Sorna suavizante de Láinez para pedir oficio y listeza

El entrenador analiza de forma distendida y sugerente los problemas del Real Zaragoza para sujetar las ventajas y marcar en las segunda partes.

César Láinez, observa en la distancia el trabajo del equipo.
Sorna suavizante de Láinez para pedir oficio y listeza
Toni Galán

César Láinez ha cogido la muleta durante esta semana para torear la situación con la mano izquierda. La del temple. La del sumo cuidado con el peligro. La que da triunfos sonoros. Es el siguiente eslabón al enfado mayúsculo que manifestó, por primera vez desde su llegada al primer equipo, tras el empate del pasado viernes ante el Cádiz en La Romareda, herido por el tanto gaditano que encajó el Real Zaragoza por enésima vez en el último minuto del choque. Láinez, sabedor de que su bronca en la sala de prensa dejó huella en el vestuario, está maniobrando para llevar esa ofuscación hacia el lado positivo: la reacción conveniente de los afectados, que son los futbolistas blanquillos.

Por eso, César Láinez asomó en la previa al viaje a Oviedo con el arma de la ironía, de la sorna, para introducir aceite suavizante en sus consejos, en sus requerimientos a la plantilla en los partidos decisivos que restan de temporada, que son los últimos cuatro de la liga. De entrada, quitó grados al ruido que generaron sus palabras hace una semana tras el 1-1 frente al Cádiz, cuando se le preguntó que cómo había reaccionado la plantilla ante su dura postura pública: "¿Que fui duro? Tú no sabes lo que es cuando yo soy duro", contestó al periodista con la risa marcada en su rostro, en tono amable.

Vino a decir el entrenador aragonés que el asunto de las picardías y la 'escuela' en los momentos culminantes de un partido no se puede entrenar. Eso, se debe llevar en los genes, en el cerebro de cada futbolista. Y lo argumentó con esta chanza: "Bueno, estos días hemos tratado de tirarnos al suelo durante 10 minutos... todo el rato ensayando eso...", expuso de nuevo entre sonrisas.

En una apostilla en serio, Láinez sí que quiso señalar con su índice a los jugadores. Una manera clara de depositar la responsabilidad al respecto en los protagonistas que están sobre el césped cuando los partidos exigen picaresca y agudeza estratégica. "Creo que esto de perder tiempo, entre comillas, es algo que tiene que ir implícito en el jugador. Son valores futbolísticos, de saber aguantar las ventajas cuando los partidos se están acabando", subrayó antes de dejar claro que, desde la banda, desde el banquillo, nada se puede hacer si los jugadores no responden como deben ante esas necesidades: "No podemos gestionar esas cosas desde fuera. Saber perder tiempo o que los últimos minutos se jueguen en campo contrario, depende de ellos (de los jugadores), no de nosotros (del cuerpo técnico)", insistió.

No quedó ahí el retintín distendido de Láinez a la hora de analizar los defectos de forma que, de manera reiterada y, durante todo el año irreparable, manifiesta el actual Real Zaragoza en el desarrollo de los partidos. Al técnico zaragozano se le recordó el dato de que, con él, en los últimos 8 partidos, los blanquillos no han marcado un solo gol tras los descansos, momento en el que se apagan las luces ofensivas de forma terrible.

"Tendremos que doblar el tamaño de las porterías", respondió cuando se le pidió que explicara el remedio que estaba buscando a este singular mal que sufre el Real Zaragoza desde finales de marzo.

Ya en serio, Láinez expuso su punto de vista, una tercera vía que camina al margen de la tesis del hundimiento físico y, asimismo, de la otra teoría que gravita sobre la debilidad mental del grupo y el miedo a perder las ventajas, lo que lo lleva inconscientemente a recular dentro del área propia y a caer presa de pavor a no saber ganar. El entrenador considera que el aparatado de la fortuna está teniendo mucho que ver en este efecto nocivo que surge desde hace dos meses en los segundo tiempos de cada partido. Y así lo argumenta: "El equipo es capaz de generar ocasiones de gol en la primera y en la segunda parte. Se puede comprobar. Ahora bien, el porqué en las primeras partes acaban dentro y en las segundas no, no depende de mí. Es un factor relacionado con la suerte. Pero es lo cierto, tenéis razón: creamos las ocasiones, pero por lo que sea no las marcamos en las segundas mitades", dijo el técnico.

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