Agné, ¿problema o solución?

El presente del entrenador del Real Zaragoza, el segundo de la temporada, genera un maremágnum de debates y teorías que no aclaran su futuro inmediato.

Raúl Agné, cabizbajo, camina por la banda durante el partido del Real Zaragoza en Alcorcón
Raúl Agné, cabizbajo, camina por la banda durante el partido del Real Zaragoza en Alcorcón este pasado domingo.
Enrique Cidoncha

Raúl Agné. Entrenador del Real Zaragoza en los últimos cuatro meses, desde finales de octubre hasta hoy. Relevo en su día del destituido Luis Milla. Con peores números ya que su antecesor en términos porcentuales. Dentro de una última racha negativa que también empeora la que propició en su día el despido de Milla (6 de 21 el turolense, 5 de 21 el de Mequinenza). Con el equipo ubicado en la 14ª posición, a 17 puntos del ascenso directo a Primera, a 8 de la última plaza de promoción de ascenso y con 5 de colchón sobre los puestos de descenso a Segunda División B.

En incómodas coordenadas desde hace varias semanas, tanto por los fríos resultados como por la falta de respuesta en cuanto al juego y la personalidad del equipo (al que ya se le ha hecho la cirugía estética del mercado invernal), el preparador zaragocista sobrevive entre un maremágnum de pareceres, debates y circunstancias que no favorecen una postura firme ni una decisión concreta, en ningún sentido, respecto de su figura.

Ha estado cerca de ser despedido varias veces. Primero, lo salvó su valedor, su mentor, el ya ex director deportivo Narciso Juliá (desvinculado del club, junto a su mano derecha, Albert Valentín, hace pocos días). También le ha dado aire el hecho de ser el segundo entrenador en lo que va de temporada, lo que obliga a matizar su evaluación por todo lo que supondría acudir a un tercer técnico en un mismo curso, hecho extraordinario que pocas veces es sinónimo de éxito final en una campaña concreta en cualquier equipo profesional. Asimismo, la postura conservadora de la plantilla, que teme el desbaratamiento definitivo del equipo en el caso de que la dirección del vestuario termine en un lío ingobernable (quién pudiera ser su relevo, como ya pasó en su día con Milla, ocasiona miedos por pura experiencia), también sujeta del último hilo a Agné en su inestable cargo.

Este es el dibujo de la situación. Con los objetivos números, la irrebatible realidad clasificatoria y el laberinto de pros y contras que giran alrededor de la decisión sobre lo que es más conveniente -o menos dañino- en relación al presente y el futuro próximo del actual entrenador del Real Zaragoza.

El ideal logístico, la propuesta que salió adelante en los primeros momentos de dudas sobre Agné (aquel doble golpe consecutivo de las dos salidas con derrotas por 1-0 a Tenerife o Murcia), fue la de aguantar, en la medida de lo posible, el actual statu quo. Mucho más si, como todo el mundo desea y sueña, en el ínterin llegaba la reacción positiva del equipo y la reconducción de la crisis de enero que se llevó por delante muchas de las expectativas de éxito que el zaragocismo tenía vivas después del doble triunfo ante el Oviedo y el Rayo en los dos últimos partidos previos al parón vacacional de Navidad y Año Nuevo. Lo mejor para todos era, obviamente, que Agné retomase con firmeza y pulso las riendas del equipo y, a base de victorias y puntos, la ilusión retornara a las gradas y el entorno del equipo. 

Huesca fue el punto de razón que necesitaban los defensores de esa tesis. Llegó un triunfo vistoso y sonoro en el partido de la máxima rivalidad regional, además fuera de casa, y se soñó con el punto de inflexión positivo que el momento requería. Pero no hubo continuidad. Han seguido otros dos partidos sin victorias, con solo 1 punto de 6, que agranda el enorme socavón del Real Zaragoza en su rendimiento y solvencia en los dos últimos meses desastrosos para los planes de la SAD en el ámbito deportivo.

Agné, ya sin Juliá y Valentín como escuderos de confianza en el 'staff' ejecutivo y directivo, está solo en su microcosmos interno en la entidad. Sus apariciones públicas antes y después de los partidos van dejando perlas que denotan -a ojos de todos los observadores- una actitud defensiva, ruda en el discurso, con dejes que no van en el sentido adecuado para buscar la comunión con los alrededores. Síntomas que ponen al entrenador, día a día, a contrapelo de la realidad. Como los resultados, el gran flotador en estos casos para los profesionales del banquillo, no llegan, el 'problema Agné' es cada vez más serio en todos los círculos concéntricos que nacen desde su posición en el organigrama del equipo y del club.

Así que, al regreso de Alcorcón, una semana más con el paladar agrio en general, retornan las disyuntivas, las contraposiciones, los balances y contrapesos que provoca el presente y el futuro de Agné de puertas adentro.

Punto primero de partida, teoría vigente desde hace aproximadamente un mes: Agné debe acabar la temporada. ¿Es esa la solución o se ha convertido en un problema de superior rango?

Punto segundo de estudio, tesis que cada jornada que pasa toma más cuerpo por decantación de los acontecimientos: hay que destituir a Agné y buscar un tercer entrenador. ¿Sería un problema de hondo calado acometer este relevo en febrero o, por el contrario, ahí puede radicar la solución al mal año que empieza a sospecharse y a tomar forma visto el rendimiento del equipo últimamente?

El chiclé de la discusión y las argumentaciones contrapuestas sigue estirándose dentro del club y, obviamente, cada vez está más próximo a romperse, pues su capacidad elástica no es infinita.

A Agné, el reloj le cuenta hacia atrás desde hace varias semanas y no logra pararlo y programarlo al revés, para que marque hacia delante. Sus modales no le están ayudando pues, lejos de engrasar los rozamientos propios de una racha negativa como la que acumula desde Reyes, no deja de verter serrín entre las piezas por su manera de ser. Y los jugadores, en su posicionamiento aséptico y de tintes inmovilistas por el temor que causa una nueva revolución interna en el vestuario si llegase un tercer entrenador, tampoco están dando la solución sobre el terreno de juego, donde está la clave final de todo, pues no son capaces de sacar adelante las perentorias victorias que limarían de manera natural tantas asperezas y aristas vivas.

Una última cuestión ha levantado una muralla defensiva alrededor de Agné en las últimas fechas sin que el entrenador haya hecho nada más que utilizarla, nunca construirla él: con la marcha de Juliá y Valentín, el vacío existente en el área deportiva obligaría a otras instancias a tomar la decisión de destituir al técnico, en caso de que esa fuera la decisión adoptada, y a rubricar tanto su despido como la contratación del nuevo que viniera a continuación. Un asunto de índole interna que también tiene su peso a la hora de dar pasos adelante en un sentido o en otro.

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