Mirandés-Real Zaragoza, visita a un colista con síntomas de asfixia

El equipo de Láinez se apresta a afrontar un partido de similar perfil al del último frente al Mallorca, con el importante matiz diferenciador del factor campo.

Vista aérea del campo de Anduva, feudo del Mirandés, ya con la nueva tribuna general (la grande), que se inauguró el año pasado precisamente con la visita del Real Zaragoza en el primer partido de liga (1-1).
Vista aérea del campo de Anduva, feudo del Mirandés, ya con la nueva tribuna general (la grande), que se inauguró el año pasado precisamente con la visita del Real Zaragoza en el primer partido de liga (1-1).
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Vayan familiarizándose con estos nombres: Roberto Gutiérrez; Carlos Moreno, Fran Cruz, Álex Ortiz, Aurtenetxe; Rúper, Usero, Maikel Mesa; Guarrotxena, Álex García y Sangalli. Es la alineación del CD Mirandés el último fin de semana en el campo de Tarragona, donde perdió por 4-1 para seguir siendo el colista de Segunda División. El equipo burgalés es el próximo rival del Real Zaragoza, el domingo que viene, en su pequeño campo de Anduva (algo menos de 6.000 butacas). También jugaron hace 72 horas, en la segunda parte, Pedro Marín, Urko Vera y Kijera. Y se quedaron en el banquillo, Javi Hervás, Fofo, Ruymán y el portero Sergio Pérez.

Son los jugadores con los que el zaragozano Pablo Alfaro, cuarto entrenador del curso en el vestuario mirandés, está intentando a la desesperada una salvación que cada vez se contempla como más milagrosa, dado el cariz torcido que están tomando los acontecimientos 240 kilómetros aguas arriba del Ebro. Los futbolistas que serán rivales del Real Zaragoza en un partido donde, sumar los 3 puntos, puede ser un paso fundamental para la salvación definitiva de los aragoneses, que andan metidos hace casi tres meses en la espiral tóxica de la cola de la clasificación, intentando huir por todos los medios a su alcance.

En Miranda de Ebro el partido se contempla como el último asidero para que su modesto club pueda optar a la continuidad en el fútbol profesional un año más. Con 32 puntos (11 menos que los zaragocistas), a 5 de la frontera de la permanencia, el Mirandés valora la visita del Real Zaragoza como un partido frontera para ellos, donde solo la victoria les es útil. Pablo Alfaro va a preparar el envoltorio con aires de auténtica final. El cuadro rojinegro tiene en marcha una oferta especial -ya puesta en marcha en el último mes- para que sus abonados tengan a mano entradas baratas, a 5 euros. Se trata de llenar las pequeñas tribunas de Anduva en un día complicado, pues el 23 de abril también es la fiesta de la comunidad en Castilla y León y el lunes 24 hay puente, por lo que muchos seguidores de la zona estarán fuera de casa a la hora del partido (las 16.00).

En términos futbolísticos, Láinez debe preparar un duelo similar al último ante el Mallorca, que es vicecolista y camina de la mano del propio Mirandés desde hace un par de semanas, ambos cerrando la categoría con los consabidos 32 puntos. El Mirandés tiene los mismos ademanes de ahogamiento que los baleares. Idénticos efectos secundarios provocados por la presión máxima que perciben en cada balón, por la hiper responsabilidad que se aprecia en muchos de sus futbolistas por tanto como ponen en juego cada domingo. Es un equipo agobiado en grado extremo, vulnerable moralmente si las cosas se le tuercen (lo vivieron en Tarragona, donde solo estuvieron vivos mientras ganaban 0-1; tras el empate catalán, se desplomaron hasta el 4-1 final).

Pero, a diferencia de lo experimentado ante el Mallorca por los muchachos de Láinez, que cimentaron la victoria por 1-0 rodeados de 15.000 de los suyos en los graderíos de La Romareda, el factor diferencial esta vez es el escenario: Anduva es un campo feo de jugar, pequeño, presionante en sentido adverso, con referencias alejadas de lo que es común en los estadios grandes con pasado en la élite (Valladolid, Levante, Tenerife, Elche...). Por las experiencias de años anteriores, el Real Zaragoza ya sabe de las complicaciones que presenta este típico campo norteño por su mera estructura, algo que el Mirandés intentará una temporada más aprovechar en un día clave para sus intereses.

Por fortuna para los zaragocistas, en el fondo sur de Anduva habrá alrededor de mil seguidores aragoneses dejándose el alma por echar una mano a su equipo. El Real Zaragoza no estará solo gracias a la cercanía del desplazamiento y a un horario que permite viajar sin problemas. Será un contrapeso importante para intentar equilibrar 'el otro fútbol' que rodea siempre este tipo de partidos en campos de esta arquitectura para clubes como el Real Zaragoza. Mucho más si sus dueños, en este caso en Mirandés, se juegan la vida literalmente en la categoría de plata.

Se trata, por lo tanto, de un partido muy singular y, como tal, debe ser tratado en sus prolegómenos por todos los protagonistas del vestuario aragonés. El Mirandés presenta la vulnerabilidad de quien camina desnortado, apurado, casi sin pulso. Cualquier golpe certero puede tumbarlo irremediablemente. Es la parte buena para el Real Zaragoza. Pero, en sentido inverso, el cuadro burgalés amenaza con esos imprevisibles coletazos últimos de quien está herido y va a pelear por su sanación con todas sus fuerzas y posibilidades. Un cuerpo de reacciones insondables por su propia desesperación.

Por encima de cuál sea la cara que presente finalmente el Mirandés este domingo venidero, el Real Zaragoza parte con una premisa personal y suprema que ha de hacer prevalecer por encima de todo lo demás: un triunfo en Miranda vale, probablemente, mucho más que 3 puntos para este delicado equipo zaragocista de abril de 2017. Todo un futuro.

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