si el Zaragoza pretendía volver a respirar. Solo Vinícius, tras un centro del mismo Toquero, que casi cogió a contrapié a Remiro, anduvo cerca de sorprender la portería local. El tercer cambio de Natxo describió la desorientación zaragocista de toda su negra noche: retiró a Borja Iglesias (apagado en grado extremo, es cierto) para sacar a Pombo en los últimos 10 minutos. Sin palabras, con 2-0 abajo.

En una falta directa, en el minuto 84, Zapater colocó en la escuadra el 2-1. De la nada, el Real Zaragoza parecía meterse en el partido a balón parado, su única opción ante la incapacidad de crear y ligar jugadas corridas. Pero el efecto fue fugaz, de nuevo otro espejismo como el del inicio del choque. Porque un minuto más tarde, la perla colombiana del Huesca, un chico de 18 años al que Rubi sí pone de titular en el cuadro azulgrana cada día, firmó su doblete con un derechazo contundente desde fuera del área que entró como un obús en la portería zaragozana junto al poste derecho, a media altura. Y estalló definitivamente la fiesta en El Alcoraz.

El Huesca se acostó colíder. Y el Real Zaragoza se queda a solo un partido de distancia de los puestos de descenso. Este es el mínimo común múltiplo de lo acontecido en el estadio oscense. Tiemblan de nuevo los cimientos blanquillos y reaparece la presión desde la cola, tan común el año pasado en La Romareda. Huesca aclamó a su ídolo, Cucho Hernández, al capitán Camacho, a todo su equipo. Están en lo más alto de su historia. En frente, los zaragocistas volvieron a casa serios y pensativos. Motivos tienen todos para ello. Llegan horas de honda reflexión. Tras este baño en el derbi aragonés, Natxo, Lalo, Barba y la plantilla necesita con urgencia unos ejercicios espirituales. 15 puntos en 13 partidos son aval de problemas futuros. Muy por encima de sensaciones, paciencias, calmas, periodos laudatorios y demás argumentos vigentes desde agosto hasta noviembre. Eso parece derogado. Los hechos son tozudos, cristalinos y bastante rotundos. Tanto para la felicidad, ganada a pulso, de un gran Huesca, como para la preocupación firme en el seno del Real Zaragoza.

Ficha Técnica

SD Huesca: Remiro; Akapo, Jair, Pulido, Brezancic; Aguilera, Sastre, Melero; Ávila (Gallar, 82), Vadillo (Ferreiro, 7); y Cucho Hernández (Camacho, 88).

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Benito, Mikel González, Verdasca, Oyarzun; Zapater, Javi Ros (Febas, 66); Raúl Guti, Buff (Vinícius, 55); Toquero y Borja Iglesias (Pombo, 80).

Árbitro: De la Fuente Ramos (Comité Castellano-leonés). Amonestó a Aguilera (42), Borja Iglesias (46), Zapater (54), Sastre (76) y Verdasca (89).

Goles: 1-0, min. 15: Melero. 2-0, min. 63: Cucho Hernández. 2-1, min. 84: Zapater. 3-1, min. 85: Cucho Hernández.

Incidencias: Noche muy fría en la capital oscense, con apenas 7 grados a la hora del inicio del derbi aragonés. El césped presentó unas excelentes condiciones, con un lleno casi total en las 5.500 butacas de El Alcoraz.

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