Remontada a medias del Real Zaragoza en Oviedo para acabar empatando 2-2

Mikel González y Zapater igualaron los dos tantos iniciales de Aarón y Toché en un primer tiempo loco. Los aragoneses pudieron ganar en la segunda mitad.

Zapater celebra el gol del empate.
Zapater celebra el gol del empate.
Hugo Álvarez

Empate que, tras rozar la tragedia en la primera media hora de juego, acabó sabiendo apoco al Real Zaragoza en Oviedo. El 2-2 final no reflejó las claras ocasiones que desaprovecharon los aragoneses en la segunda mitad, en la que se impusieron con claridad en juego a los asturianos, pero en la que Borja Iglesias y Ángel Martínez no tuvieron tino para definir sendas jugadas mano a mano ante el portero local. Un día más, al Zaragoza de Natxo no le cundió lo suficiente su buen juego y se quedó con un solo punto que no lo relanza en la clasificación, pues se queda en el puesto 18º, con la misma puntuación (6) que marca las posiciones de descenso.

El primer tiempo fue una locura. Un ir y venir constante, sin fútbol de quilates por ninguno de los dos equipos, pero con muchos espacios abiertos en la línea de medios que propiciaron ocasiones y llegadas nítidas a las dos áreas. Y la secuencia de los goles propició esa sensación de inestabilidad permanente. Todo comenzó con ese pálpito de que el Real Zaragoza está tocado por la vara del demonio. Porque en los primeros 5 minutos los hados de la fortuna hicieron pasar del posible 0-1 al 1-0 en dos jugadas gemelas. En el 2, Zapater lanzó un golpe franco directo que, tras tocar levemente el portero Juan Carlos con la yema de los dedos, se estrelló en la escuadra. Y tres más tarde, en otra falta directa, Aarón Ñíguez clavó la pelota en las redes por la misma vía. Era para bramar por la mala pata que tiene el Real Zaragoza en ese intercambio de golpes día a día.

Quedó grogui el equipo de Natxo por semejante infortunio. Y en los siguientes 25 minutos pudo ser goleado. Con un 3-0 o un 4-0 si los rematadores asturianos hubieran estado más atinados. La cosa, cuando se saltó el 28, solo estaba 2-0. En el 8, un error del guardameta Cristian Álvarez al sacar con la mano -se le escurrió el balon- no pudo aprovecharlo Toché, con la portería vacía, porque no se esperaba tal pifia, que pudo reparar el argentino. En el 11, asomó el comodín de la vida para los aragoneses, pues tras un córner que acabó en el segundo palo, Folch cabeceó al poste con el marco desguarnecido, a solo un metro de la raya de gol, y el rechazo lo marró Christian Fernández, que también andaba solo por allí en un error monumental de la zaga tomate (así vistió el Zaragoza en el Tartiere).

No daba señales de vida el equipo de Natxo, abrumado por la facilidad con la que los carbayones alcanzaban posiciones cercanas a la meta zaragocista. Y así llegó el 2-0. Un regalo de Verdasca, que en un centro venenoso que había rechazado Álvarez con apuros tras tocar en la cabeza de Mikel González, en vez de envíar a córner como era su intención (se supone), golpeó la pelota hacia el larguero y la caída del balón quedó a placer para que el oportunista Toché la empujase simplemente adentro. Fue otro caso de mala praxis defensiva, de desatención, de mal fario. Aquello olía a goleada cuando se sacaba de centro. En Oviedo, la afición local se frotaba las manos.

Pero algún duende bajó del vecino monte Naranco para echar un cable a los zaragocistas. En plena depresión anímica, llegó un córner a favor 3 minutos después. Y Mikel González, con una volea preciosa con la zurda, se marcó un golazo de delantero centro de mucho rango. El Real Zaragoza volvía a la vida sin saber cómo. Oxígeno puro en unos momentos de gran zozobra. El cuadro astur también notó el puyazo y se tambaleó desde ese momento, minuto 31. El último cuarto de hora fue aragonés. Sin demasiada fluidez, con Febas y Eguaras intentando circular, con Zapater dando salida desde atrás apoyado en los despliegues del descarado Delmás, con las aperturas de Toquero por la izquierda, llegaron varias acciones de empuje en el área azul. Y en una falta cometida sobre el peleón Borja Iglesias, de nuevo castigado por los rivales con el consentimiento del árbitro, esta vez el canario Pulido Santana, Zapater repitió ensayo y… esta vez diana. En el 38, colocó la pelota en la misma escuadra, con una rosca de oro, y firmó el 2-2. El mal estaba reparado antes del intermedio. Algo impensable tras encajar el 2-0 poco rato antes. Y todo quedó abierto para la segunda mitad.

El Real Zaragoza salió mucho mejor que el Oviedo tras el intermedio. Crecido por la remontada. Borja Iglesias, nada más reanudarse el juego, tuvo la primera opción para el 2-3, a la media vuelta en el área, tras un córner. Pero remató mordido y la pelota se le marchó fuera, demasiado cruzada. Era un aviso para los ovetenses, que no manejaban el juego con tanta soltura como al inicio del choque. El primer cuarto de hora fue de control aragonés, pero con la clásica ausencia del último pase. Los locales ni se acercaban por las proximidades de Cristian Álvarez, una gran noticia.

En el minuto 63, de nuevo Borja Iglesias gozó de una clara opción para hacer el tercero. Mano a mano, solo ante Juan Carlos tras un pase al hueco raso de Buff. Controló y su disparo lo rechazó Juan Carlos. Una de esas ocasiones que no se pueden fallar en días así. Una lástima. No sería la única igual. Cinco minutos después, Angel Martínez se quedó de nuevo solo encarando al portero tras una jugada con 30 toques zaragocistas. Pero también erró en el momento de la verdad y Juan Carlos tocó para salvar el tanto cantado y envíar a saque de esquina. Volaba otra opción de culminar el volteo total del marcador.

Natxo metió en el campo a Papunashvili por Toquero en busca de velocidad y frescura. El Oviedo de Anquela también movió el género porque el partido se le escapaba sin pisar el área aragonesa, con Owusu y Rocha. Llegaban los últimos 20 minutos, los decisivos, con la sensación de que el triunfo estaba mucho más cerca del Zaragoza. Era cuestión de atinar. De acertar con esos balones que, con cierta cadencia, llegaban con intención sobre la nerviosa defensa carbayona. Guti entró por un apagado Buff en la recta final, que acabó trabándose. Ambos equipos empezaron a jugar a no perder. El punto comenzó a ser considerado como mal menor por unos y otros.

Oyarzun fue el tercer cambio de Natxo en el 86, momento en el que Papunashvili casi marcó. Recibió un centro raso de Ángel Martínez, en otra galopada hasta el área del lateral, y no llegó por milímetros a empujar a puerta vacía su centro raso. Fue la última ocasión nítida del Real Zaragoza para haberse llevado los 3 puntos del Tartiere, aunque Borja Iglesias aún dispondría de un último balón servido por el georgiano para rematar alto tras un difícil control en el área, ya en tiempo de aumento.

Superado el largo momento de crisis vivido por el equipo zaragozano en la primera media hora del encuentro, el 2-2 definitivo se le quedó corto. El bloque de Natxo González sigue emitiendo destellos de equipo notable, sus individualidades manifiestan calidad, pero falta definición arriba en jugadas clave y, asimismo, continuan penalizando sobremanera los errores puntuales en defensa. En el sentido global del análisis, nada cambió en Oviedo. Buen juego, cortos réditos. Y el equipo continúa en la parte baja de la clasificación en espera de espabilar de una manera contundente lo más pronto posible.

Ficha Técnica

Real Oviedo: Juan Carlos; Cotugno, Héctor Verdés, Carlos Hernández, Christian Fernández; Forlín, Folch; Pucko (Rocha, 70), Aarón Ñíguez (Mossa, 74), Saúl Berjón (Owusu, 61); y Toché.

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Delmás, Mikel González, Verdasca, Ángel Martínez; Zapater, Eguaras; Toquero (Papunashvili, 70), Buff (Raúl Guti, 78), Febas (Oyarzun, 86); y Borja Iglesias.

Árbitro: Pulido Santana (Comité de Las Palmas). Amonestó a Verdasca (10), Christian Fernández (27), Forlín (62) y Rocha (81).

Goles: 1-0, min. 5: Aarón Ñíguez. 2-0, min. 28: Toché. 2-1, min. 31: Mikel González. 2-2, min. 38: Zapater.

Incidencias: Noche agradable en Oviedo, con 18 grados al inicio del partido (21.00) tras un día soleado. El césped del Nuevo Carlos Tartiere presentó un buen estado. La ubicación del partido en lunes restó bastante afluencia de aficionados y solo asistieron alrededor de 11.000 a un aforo global de 30.500.

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