Popa, caso perdido

El joven central rumano, descartado por Agné pese a las numerosas bajas, no cuenta ya para nada en el club.

Popa, cubierto con un gorro, sale en solitario de la sala de vídeo en el entrenamiento de este jueves.
Popa, caso perdido
José Vidal

Razvan Popa está, pero como si no estuviera. No es nada nuevo. Viene de lejos. Desde septiembre. Desde los primeros días de competición con Luis Milla al frente del equipo. El reciente cambio de entrenador, que ha revitalizado las figuras de otros destarifados, casos de Bagnack, Edu García e, incluso, Ratón, no ha servido para reconducir a Popa hacia el camino de la utilidad para la que fue fichado por Narciso Juliá y Albert Valentín el pasado mes de julio. Raúl Agné tampoco cuenta con él. Ni el técnico, ni el área deportiva.


Casi nadie en el club considera a Popa jugador con hechuras mínimas para jugar en Segunda División. Por un lado, por su devenir técnico-táctico desde su aterrizaje en Boltaña (Huesca) hasta hoy. Por otro, sobre todo, por su escasa integración en un grupo, por otra parte, homogéneo en líneas generales con su sola excepción. El idioma, las costumbres y sus hábitos personales, vistos los hechos desde julio, se han convertido en una barrera insalvable en muchos aspectos del día a día para que Popa camine en la misma sintonía del resto.


"Bueno, creo que no está para lo que yo lo quiero como central. Y ya está. Es una decisión técnica. Nada más que eso", argumentó Agné cuando dio a conocer la lista de viajeros a Cádiz al mediodía de este jueves. Como en previas anteriores, una explicación rápida, somera y encriptada. Lo mismo que le sucedía a Milla. Hace dos semanas, el actual entrenador aludió a la condición de extranjero de Popa, a su joven edad, a sus condicionantes personales, cuando debió explicar por qué no iba a Getafe. Son territorios comunes cada vez que sale a relucir este rusiente asunto.


Es un caso que quema. Sobre el que no se quiere abundar. Se trata de un error mayúsculo en la planificación del plantel y, claro está, de cualquier opinión o descripción de hechos derivan efectos secundarios y daños colaterales a otros. Mejor, por lo tanto, no meneallo demasiado. Hay responsables ineludibles pero, asimismo, otros aún no retratados a ojos externos. Sea como fuere, ya metidos en diciembre y con el mercado invernal en puertas, ya no pasa nada por que alguien vaya admitiendo que esa pieza, la del número '23', es un adorno superfluo en la plantilla cuando, en el guión inicial, debería haber sido alguien relevante para sustituir las bajas de los centrales 'senior', Marcelo Silva y Cabrera. Agné lo hizo esta vez con claridad. Hace tiempo que se ve, aunque no se quiera hablar sobre ello.






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