Un señor Zaragoza

El Valencia saca ventaja de La Romareda contra un equipo aragonés superior, serio, con personalidad y fases de muy buen juego. Rodrigo Moreno y Parejo de penalti marcaron los goles en la recta final.

Vinícius pugna por un balón con Vezo en el Zaragoza-Valencia.
Vinícius pugna por un balón con Vezo en el Zaragoza-Valencia.
Toni Galán

El Real Zaragoza perdió y el Valencia le puso la eliminatoria a precio de proeza en Mestalla, pero La Romareda fue feliz. Raras veces el resumen de una derrota puede efectuarse con una ovación al caído, y eso sucedió en el estadio aragonés: marcó el internacional español Rodrigo Moreno y el zaragocismo le entregó su reconocimiento a su equipo, excesivamente penalizado por la única falla que se abrió en su impecable comportamiento defensivo durante toda la noche. Porque el Zaragoza cuajó un partido serio, de gran nivel, con fases de juego soberbio, especialmente en la segunda mitad, en la que maniató al Valencia. Marcelino necesitó sacar a tres de sus piedras preciosas para salir del laberinto: Rodrigo, Guedes y Soler. Y aún así le costó, atrapado en la red de un Zaragoza de robusta personalidad, fresco y osado en los usos de la pelota, y con un poderoso carácter competitivo. Al Valencia, al menos, le miró a la misma altura de sus ojos. Jugándole con serenidad y madurez. Le faltó solo su pegada.

Al equipo de Natxo González le siguen faltando victorias, también algo de mayor atención en los balones parados, pero su línea de progresión no se desvanece, como tampoco se resiente con las variaciones en el equipo, porque, juegue quien juegue, tiene un discurso que seguir, una identidad definida: qué hacer, cómo hacerlo y cuándo hacerlo.

Ambos entrenadores apostaron por alineaciones preventivas, más pendientes del próximo partido que del que tenían delante. Este manteo a la formación inicial, con varios secundarios, se tradujo en la cadencia del juego de la primera mitad: los numerosos futbolistas sin ritmo elaboraron un fútbol de bajas revoluciones. Natxo González apenas mantuvo a Buff y Zapater de su escuadrón principal, mientras Marcelino seguía ese mismo paso, aunque sin reservar a Parejo, el cofre que guarda los códigos de juego del Valencia.

El partido era entretenido pese a que tenía poca actividad en las áreas. El Zaragoza fue ligeramente superior. Le desactivó al rival casi todas sus opciones de verticalidad. En ningún momento, el Valencia encontró ese escenario en el que los equipos de Marcelino revelan su esencia y con el que vuela en estos meses iniciales de temporada en Primera División.

Si el Zaragoza, como se volvió a observar anoche, es un conjunto elaborado para la pausa, para escribir su fútbol despacio, con letra medida y paciente; el Valencia es un garabato vertiginoso. Precisamente, el equipo aragonés evitó eso, y el conjunto de Marcelino, muy incómodo, apenas pudo salir al galope tras un robo: si la perdía, el Zaragoza lo hacía lejos y protegido. Solo por la banda de Lasure y Pombo, muy impreciso en la toma de decisiones, se abrieron paso los levantinos, aunque sin determinación ni peligros mayores.

Las escaramuzas presidieron los intentos de ambos equipos. Ninguno consiguió tejer un hilo de continuidad. El Valencia intimidó con dos aproximaciones de Nacho Gil: una la cortó Ratón y otra la lanzó alta. El Zaragoza solicitó el protagonismo en el último cuarto de hora de la mano de las buenas maneras de Guti y la actividad de Vinicius. El brasileño, ante su exequipo, se reveló como una pieza muy útil para el futuro. Un disparo a la media vuelta, sobre el lateral de la red, sucedió a otra acción suya, tras una buena combinación colectiva. Con un tiro lejano de Orellana se selló el primer acto.

El choque se reanudó de modo similar, con el delantero chileno amagando peligro con un disparo muy alto poco después de que una arriesgada cesión de Papunashvili casi condena a Ratón. Pero el Zaragoza se subió a lomos de Guti y se puso a edulcorar la pelota. El Zaragoza se apoderó del encuentro y lo hizo suyo, imprimiendo ritmo, velocidad y combinaciones.

Fueron grandes momentos del equipo aragonés, trenzando, saliendo jugando al primer toque, desplegándose por ambas bandas. Si Guti decía cómo había que jugar -imparable su crecimiento el centrocampista aragonés-, Vinicius dictaba el peligro, mezclándose muy bien con Raí, incorporado y prometedor: de esa sociedad brasileña casi sale un golazo de tiralíneas, pero faltó un palmo en el remate del joven delantero, debutante en la temporada. Otra pieza más en la causa de Natxo González.

Bien sujeto atrás por una línea defensiva concentrada, amurallada y acertada, el Real Zaragoza se soltó. Alberto Zapater lo intentó en una falta lejana. Pombo lo buscó dando un efecto en dirección a la cepa del poste que tapó bien Jaume Domenech.

Eran minutos en los que siete canteranos, con cinco aragoneses, se reunían en una noche de Copa: Ratón, Lasure, Delmás, Guti, Zapater, Pombo y Raí. Un hecho insólito y esperanzador. Delmás, todo pundonor, le dio descanso a Benito, un mes después apto para jugar aunque lejos aún de ese punto físico que tanto recorrido le permite en el flanco derecho.

Natxo agregó a Febas, en una ambiciosa declaración de intenciones, mientras el partido se seguía abriendo. Pero Marcelino encontró las soluciones en el banquillo del reposo. Rodrigo, Guedes y Soler afilaron al Valencia.

En una jugada aislada, Rodrigo Moreno, adelantando en el área pequeña su cabezazo al marcaje de Lasure, se aprovechó de una salida incompleta de Ratón, poco antes de que, ya en el tiempo de prolongación, Parejo sentenciara el partido y casi la eliminatoria con un penalti. La clasificación para la siguiente ronda de Copa del Rey se le ponía así en chino al Real Zaragoza.

Pero eso apenas le importó a La Romareda, justa con su equipo, con su fútbol y con sus méritos. Hacía cuatro años, cuatro meses y 23 días, desde el Atlético de Madrid en la jornada final del último descenso, que un equipo de Primera División no pisaba Zaragoza y la noche jugó con los sentimientos: qué pena, qué tortura, qué nostalgia, pero cuánta ilusión.

Ficha técnica

Real Zaragoza: Ratón; Benito (Delmás, 55), Jesús Valentín, Grippo, Lasure; Zapater (Febas, 70), Guti; Pombo, Buff (Raí, 45); Papunashvili y Vinicius.

Valencia: Domenech; Nacho Vidal, Vezo, Gabriel Paulista, Lato; Nacho Gil, Maksimovic, Parejo, Andreas Pereira (Rodrigo Moreno, 70); Orellana (Carlos Soler, 79) y Santi Mina (Guedes, 76).

Árbitro: Medié Jiménez (Comité Catalán). Amonestó a Vezo (39), Nacho Vidal (64) y Delmás (91).

Goles: 0-1, min 80: Rodrigo Moreno. 0-2, min 91: Parejo, de penalti.

Incidencias: partido de dieciseisavos de final de Copa del Rey. Noche agradable en La Romareda, con 22 grados. El césped presentó unas perfectas condiciones. Unos 24. 000 espectadores en el estadio zaragocista

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