El Real Zaragoza cae a falta de 12 minutos en Tenerife

Los de Agné, en un deficiente partido, se muestran incapaces en ataque durante toda la noche. Los locales chutaron dos veces al larguero.

Ángel pugna por un balón con Raúl Cámara.
Ángel pugna por un balón con Raúl Cámara.
Lfp

Segunda derrota consecutiva del Real Zaragoza en una semana. Tras el fiasco ante el Girona, Tenerife supone el segundo eslabón de lo que ya es el inicio de una nueva dinámica negativa del equipo aragonés en su irregular liga. Los canarios superaron a los de Agné durante todo el duelo, con mayor claridad y contundencia en la segunda parte, momento de los partidos donde a los zaragocistas siempre se les apagan las luces progresiva y letalmente. Y el gol definitivo, el 1-0 que decantó la balanza, lo logró el central local Germán en el minuto 78, cuando el partido estaba ya en la recta final y el Zaragoza solo aspiraba a sujetar el empate inicial. Una rácana propuesta que, esta vez, no obtuvo premio por la insistencia de un Tenerife que disparó dos veces al larguero con anterioridad.


Agné revolucionó el equipo, mitad a la fuerza, mitad por voluntad propia. Tuvo que cambiar al portero por la enfermedad súbita de Irureta, y jugó Ratón. Al lesionado José Enrique lo relevó Casado. Por Cani, expulsado el último día, entró Dongou. Volvió Marcelo Silva al eje de la zaga tras la sanción cumplida el último partido. Además, el técnico mequinenzano decidió que Lanzarote saliera del once inicial y metió a Xumetra de inicio. Y, por último, quizá lo más sorprendente, dejó en el banquillo a Javi Ros para adelantar a Jesús Valentín al medio centro. Seis modificaciones que provocaron una mutación inevitable en el rostro del Real Zaragoza en tierras chicharreras.


El primer tiempo resultó harto decepcionante por parte zaragocista. Ni un solo ataque en concidiones, ni una sola combinación de cierto valor, nunca más allá de tres pases, siempre perdiendo la pelota muy lejos del área de manera absurda. Se pasaron 45 minutos y el cuadro de Agné no disparó ni una sola vez a portería. No pisó el área con veneno jamás. Dio la sensación de que, en cuanto había que mirar hacia el campo tinerfeñista, los jugadores no se conocían de nada y se habían juntado media hora antes en la caseta para jugar su primer partido en la vida. Nadie buscaba en pase donde el otro se lo daba, nadie hacía el movimiento preciso para facilitar el apoyo al compañero.


El tiempo transcurrió entre decenas de errores, de pérdidas incomprensibles del balón, de pases mal ejecutados, de despejes al tuntún por la presión rival. La consecuencia de tanto defecto de forma fue que el Tenerife tuvo la posesión en casi un 70 por ciento del tiempo, por un escaso 30 por ciento de los aragoneses.


El lado más afortunado de este feo escenario fue observar cómo los canarios tampoco tenían su noche clarividente en el área de Ratón, que alternaba acciones con poso con otras donde asomaban nervios en su forzada vuelta a la portería por la gripe de última hora de Irureta. Suso Santana hizo los dos primeros disparos de la noche en los 12 primeros minutos, aprovechando la flojera de Casado en su marca. Los dos se marcharon fuera con buenas posiciones de tiro. Aarón, en el 20, fue dejado suelto por Isaac en el otro flanco y, dentro del área, remató cruzado encontrándose con un rechazo apurado de Ratón, que Cabrera terminó por disolver. No supo hacer nada más el bloque canario, cuyos valores futbolísticos también se quedaron muy por debajo del aprobado en un partido de muy baja estofa.


Valentín aportó trabajo y corte en la medular, gracias a su fortaleza de defensa central, pero no tuvo salida de balón. Esa prueba no salió bien. Xumetra no dio ni la pretendida velocidad, ni la supuesta profundidad. Está fuera de onda tras muchas semanas de baja. Dongou fue un constante corcho flotante en zona de nadie, sin ofrecer líneas de pase ni remate. Estas novedades, junto con el bajo nivel ofrecido por Xiscu (apagadísimo), Zapater y Ángel, derivó al fracaso atacante del errático Real Zaragoza.


Atrás, al menos, hubo cierto posicionamiento táctico que logró entorpecer los ataques locales sin sufrir demasiado. Se notó para bien el retorno de Silva, bien secundado por Cabrera. Y, como siempre, los laterales flojearon en cuanto fueron percutidos por Suso Santana y Aarón en tres o cuatro acciones de velocidad. Ratón, cumplió con el escaso trabajo serio que le llegó.


Pero, era una enorme evidencia, de cara al segundo tiempo Agné necesitaba modificar muchos aspectos del juego si el Real Zaragoza aspiraba a ganar en el Heliodoro. De entrada, la segunda parte la iniciaron los mismos protagonistas y los entrenadores esperaron acontecimientos para empezar a mover el género.


Martí, el técnico local, a punto estuvo de darse por satisfecho con su postura. En el minuto 2 de la reanudación, el Tenerife rozó el 1-0 pero falló una ocasión monumental a puerta vacía prácticamente. Aarón Ñïguez remató al larguero, a placer, en el área pequeña llegando desde atrás, un pase de Cristo tras una inexplicable contra de Suso Santana desde su propia área, 80 metros de carrera después de un córner a favor del Real Zaragoza mal ejecutado. Ahí, la suerte se alió con los aragoneses y se evitó un traspié que podía haber sido fatal en un mal arranque tras el intermedio.


Agné quitó enseguida a Xumetra del campo para dar entrada a Edu García. Era cuestión de intentar jugar con once. Pero los minutos iban pasando y el Zaragoza no daba muestras de mejoría. El ritmo de juego era aún peor que en la primera parte. Los balones los perdían más cerca del área de Ratón y el Tenerife llegaba antes y más rápido a la zona de peligro. Y en ataque, nada de nada. Absolutamente nada. Solo un zurdazo de Casado, desde muy lejos, que se marchó fuera en el minuto 60, asustó algo a la afición local. Dani Hernández, el portero tinerfeñista, no veía a los delanteros vestidos de rojo de cerca en ningún momento. El área canaria parecía estar electrificada para el Real Zaragoza.


Lanzarote sustituyó a otro jugador fantasmagórico en la tarde isleña: Dongou. Era cuestión de devolver algo de alma a un equipo ido, desaparecido, sin cuerpo ni alma. Un ataque individual del recién incorporado Edu García, que lanzó un derechazo lejano por encima del travesaño, pareció querer decir algo respecto de la posible resurrección zaragocista. Pero, de inmediato, el Tenerife volvió a toparse con el larguero -por segunda vez- en un remate de Amath de rosca en el área tras driblar a Isaac. Era el minuto 69.


Martí hizo un doble cambio en su equipo, metiendo en juego al hondureño Lozano, un ariete con mucho gol, y volcando a Amath a la banda de Isaac. El entrenador local vio por donde estaba la gatera más grande. A partir de ahí, esos últimos 20 minutos se encararon con el clásico descontrol del final de los partidos trabados de Segunda División. Todo se desajustó. Las rigideces vistas durante más de una hora se desmoronaron. Y ya cupo cualquier desenlace. Porque, aunque el Zaragoza no estaba jugando nada bien, en cualquier momento podía pillar despistado a un Tenerife volcado con todo y a toda prisa sobre el marco de Ratón.


Fue un acoso tremendo, a la antigua usanza, apretando los dientes los insulares. Córner tras córner, falta tras falta, balón centrado tras balón centrado… hasta que llegó el gol que decidió el choque. Y, visto lo narrado, cabrá colegir que lo hizo merecidamente. El central Germán cabeceó, a falta de 12 minutos, un córner botado por Omar y colocó la pelota picada en el segundo palo. Cabrera, que bajó notablemente sus prestaciones tras el descanso, se comió el salto. El resto, vino por decantación.


Si el Zaragoza era un muerto con 0-0, con este 1-0 oyó las campanas de su funeral y entierro. No hubo capacidad de reacción. Agné, además, renunció a poner otro delantero, como hubiera sido lo lógico en el tercer cambio que aún quedaba. No hizo debutar a Raí Nascimento y metió al campo a un desastroso Morán, que en un cuarto de hora no dio una a derechas. ¿Para qué? Solo el míster lo sabe.


Un remate flojo de Lanzarote a las manos de Dani, ya con el tiempo cumplido, fue el único amago en juego que hizo el Zaragoza para buscar el empate. Antes, Cabrera había intentado un cabezazo tras un córner, sin ninguna fe ni provecho. No había nada que hacer. La justicia de los hechos tapaba cualquier boca zaragocista. El Tenerife, sin ser nada del otro mundo, fue infinitamente mejor. Y, como siempre, el Zaragoza se diluyó tras el descanso hasta acabar deforme y desgarrado. Amorfo e inerte. Un cadáver de principio a fin.


Amenaza otra crisis. No cabe duda. Visto el juego del Real Zaragoza en Tenerife, cuando se esperaba una notable mejora, razones hay para la preocupación.

Ficha Técnica:


CD Tenerife: Dani Hernández; Cámara, Germán, Jorge Sáenz, Camille; Vitolo, Alberto; Suso Santana (Omar, 74), Aarón Ñíguez (Aitor Sanz, 66); Amath y Cristo González (Lozano, 66).


Real Zaragoza: Ratón; Isaac, Marcelo Silva, Cabrera, Casado; Zapater, Jesús Valentín (Morán, 80); Xumetra (Edu García, 57), Xiscu; Dongou (Lanzarote, 65) y Ángel.


Árbitro: López Amaya (Comité Andaluz). Amonestó a Dongou (26), Germán (76) y Lanzarote (92).


Goles: 1-0, min. 78: Germán.


Incidencias: Noche nublada en Santa Cruz, con algo de viento, pero con una temperatura muy agradable, 17 grados. Llovió durante la primera parte. El césped del Heliodoro Rodríguez presentó un aspecto algo irregular, con varias zonas de hierba de diferente color y pequeñas calvas. En las gradas, alrededor de 9.000 espectadores, pobre entrada.

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