El comedor que desde este lunes es ya parte del día a día de la plantilla del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva, tanto en los desayunos como en los almuerzos en las jornadas de entrenamiento del equipo, contiene amuletos entre los elementos de decoración que la familia Castillo, regentes de la parte recreativa y de restauración de las instalaciones, han incluido en el salón. Fotografías de los grandes equipos blanquillos, caso de los Magníficos, los Zaraguayos o el equipo de la Recopa, se ven en una parte de la zona del 'buffet'. Las camisetas recientes de Vallejo (la roja, con el dorsal 31) y Cani (la blanca del 8 del pasado año), también presiden el área donde se ubica una gran pantalla de televisión, junto a un banderín antiguo del club.

Probablemente, no serán los únicos ornamentos con buenas vibraciones para el remodelado equipo zaragocista. Además, los colores blanco y azul lucen en las paredes. Y, asimismo, los jugadores fueron recibidos con un cartel de bienvenida en los diferentes idiomas que se hablan en el vestuario, incluido el complicado georgiano (falta el portugués, del recién fichado Verdasca, también idioma de cuna del brasileño Raí Nascimento).

De repente, la infrautilizada Ciudad Deportiva del Real Zaragoza, siempre tan reivindicada por muchos de los viejos socios (ahora abonados) y cada vez más dejada de lado por parte de infinidad de épocas directivas, se dota de vida en un apartado físico importante de sus vetustas instalaciones, el restaurante, gracias al plan de trabajo instaurado por Natxo González y el nuevo cuerpo técnico del equipo.