César Láinez: "Espero que el equipo crea en mí"

"Espero que el equipo crea en mí". Fue una de las primeras líneas maestras que trazó César Láinez en su primer acto público como entrenador del Real Zaragoza este lunes, uno de los epígrafes básicos de su librillo para intentar reconducir la errática racha que hereda de Raúl Agné, el segundo técnico destituido este año en el cuadro aragonés. Una frase reveladora. Un mensaje directo al corazón del vestuario. Un reto jerárquico para la plantilla, sobre la que, a partir de ahora, va a descansar la mayor parte de la responsabilidad de lo que suceda en la recta final del torneo liguero.

"Espero que el equipo crea en mí, lo mismo que yo voy a creer en ellos para, en los 12 partidos que restan, sacar los máximos puntos posibles que nos alejen de la zona peligrosa en la clasificación", fue el pensamiento completo de Láinez.

César llega al cargo sin el bagaje de la experiencia, después de dos años y poco al frente del filial, primero en Segunda B, después en Tercera División. Y eso necesita de una comunión especial con los componentes del vestuario, inmediata y súbita, para que pueda darse la necesaria reacción positiva. "Estas situaciones se revierten con actitud, con rectitud y, sobre todo, con los valores propios que a mí me han dado como jugador, los de tener una responsabilidad grande sobre tus espaldas y saber lo que representamos", indicó el nuevo preparador blanquillo, en una nueva declaración de intenciones para con el grupo de jugadores.

Láinez cuenta, en su estreno en el fútbol profesional como responsable de un banquillo, con su amplia experiencia como portero del Real Zaragoza en Primera División (también jugó un año cedido en el Villarreal). Y ha dejado claro que por ese flanco, el de sus propias vivencias, va a desplegar casos de jurisprudencia para tratar de reconstruir un equipo ganador. "Por lo que yo he pasado como jugador sé el hándicap que trae el equipo ahora, con la sensación de que todo le sale mal y de que tiene mala suerte. Espero que, aunque solo sea por que el que va a sentarse en el banquillo desde hoy no tiene pelo y el de antes sí tenía pelo, la situación cambie", dijo con chanza para aludir a ese factor anímico, muchas veces insondable, que hace a los equipos reaccionar simplemente con el mero cambio de persona al frente del timón.

El entrenador zaragozano tiró de nuevo de historial propio para hacer ver a los jugadores que han de olvidarse del entorno, de la presión de la afición. "Yo he pasado por esta situación. He sentido a 30.000 personas en La Romareda gritando para que el Toro Acuña fallase un penalti contra el Villarreal para que echaran al entrenador, que era Chechu Rojo. Y hemos jugado, con Paco Flores, toda la segunda vuelta con La Romareda gritando al equipo porque estaban en contra del entrenador... y ascendimos. Así que hay que abstraerse de todo eso. Hay que ser capaces de darle la vuelta a esa adversidad y convertirla en efusividad y paciencia. Ahí, también he conocido a una Romareda que te aplaude y te lleva en volandas aunque te cueste dar dos pases seguidos", expuso con toda intención, para que nadie caiga acongojado por tener que jugar partidos clave en un ambiente tenso.

Láinez remarcó, al hilo de esta parte de su ideal, que los futbolistas han de mostrar cada día una conducta intachable a los ojos de los espectadores blanquillos. "Las actitudes son importantes de cara a que la gente vea que uno está implicado en lo que representa. A la gente hay que darle, no pedirle. Si tu no te comprometes ni eres agresivo, es difícil perdir nada", completó de forma certera.