Noche de Primera

El Zaragoza hizo suyo el romanticismo de la Copa y no solo le plantó cara al equipo más en forma de España, sino que acarició la victoria en una soberbia segunda mitad.

Raúl Guti, el mejor jugador sobre el campo, controla la pelota ante la vigilancia de Santi Mina.
Raúl Guti, el mejor jugador sobre el campo, controla la pelota ante la vigilancia de Santi Mina.
Guillermo Mestre

Después de tanto tiempo, de cuatro años y casi cinco meses, ayer volvimos a sentirnos de Primera. Con una afición arremangada como nunca, durante 45 minutos el Zaragoza le jugó de igual a igual al Valencia, el equipo más en forma del fútbol español. En la segunda mitad, la hombrada creció de forma exponencial. El agotamiento no solo no erosionó al conjunto aragonés, sino que el equipo del león rampante se lanzó a pecho descubierto a por todo un segundo clasificado de la Primera División. Con el cuchillo entre los dientes, con esa hambre de gloria tan necesaria para ganar y triunfar, Raí se lanzó al vacío entre los centrales levantinos y tuvo la victoria en el minuto 60. Luego llegó la derrota más dulce de cuentas se recuerdan en Zaragoza, con La Romareda ovacionando a su equipo incluso cuando encajaba el primer gol, y cantando el himno cuando llegaban a su fin esos 90 minutos y pico de lucha desigual igualada por 11 valientes con los pantalones azules bien puestos. Los 90 minutos y pico en que nos sentimos de Primera División.

No hay justificación lógica a la transgresión en toda regla que ayer se atrevió a cometer el Zaragoza, un equipo apañado con cinco millones y poco más ante un Valencia de más de 100 kilos de tope salarial. Todo fue gracias al romanticismo de la competición más limpia y sincera de cuantas existen, la que no respeta galones ni condición social, esa épica copera que un día cualquiera de otoño, entre el bostezo prescindible de las primeras rondas de la Champions y las obligaciones ordinarias de la Liga, transforma al siervo en señor y nos recuerda que en el fútbol también hay un reducto para los débiles. Ese trocico de gloria la buscó ayer el Zaragoza con toda su alma y a punto estuvo de atraparlo.

Se esperaba un baño de fútbol del todopoderoso Valencia y al final lo que hubo fue un baño de dignidad. Antes de empezar, había que ver qué hacía Marcelino, un hombre que no va a los sitios a hacer amigos, sino a trabajar. De su trabajo dan testimonio sus resultados. En caso de duda, solo hay que consultar la clasificación de Primera. Rotó Marcelino. Y también rotó Natxo González. Evidentemente, si el plantel del Zaragoza cuesta cinco kilos y el del Valencia más de 20 veces más, la desigualdad se intuía manifiesta. Pues no. Empujado por una afición que volvió a responder en buen número –y eso que tenían que escotar unos erurillos hasta los abonados...–, el Zaragoza tapó bien al Valencia, no le dejó correr a un equipo que vuela en transición. Dominaba el Valencia, solo eso faltaba... Pero el Zaragoza le plantaba cara ante una Romareda que celebraba hasta los córners.

El Valencia tirita

Los aplausos al descanso se multiplicaron en la reanudación. Ya no solo sacaba córners el Zaragoza, sino que directamente se fue a por el partido con Raí en el campo en lugar de Buff. Con cinco aragoneses sobre el césped con la entrada de Delmás, más Ratón y un zaragozano de Río llamado Raí, el equipo aragonés le hizo tiritar al Valencia. Raúl Guti, que desde hace bastante tiempo es el mejor centrocampista del Zaragoza, ayer fue superior incluso a la medular del Valencia. Del motor de Torrero salió el balón mágico que estiró con velocidad y precisión Vinícius, y que Raí a punto estuvo de transformar en gol ante una Romareda que se caía. Natxo quería más y sacó a Febas por Zapater. La peña se frotaba los ojos. Marcelino tuvo que extraer a lo mejor del banquillo, a lo mejor de su plantilla, para enderezar el rumbo. Echó al campo a Guedes, a Rodrigo, a Carlos Soler. Ojo al dato: hasta entonces, una cesión del desorientado Papu a Ratón había sido la mejor oportunidad naranja. Solo con Guedes, con Rodrigo y con Carlos Soler logró desnivelar la balanza el Valencia ante un Zaragoza y un zaragocismo que se sintieron ganadores incluso cuando se encajaron los dos goles. Nos sobran las razones. El Zaragoza y el zaragocismo por fin vivieron una noche de Primera.

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