Regreso al pasado

Lanzarote se reencontrará mañana con Natxo González, técnico del Reus. Ambos compartieron tres temporadas en el Sant Andreu que fueron cruciales para el extremo.

Manu Lanzarote, figura zaragocista.
Regreso al pasado
Aránzazu Navarro

Hay entrenadores que marcan las carreras de algunos jugadores. O al menos ejercen una influencia decisiva. Manu Lanzarote se reencontrará mañana con Natxo González, el técnico con el que compartió tres temporadas en el Sant Andreu  (de 2007 a 2010) y que le otorgó la confianza necesaria para romper en un futbolista de élite.


Desde niño, la zurda de seda del extremo zaragocista parecía un argumento suficientemente contundente para que habitara en la clase alta del deporte rey. Unos augurios que se cumplieron cuando ingresó en las categorías inferiores del Fútbol Club Barcelona. La vida sonreía a este joven criado en el problemático barrio de La Mina de la Ciudad Condal.

Pero su progresión se detuvo en el momento de dar el salto al filial azulgrana, la antesala del primer equipo. Las expectativas se fueron destiñiendo hasta abandonar la entidad. Todo un varapalo en el orgullo del jugador.


Con 21 años se vio en la obligación de marchar de casa. El Lleida fue su primer destino. En dos ejercicios en el Camp d’Esports ilerdense apenas participó en 14 encuentros. En ese periodo fue cedido al Atlético de Madrid B, donde tampoco descolló. En enero de 2007 lo apostó todo al Real Oviedo y la respuesta volvió a ser negativa. Tras anotar sus dos únicos goles en tierras asturianas contra la Real Sociedad B, Lanzarote tiró su camiseta a la grada como regalo y le fue devuelta. Una bofetada que resquebrajó todavía más su moral.


A los 23 años y tras una colección de experiencias nefastas, se replanteó muy seriamente su continuidad como futbolista. La felicidad que le proporcionaba ingresar cada fin de semana en un terreno de juego se estaba evaporando a marchas forzadas.


Se le cerraron todas las puertas. Su agente no recibió ofertas para contar con sus servicios. Una zozobra de la que le rescató en el verano de 2007 el Sant Andreu presidido por Joan Gaspart, expresidente del Barcelona. Este histórico club barcelonés navegaba a la deriva en la Tercera División y había entregado su banquillo a Natxo González. La colaboración entre ambos no tardó en generar beneficios. Lanzarote se erigió en una de las figuras que explican el inmediato ascenso a Segunda B y llegaron a las puertas del salto a Segunda División, pero perdieron el ‘play off’ con la Ponferradina.


González, preparador vitoriano que trabaja con mimo la táctica, rescató al zaragocista del averno para reconducirle a la autopista hacia la élite. Hoy ambos triunfan en la categoría de plata. Reencontrarse no les resultará indiferente.

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