Lunes postraumático en la Ciudad Deportiva

Caras largas, silencio y sensación de preocupación envolvieron la sesión de tonificación que Agné dirigió tras caer con claridad ante el Girona.

El reducido grupo de siete futbolistas que ha iniciado sobre el césped el entrenamiento pos partido de este lunes en la Ciudad Deportiva del Real Zaragoza.
El reducido grupo de siete futbolistas que ha iniciado sobre el césped el entrenamiento pos partido de este lunes en la Ciudad Deportiva del Real Zaragoza.
José Vidal

Diez minutos de demora en salir al campo, previa charla en el vestuario de los futbolistas. A continuación, la mayor parte de los jugadores se marcharon, de uno en uno en muchos casos, rumbo al gimnasio. Y solo siete de los titulares ante el Girona saltaron al césped, como suele ser habitual cada día posterior a un partido, para trotar suavemente y repasar detalles y cuestiones relativas al resbalón sufrido ante los catalanes horas antes. La imagen de ese reducidísimo grupo moviéndose mayormente en silencio y con gesto torcido fue metafórica en sí misma en el inicio de la mañana. Con el paso de los minutos, ya a puerta cerrada, la jornada prosiguió con la presencia de varios de los suplentes y no convocados también sobre la hierba. Todo con el habitual tono descafeinado de las sesiones de tonificación muscular pos partido.


Solo siete titulares estaban dentro de las rutinas. José Enrique, lesionado en el sóleo de una pierna mediada la segunda mitad ante el Girona, estaba pendiente de sus pruebas médicas. Irureta, derrengado tras la gastroenteritis que sufrió en la noche del sábado al domingo y que, en circunstancias lógicas y de sentido común, le tendrían que haber dejado fuera del equipo ante los catalanes, tampoco estaba para películas esta mañana. Isaac también necesitaba aire de masaje y gimnasio. Y Ángel, asimismo, pidió árnica a Agné al inicio de la mañana y no participó con sus compañeros. Por eso, llamó la atención observar al reducido pelotón corretear por los campos 5 y 6 de la Ciudad Deportiva, apenas con Zapater, Cani, Jesús Valentín, Cabrera, Ros, Xiscu y Lanzarote.


A Raúl Agné y sus colaboradores les toca semana de ejercicios espirituales, por enésima vez desde su aterrizaje en octubre. Es el sino del Real Zaragoza contemporáneo. Días de ansiolíticos para paliar las decepciones que trufan irremediablemente, mes a mes, año tras año, el caminar de un equipo de comportamiento irregular a más no poder que, por ello, tiene a perder el rumbo con suma facilidad cuando se interrumpen sus buenas rachas. Es el caso.

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