Pequeños detalles que hubieran aliviado las sensaciones iniciales del Real Zaragoza

Aun con las mismas carencias, las derrotas ante Mirandés y Villarreal B y el empate con el Logroñés pudieron ser victorias. El envoltorio sería más agradable.

Natxo González, con Zapater en primer plano, durante el entrenamiento de este jueves en la Ciudad Deportiva del Real Zaragoza.
Natxo González, con Zapater en primer plano, durante el entrenamiento de este jueves en la Ciudad Deportiva del Real Zaragoza.
Daniel Marzo

Cunde cierta decepción entre el zaragocismo después de los tres primeros amistosos de verano ante la terna de rivales de Segunda B a los que el Real Zaragoza no ha podido ganar. Una reacción normal, humana, legítima, moneda común dentro del mundillo del fútbol, donde los resultados y las sensaciones después de los partidos son siempre cimientos de cualquier análisis entre la afición. También dentro del vestuario, del 'staff' de ejecutivos y dirigentes del club. Es algo natural que cada uno combate como puede desde su prisma personal.

"Creo que se mejora más ganando. Porque, psicológicamente, así parece que las cosas que trabajas funcionan. Pero si hubiéramos ganado todo, tampoco lo valoraría con euforia. A estos partidos hay que darles la importancia que tienen, no más", analizaba con franqueza el capitán, Alberto Zapater, a la conclusión del último duelo preparatorio, el de Teruel este miércoles ante el Villarreal B (derrota por 3-1).

Lo que dice Zapater, esa triple victoria blanquilla ante Logroñés, Mirandés y Villarreal B, pudo haber sucedido si los detalles puntuales del fútbol hubieran sido favorables para el nuevo Real Zaragoza. En Las Gaunas y Anduva, durante los dos primeros tiempos respectivos, los de Natxo González fueron superiores a sus rivales y gozaron de suficientes ocasiones de gol para haber anotado dos o tres tantos antes del descanso en casa caso. De haber sido así, no cabe duda alguna de que la conclusión de esos dos chascos hubiera sido bien diferente, en positivo. No es un análisis descabellado ni forzado.

En Logroño, Borja Iglesias marró dos opciones de gol nítidas. Otra Javi Ros. Otra más Pombo. Y, con el 0-1 favorable al Real Zaragoza, justo antes del penalti que supuso al final el 1-1 para los riojanos, el filial Raúl Guti disparó al poste lo que pudo haber sido el 0-2. Es obvio que, con cualquier modificación en el remate de estas jugadas a favor de los zaragocistas, de Las Gaunas se hubiese vuelto en estado de normalidad, con una victoria.

En Miranda, Borja Iglesias también desperdició dos ocasiones cristalinas de gol. Pombo, de nuevo tuvo el punto de mira torcido en un mano a mano. Y Xumetra. Todo ello con 0-0 y con el dominio general del Zaragoza. Antes de la media hora, ese día, Grippo cabeceó un córner al poste, el balón recorrió toda la línea de gol, pero no acabó entrando. Para cuando el Mirandés anotó el 1-0 definitivo, un Zaragoza afortunado ante el gol hubiese resuelto con holgura a su favor ese amistoso. Incluso ya con el tanto burgalés encajado, Borja Iglesias erró un mano a mano flagrante para el 1-1 que no llegó.

Y contra el Villarreal B, este miércoles, en el peor día de juego de los tres, cabe recordar que, nada más empatar Zapater el 1-0 inicial de los castellonenses, Borja Iglesias echó fuera, increíblemente, un regalo de Papunashvili en el área, a bocajarro, con todo el marco a placer. Es decir, el Real Zaragoza pudo irse, pese a tantos problemas y defectos, con ventaja de 2-1 al descanso. Y, posteriormente, ya perdiendo 1-2 tras el segundo gol del filial del Villarreal, Buff disparó al larguero en el último cuarto de hora, justo antes del definitivo 1-3. Es decir, se esfumó la opción de, al menos, haber empatado a dos en ese lance concreto. El equipo de Natxo jugó mal, pero con otros vientos en lo referente a la fortuna y el acierto, bien pudo haber evitado el sofocón de la derrota.

Zapater, no obstante, desde la experiencia, asegura que se temía que algo así podía sucederle a este balbuceante Real Zaragoza este verano. "Nosotros sabíamos que esto iba a ser así. Es el precio de tener un entrenador nuevo, de tener jugadores nuevos. A mí no me sorprende lo que nos está pasando", reconoció el ejeano.

Los futbolistas están dolidos por los tres tropiezos seguidos que, por más que sean en partidos amistosos, vienen a contrapelo de lo que la afición necesita en estos momentos. "Aunque sea pretemporada, llevamos una camiseta. El partido es televisado. Y la gente está ilusionada con el equipo. Y fastidia perder. Está clarísimo", admite Zapater en boca de los demás.

El Real Zaragoza, el zaragocismo, vive con ese halo de desencanto este mal comienzo de la pretemporada. Resulta inevitable, aunque se intente desactivar de importancia real el valor de este tipo de partidos preparatorios. El fútbol siempre necesitó de resultados, de vibraciones positivas para sustentar el ánimo y las esperanzas de éxito. Y, como resulta indiscutible, los marcadores adversos de estos tres primeros bolos veraniegos ante adversarios de categoría inferior, a lo que hay que sumar el juego sin solvencia del restaurado equipo (aún incompleto), no van a favor de obra.

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