Dongou, cuña de palanca de Ortuño y Juan Muñoz

El camerunés, primer fichaje de Juliá hace un año, ha sido de manera involuntaria el causante de las salidas del Zaragoza de dos goleadores de mayor caché.

Dongou, en La Romareda el día de su presentación, hace un año.
Dongou, en La Romareda el día de su presentación, hace un año.
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Jean Marie Dongou, el joven delantero hispano-camerunés que llegó al Real Zaragoza hace un año, tiene una curiosa cualidad en su historial como zaragocista, más allá de sus dotes goleadoras o su rendimiento sobre el césped en los pocos partidos que ha podido disputar desde su llegada. Sin querer, sin haber hecho nada, su presencia en la plantilla ha ejercido en este tiempo de cuña de palanca para la salida del equipo de dos delanteros con más caché que él dentro del orden de la plantilla en cada una de las dos temporadas: Ortuño, hace 12 meses, y Juan Muñoz, en estos momentos de 2017.


Puede afirmarse, sin riesgo de equivocarse, que la figura de Dongou ha sido, en cada uno de esos dos casos, la que ha provocado que tanto Ortuño como Muñoz solicitaran, motu proprio, a la dirección deportiva del Real Zaragoza su deseo de abandonar prematuramente la disciplina del club blanquillo. Porque Dongou ha supuesto, en ambos episodios, el origen de la sensación de pérdida de peso específico dentro del equipo que sufrieron en momento puntuales Ortuño y Muñoz y la causa de su radical posicionamiento hasta pedir el finiquito en las oficinas del club. 


Dongou llegó fichado en propiedad al Real Zaragoza nada más aterrizar en la dirección deportiva Narciso Juliá y Albert Valentín. Fue el primer refuerzo de los seis que trajeron bajo el brazo en su presentación, en enero de 2016. Significó una declaración de intenciones, ya que aterrizó en La Romareda procedente del Barcelona B, cantera que los dos ejecutivos conocen en profundidad por haber estado allí varios años junto a Andoni Zubizarreta, en los tiempos de Pep Guardiola y Tito Vilanova en el primer equipo. Entonces, Ángel y Ortuño eran los dueños únicos de la delantera zaragocista.


El máximo goleador era Ortuño, con 7 goles (Ángel solo había marcado 3 en ese momento). Pero, con la marcha de Ranko Popovic, el entrenador destituido justo antes del cambio en la dirección deportiva, llegó su relevo, Lluís Carreras, elegido por Juliá y Valentín para acompañarles en el banquillo en su nuevo cometido. Y, en esa permuta, Dongou adelantó a Ortuño por el arcén y el delantero murciano se apercibió de tal maniobra. Ángel y el nuevo, Dongou, eran jugadores en propiedad del Real Zaragoza. Ortuño estaba cedido por la UD Las Palmas, de Primera División. Tenía ese hándicap, ese detalle contractual que jugaba en su contra, además de poseer unas condiciones de juego que no casaban con la nueva propuesta que traía programada el nuevo equipo deportivo de la SAD. Y, de esa metamorfosis, en 15 días el Real Zaragoza acabó prescinciendo de su mejor anotador en la primera vuelta (se acabó la liga y, pese a jugar solo 20 partidos, Ortuño fue el segundo mejor goleador del equipo, solo superado por Ángel). Una circunstancia anómala, inusual, que vino derivada de la llegada de Dongou con galones y vitola de titular por delante del ahora ariete del Cádiz, máximo goleador de la liga junto a Joselu (Lugo) y Roger (Levante) desde agosto.


Ahora, la salida de Juan Muñoz tiene el mismo resorte y las mismas hechuras logísticas. El utrerano, cedido por el Sevilla a última hora del mercado de verano (el mismo 31 de agosto), ha sido el dueño de la delantera junto a Ángel desde el inicio de la liga. Los dos han estado solos porque Dongou se lesionó de importancia en una rodilla en un amistoso en Vitoria el 6 de agosto y debió estar de baja cuatro largos meses. El camerunés no estaba apto y no contó en ningún momento en la competencia para los puestos de vanguardia hasta finales de noviembre y principios de diciembre. Muñoz, mal que bien, iba jugando sus minutos, alternando titularidades (8) con suplencias (7) y anotando algún que otro gol (3, todos fuera de La Romareda) en ese tiempo. Siempre iba convocado y sentía que, pese a que Ángel tenía prevalencia, tenía su importancia en el mecanismo ofensivo del equipo.


Hasta que volvió Dongou. Ahí, Juan Muñoz comenzó a palpar un evidente deterioro de sus valores futbolísticos dentro de los planes de Agné. Dongou retornó al equipo con gol, el que anotó al Reus en el minuto 87 para empatar a dos un partido perdido. Quince días después, ante el Oviedo, Dongou salió del banquillo antes que Juan Muñoz, que no contó para el técnico entre los tres cambios. Ni calentó. Y el episodio se repitió, con mayor hondura, una semana después en Vallecas. Dongou fue titular junto a Ángel, jugando Agné con dos puntas desde el inicio. Muñoz, en el banquillo por última vez, no fue ninguna de las tres sustituciones. De Madrid, el sevillano volvió con la certeza de que su ubicación en el Real Zaragoza era más residual que nunca hasta entonces. Ahí terminó su periplo blanquillo. Ya no fue convocado ni ante el Girona, ni ante el Tenerife, ni ante el UCAM Murcia. 


Dongou, con su reaparición, lo había desplazado por completo dentro de los planes de Agné, Juliá y Valentín. De este modo, el joven camerunés, por segundo año consecutivo y sin tener nada que ver directamente con el procedimiento ni con la resolución final (él es un mandado de los técnicos en esta película), ha sido la cuña de palanca que ha mandado fuera del Real Zaragoza a Ortuño y Juan Muñoz, dos jugadores con contratos de Primera División que llegaron en su día como cedidos al Real Zaragoza de Segunda. Entretanto, Dongou solo ha podido participar en 23 partidos como zaragocista, sumando apenas 983 minutos entre las dos medias temporadas que lleva en el club de La Romareda. Su récord son 5 goles, 4 el curso anterior y uno en este. Es evidente que su prevalencia no se basa en estas cifras ni en el valor del fútbol que ha podido desplegar desde que llegó al Real Zaragoza. Pero, sin duda, su presencia ha sido causa mayor para que Ortuño y Juan Muñoz decidieran marcharse súbitamente del cuadro zaragocista sin llegar a completar sus respectivas cesiones desde Las Palmas y Sevilla. Una curiosa historia.

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