Día para el desquite

El Zaragoza pugna con el Reus por un triunfo que desempañe su inmerecida derrota contra el Getafe y fortalezca la línea de crecimiento de su fútbol. Agné apunta a repetir con Bagnack en la zaga y Muñoz puede volver al once.

Cani sigue las instrucciones del preparador físico en el entrenamiento de ayer.
Día para el desquite
Raquel Labodía

Que nadie le mire al nombre al Reus porque solo encontrará un espejismo. Cuatro temporadas en Segunda División deberían ayudar al escarmiento. Por delante del Zaragoza, han desfilado en estos huracanados tiempos equipos humildes a los que se les solía relacionar más como rivales del filial, clubes de repentina presencia en los niveles profesionales, con tradición regional y sabor al fútbol añejo, de campo corto y estrecho, gradas familiares, coñac en el bar y frío invernal en los pies. Ponferradina, Mirandés, Jaén… o el Llagostera mismo, verdugo en la mayor humillación en la historia del club aragonés. A todos ellos se les miró por encima del hombro en su día y todos ellos tuvieron momentos para abofetearle. El Reus es otro de esos inéditos en la vida liguera del Real Zaragoza. Recién surgido de las catacumbas del fútbol catalán, saborea los mejores días de su centenaria historia. Visita La Romareda como revelación de la temporada y como algo más: es un equipo con muchísimo más fútbol del que se le puede intuir por su condición de recién ascendido, por nombre de la institución o por jugadores. Su artífice es Natxo González, quien recuerda a Agné en ciertos aspectos. Son entrenadores construidos a sí mismos. Con pocos regalos de por medio. Definidos por un fútbol que han disfrutado, pero que sobre todo han sufrido.


El Reus, y no lo subrayó ayer Agné en su rueda de prensa como si fuera un acto de bienqueda, visita La Romareda como uno de los equipos mejor estructurados y más amables con la pelota de toda la categoría. Son un conjunto descarado, frontal y compacto (menos goleado, con 10 tantos solo). Se sabe el decálogo de su técnico de pe a pa, gracias a un bloque que convive junto desde hace tres años, barnizado por una idea de juego intacta y a la que se le rinde fidelidad. Esto, aun cuando se llega desde Segunda B, suele ser una ventaja en un contexto de plantillas tan inestables como es la Segunda División. Recuerda, en cierto modo, a sus vecinos del Nástic la pasada campaña.


Por todo esto, el Zaragoza tiene en el Reus una buena tabla de medir la altura de su crecimiento futbolístico. Una oportunidad para evaluar si los destellos de recuperación emitidos desde la llegada de Agné obedecen a algo más que a los efectos naturales y estimulantes de un recambio de este tipo. En Getafe, la injusticia de la derrota empañó esa evidente progresión como colectivo e idea. Fallos puntuales y personales, como el de Bagnack, o las malas decisiones y ejecuciones de Ángel, explicaron un partido que se estuvo más cerca de ganar que de perder. La cita de hoy, así, se presenta como un tiempo de desquite, de devolverle al Zaragoza ese trazo de consistencia que solo las victorias imprimen con valor duradero.


Durante la semana, han crecido más debates sobre la figura de Bagnack que sobre esa progresión de juego del equipo. Agné no quiso despejar la incógnita de si seguirá el camerunés como central, aunque todo apunta a que así será. La alternativa es reinstalar a José Enrique, pero no parece Agné amigo de desvestir a uno de sus santos principales para vestir a otro. Marcelo Silva, Xumetra y Wilk componen la terna de bajas, a expensas de si la lista de convocados de hoy incluye ya a Dongou e Isaac. Por lo demás, la posible vuelta de Juan Muñoz al once en lugar de Edu García planea sobre la alineación.


En el Reus, son baja el ariete Máyor y el extremo Vitor. Entre sus mimbres, cabe resaltar a su timonel, un anónimo Ramón Folch, a quien la Segunda División le está dando por fin tamaño a su fútbol métrico y aseado. También hay varios futbolistas con pasado en el Zaragoza. Desde el aragonés Miramón o el cedido Jorge Díaz (a quien sorprendentemente no se le aplicó la cláusula del miedo y puede jugar hoy) a Edgar Hernández, quien fuera tanque del filial, o Joan Campins, breve lateral derecho la pasada campaña. Pero el Reus también esconde un nombre diabólico para el Zaragoza: David Querol, delantero aún inédito de goles este año porque los gastó casi todos en aquella tarde de junio en Palamós y sus cuatro zarpazos con la camiseta del Llagostera.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión