El vértigo se cuela en la caseta del entrenador

Agné reconoce por primera vez públicamente que en Zaragoza "siempre estás al borde del precipicio" y que el fútbol "es una montaña rusa permanente".

Agné, con gesto serio, junto a su ayudante Rodri, el pasado domingo en el partido Real Zaragoza-Girona en el banquillo de La Romareda.
Agné, con gesto serio, junto a su ayudante Rodri, el pasado domingo en el partido Real Zaragoza-Girona en el banquillo de La Romareda.
Aránzazu Navarro

Raúl Agné es una persona segura, que destila carácter y talante firme. Transmite desde el primer día confianza en su método, fe en sus posibilidades al frente de un equipo tan complicado de dirigir en el presente como es el Real Zaragoza, el club histórico del cuarto año consecutivo en Segunda División, que viene de un pasado reciente próximo a la liquidación y al caos absoluto. Hasta ahora, en los dos meses y medio que lleva al frente del equipo, su discurso ha tenido un suelo de moderación constante, con escasas o nulas referencias al entorno áspero que envuelve a todo lo relativo al club tras muchos años de decepciones y disgustos. Por eso, la breve pincelada que dejó en su rueda de prensa previa al viaje a Tenerife, aludiendo a los nervios e impaciencia que reina en el ambiente zaragocista en momentos de derrotas, fue algo significativo. Es la primera vez que acude a esos terrenos.


Agné, preguntado por cómo había administrado el factor anímico en el vestuario tras el chasco general que supuso la derrota por 0-2 ante el Girona el pasado domingo, explicó cuál es su función como responsable directo del grupo de jugadores en momentos de tanta mella moral. “Tienes que saber gestionar la victorias y también las derrotas. Mucho más en un club como este, con la exigencia que tenemos aquí. Siempre estás al borde del precipicio, es una montaña rusa permanente", espetó en su respuesta. Es una evidencia de que los vértigos y sensaciones sísmicas que siempre termina provocando el Real Zaragoza en los últimos años en la burbuja del equipo ha comenzado a filtrarse en la caseta del entrenador. 


"Viniendo de una derrota, saber gestionarla es que no duela de puertas hacia dentro. El único objetivo del entrenador ahora es que no duela y que el equipo llegue a Tenerife con opciones de competir y ganar el partido. Yo ya me he olvidado del partido contra el Girona y quiero que los jugadores hagan lo mismo”, apostilló en su tesis.

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