Jueves. Han pasado cuatro días del último partido ante el Rayo Vallecano en La Romareda. Y en la Ciudad Deportiva, en los alrededores del Real Zaragoza, se sigue hablando de la rueda de prensa de César Láinez posterior al duelo contra los madrileños. De sus palabras inesperadas, cargadas de decepción, enfado, carácter, ofuscación y un punto de impotencia al ver cómo se volvía a escapar una victoria (esta vez, la de la permanencia matemática) en el tiempo de aumento. "La fortuna de La Romareda es que solo me quedan dos partidos en el Zaragoza", espetó Láinez, por dos veces, ante los periodistas. Sono raro. Fuera de órbita.

El pasado lunes, fueron los miembros del área deportiva de la SAD, Lalo Arantegui y José Mari Barba, quienes esperaron sobre el césped de la Ciudad Deportiva a Láinez para insuflarle ánimos positivos, calma, en la recta final de la liga. Este jueves, José Enrique, portavoz del equipo en la turnicidad que establece el club, lanzó loas al entrenador con el mismo fin: que, de cara al choque del domingo en Gerona, se alcance un punto de sosiego y estabilidad mental que permitan al Real Zaragoza alcanzar el objetivo de la permanencia sin más sufrimientos el último día, en La Romareda ante el Tenerife. No es buen momento para dudas, para vivir un estado de mella moral, por más que haya mil motivos para ello.

"Yo creo que él (César Láinez) ha mejorado mucho el equipo. Durante este año, la máxima diferencia en la mejoría del equipo ha sido él, en mi opinión. Aunque por puntos, en los últimos partidos hemos fallado, la realidad es que él, lo único que ha hecho, es mejorar al equipo", describió José Enrique sobre el preparador zaragozano.

"Lo de encajar goles al final, nos viene pasando todo el año. Y ahí, los que fallamos somos nosotros (los jugadores). En los últimos partidos, hay más nervios, queremos conseguir los puntos... Pero, en los demás partidos, él ha hecho que el equipo quiera jugar el balón y que estemos marcando goles antes que el rival", abundó José Enrique.