Lunes de distensión en la Ciudad Deportiva

Agné y la plantilla del Real Zaragoza arrancan la semana con el dulce paladar del 3-0 al Numancia, en el enésimo deseo de reconducir la difícil temporada.

Un pasaje del suave entrenamiento del Real Zaragoza en la mañana de este lunes.
Un pasaje del suave entrenamiento del Real Zaragoza en la mañana de este lunes.
José Vidal

Entre el sol casi primaveral que anunciaba más de 20 grados, la calma de un día festivo en Zaragoza capital (el rebote de la Cincomarzada en domingo) y la contundente victoria del Real Zaragoza sobre el Numancia en la noche dominical (3-0), el ambiente en la Ciudad Deportiva fue bien distinto este lunes al de la mayoría de los anteriores en lo que va de 2017. Raúl Agné y los jugadores de la plantilla aragonesa disfrutaron de un entrenamiento distendido, sin devaneos de cabeza, sin una pesada resaca, sin un aluvión de críticas que soportar a sus espaldas. Un día normal tras o que debería haber sido más normal de lo habitual durante el año: ganar en casa con cierta soltura a rivales como el Numancia, claramente inferiores libra a libra sobre el césped de La Romareda.

Es el enésimo deseo de que este triunfo sea el punto de inflexión de la temporada, el momento en el que el titubeante Real Zaragoza 16-17 logre enlazar varios triunfos y resultados positivos que mejoren notablemente su actual situación en la tabla clasificatoria. Hasta ahora, salvo en el inicio del torneo en agosto y septiembre, eso no ha sucedido. Agné, a su llegada, ligó dos victorias y un empate en sus tres primeros partidos... y ahí quedó el récord.

El ambiente de sosiego, en este lunes de marzo, se disfruta más por contraposición. Solo mirar la clasificación y discernir dónde estaría el Real Zaragoza en el caso de haber vuelto a tropezar frente a los numantinos genera un efecto placebo digno de disfrutarse. Y en eso estuvieron los profesionales zaragocistas en la soleada mañana del lunes en las instalaciones de la carretera de Valencia.

Con los suplentes y no convocados por un lado, sobre la hierba atendiendo a un circuito físico y algo de balón, y con los titulares al margen, en el gimnasio o en manos de los fisioterapeutas. Una jornada 'light' que, tras una victoria como la obtenida esta vez, se disfrutó sin remordimientos ni presión externa alguna. Una normalidad que se ha convertido en anormal desde hace demasiado tiempo en el Real Zaragoza.

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