Grippo, traductor y cordón umbilical de Papunashvili y Buff en el vestuario

El central suizo habla alemán, italiano, francés, inglés y se defiende en español y es pieza clave en la integración de los nuevos extranjeros del Real Zaragoza.

Primer plano de un sonriente Grippo en su presentación como jugador del Real Zaragoza, hace 10 días.
Primer plano de un sonriente Grippo en su presentación como jugador del Real Zaragoza, hace 10 días.
Guillermo Mestre

Simone Grippo, en su aterrizaje en el Real Zaragoza, no solo está ejerciendo su rol futbolístico: defensa central de fortaleza, de 1,85 de estatura y 84 kilos de peso, veterano de 28 años con larga trayectoria como profesional. También, por su enorme facilidad con los idiomas, está siendo pieza clave para que, además de él mismo, sus nuevos compañeros Buff (también suizo) y Papunashvili (georgiano) puedan ir integrándose de forma sencilla y progresiva en el día a día del vestuario zaragocista.

Grippo es el traductor oficioso de ambos de cara al resto del grupo, en ambos sentidos de las conversaciones. El defensor suizo habla correctamente cuatro idiomas: alemán, italiano (el de sus ancestros), francés e inglés. Y, además, como ya dejó patente desde su llegada en diversos vídeos y en la propia presentación en La Romareda, se defiende con un mínimo de español, lengua que se ha comprometido a hablar con mayor fluidez en muy pocos meses.

El papel de Grippo en estos primeros días de pretemporada es, por motivos obvios, crucial en la integración de Buff y Papunashvili, mientras estos también son capaces poco a poco de aprender el castellano con sus profesores particulares. A Natxo González, el entrenador, y al resto de responsables del equipo en diferentes áreas, Grippo les hace de intérprete cada día, en cada momento de máxima relevancia en los mensajes que se transmiten. Y lo mismo sucede cuando Buff y Papunashvili necesitan expresarse hacia los demás.

Buff tiene como lengua materna el alemán y, como segundo idioma de manejo, el inglés. Por su parte, Papunashvili, además del georgiano (de grafía imposible para los españoles), también tiene un nivel aceptable de inglés. Por ahí fluye el cordón umbilical de ambos en sus primeros días en Zaragoza a la hora de comunicarse. Y, como resulta evidente, con su colega Grippo como herramienta imprescidible cada día que pasa.

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