Ángel, enorme e injustificable metedura de pata

El goleador del Real Zaragoza ha puesto punto final a su bienio en el club aragonés de una manera fea, inesperada, con un borrón indeleble.

Ángel celebra uno de sus 21 goles de la temporada.
Ángel celebra uno de sus 14 goles de la temporada.
Oliver Duch

Decepcionante. Increíble. Fuera de todo razonamiento lógico. Ángel Rodríguez, al que apenas le restaban 72 horas para concluir la liga 2016-17 con el Real Zaragoza dentro del reducido vagón donde viajan los pocos protagonistas del equipo que se salvan de un suspenso rotundo en su rendimiento tras un curso nefasto que ha estado a punto de llevar al viejo club a la ruina del descenso a Segunda B (sinónimo de liquidación y desaparición), se ha apeado él solo en marcha, abandonando por voluntad propia ese lugar de valoración positiva.

Sus 21 goles, que han resultado cruciales para la salvación del pellejo por parte de todos, dando al equipo un importante número de puntos a través de su olfato, acierto y trabajo a destajo en un bloque donde casi nadie más tenía clarividencia ante las porterías contrarias, los ha devaluado con la boca. En una simple entrevista radiofónica para Tenerife, su cuna de nacimiento y, por las cosas del calendario, feudo del rival del último partido del año lectivo en La Romareda, el CD Tenerife. A la sazón, el equipo en el que se formó, su casa matriz.

Corrió como la pólvora el corte sonoro en el que Ángel “firmaba” una derrota del Real Zaragoza ante los tinerfeños este sábado (20.30). Donde le daba igual “un 2-3” marcando, eso sí, él los dos goles zaragocistas (por aquello de que lleva entre ceja y ceja hace semanas ser el máximo anotador de la Segunda División), e, incluso, “un 5-6”, sugiriendo que su afán era lograr el Pichichi a título individual pero que, sobre todo, lo que desea es que el Tenerife gane en Zaragoza. Inaudito. Irresponsable. Intolerable.

El club aragonés, forzado por la obviedad de tales declaraciones, reaccionó de súbito. Y ejecutó un despido público en toda la regla. Se acogió el Real Zaragoza, elegantemente, a las largas negociaciones que intentó la nueva dirección deportiva (con Lalo Arantegui al frente) activar hace meses para ver si era posible la continuidad de Ángel en el proyecto de la campaña venidera. Las dio por finalizadas, aunque de facto ya estaban en vía muerta hace un tiempo, porque Ángel quiere marcharse a un equipo con más presente que el actual Real Zaragoza, al menos teóricamente. Fue el envoltorio de una patada en el trasero en toda regla al delantero canario, que no midió bien su discurso (en el más benévolo de los análisis) y metió en un lío morrocotudo a la entidad zaragocista de cara al último choque liguero frente al Tenerife.

Ángel se borró, motu proprio, de la alineación y la convocatoria ante los tinerfeñistas. Dijo adiós a cualquier opción de lograr el título de mejor artillero de Segunda, para lo que debía dar alcance al lucense Joselu (que lleva dos goles más que él, 23) y al levantinista Roger (éste ha anotado 22, uno más). Porque, ¿realmente pensaba Ángel que iba a poder jugar con normalidad en el adiós a la liga después de desear en voz alta la derrota de su equipo, el Real Zaragoza? ¿Es consciente Ángel del tamaño de la barbaridad que perpetró en esa entrevista para una radio de la isla canaria? ¿Puede poner en el campo Láinez a un jugador que, in voce, ha reconocido horas antes que aboga por que el ganador de ese partido sea el rival?

¡Andan las cosas en la Liga de Fútbol Profesional como para enredar con estos asuntos!. En tiempos de lupas, de prevención de amaños, de casos abiertos en el ámbito judicial (de los que en Zaragoza se sabe y se sufre aún demasiado), de acotación de cualquier resquicio de sospecha al respecto, es de ilusos pensar que el sábado puede haber un jugador, con el ‘9’ a la espalda, que ha puesto de manifiesto su preferencia por el triunfo del equipo que tiene enfrente.

Quiso rectificar Ángel su monumental metedura de pata unas horas después. Con un breve comunicado que, por la envergadura del yerro previo, tenía imposible reparar cualquier perjuicio. Simplemente, la salida del tiesto de Ángel no tiene arreglo posible. Es indeleble. Para la historia. De ese intento de restauración, solo cabe agradecerle al goleador de este horrible año zaragocista su aplicación y entrega durante muchas tardes de apuros, de carencias del equipo, en las que él dio soluciones mínimas para poder estar ahora a salvo del peligro de muerte como institución. Eso sí. Su esfuerzo, sus 21 goles, los puntos que llovieron a través de ellos, ahí quedan y también son imborrables. Pero exactamente lo mismo que la barbaridad que suponen sus palabras dichas respecto de su preferencia por la victoria del Tenerife este sábado en Zaragoza.

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