Una meta: 50 puntos

El colchón del Real Zaragoza respecto al descenso a Segunda División B se reduce a solo tres puntos de ventaja. César Láinez tiene la misión de asegurar la permanencia sumando unos 15 puntos más en 12 jornadas.

César Láinez, ayer noche, en el autobús del Aragón, a su regreso de Tarazona, donde jugó el filial.
César Láinez, ayer noche, en el autobús del Aragón, a su regreso de Tarazona, donde jugó el filial.
Oliver Duch

La misión de César Láinez es tan simple como complicada: la salvación. No hay más meta en la hoja de ruta del Zaragoza para los próximos dos meses y medio. La temporada ha quedado reducida a un desesperado intento de supervivencia. Obtener cuanto antes y como sea la calma y seguridad de la permanencia, hasta que termine por consumirse la campaña. Afrontar las últimas jornadas con el certificado de salvación completado y firmado ya se toma, ahora mismo, como un resignado premio, mientras en los despachos del club se trabaja en el diseño y ejecución del futuro proyecto.

César Láinez ha recibido el cometido de asegurar la categoría. El Zaragoza, para ello, debe levantarse hasta los 50 puntos. Esa es la barrera genérica de la permanencia. En las últimas seis temporadas, solo un equipo ha ocupado plaza de condena a Segunda B con 50 puntos, el Mirandés en el curso 2013-2014, aunque se sujetó en la categoría por el descenso administrativo del Murcia.

En este periodo, la salvación más barata fue la de Osasuna en 2014-2015 (45 puntos) y la más cara la del Alavés en la 2013-2014 (51 puntos).

En la actual campaña, las dinámicas, proyecciones y fuerzas de la competición apuntan a una permanencia de cota baja, en torno a los 46-47 puntos.

Considerando esa estimación, al Zaragoza le faltarían entre 10 y 11 puntos más, aunque podrían no ser suficientes debido a la habitual mejora del ritmo de puntuación que experimentan los equipos sumergidos en esta pelea en los tramos finales de liga. El Zaragoza, así, para respirar con cierto alivio necesitaría alcanzar los 50 puntos, es decir, 15 más de los que acumula ahora. Eso son cinco victorias más o su equivalente en las 12 jornadas que le restan al curso.

El calendario, a estas alturas, no invita a la tranquilidad. La Romareda debería convertirse en el principal asidero del equipo, pero su dinámica reciente como local es descorazonadora: ha perdido cuatro de sus últimos seis partidos en su estadio (Girona, Levante, Nástic y Sevilla Atlético) y ha sumado solo cuatro de los últimos 18 puntos disputados en La Romareda. Por Zaragoza aún deben pasar seis rivales: Valladolid, Mallorca, Getafe, Cádiz, Rayo Vallecano y Tenerife.

Todos estos equipos apuntan a tener objetivo vivos en el momento de enfrentarse al Zaragoza, ya sea por la permanencia o por un puesto entre los seis primeros. Quizá el Tenerife llegue a La Romareda en la última jornada con todas las balas disparadas si ya tiene billete en la promoción. Fuera de casa, el calendario tampoco se relaja. Al Zaragoza le queda visitar Elche, Almería, Mirandés, Reus, Oviedo y Girona.

Ante este panorama, hay cuatro partidos que son vitales: contra Mallorca y Rayo Vallecano en La Romareda y frente a Almería y Mirandés fuera. En esas jornadas, reside media vida del Zaragoza.

En todo el embrollo en el que anda metido el equipo aragonés, hay una ventana de oxígeno. Aunque resulte difícil, hay rivales, a estas alturas de la temporada, aun con peor color. Mirandés, Almería, Rayo Vallecano, Mallorca -los cuatro equipos ahora en posiciones de descenso-, además de Alcorcón o Córdoba arrastran también preocupantes dinámicas. No parece que desde ahí abajo se vaya a elevar demasiado el listón de puntos necesario para librarse del descenso.

Con esa ventaja parte ahora César Láinez. El reto debe tomarlo como tal: una liga de 12 jornadas en la que comienza con un colchón extraordinario de tres puntos respecto a las posiciones que te arrojan a la Segunda División B.

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